Por Carlos Velázquez / NOVIEMBRE 26, 2007
Jeff Durango es como los chiles güeros, es un pistolero famoso. De a caballo. Un bandolero que escribe poemas. Un hombre dividido por la geografía sonorense, el mar y el desierto se han encargado de hacerlo un pionero de la caída. Caída que se convertirá en poema, en six de Tecate, en corridos de maniobras que se suceden casi siempre en la madrugada. Son los descalabros los que conforman Líquido Infierno, que también se puede leer como líquido enfermo. Pero no el descalabro autocomplaciente ni lastimero, al contrario, es un pretexto, el pretexto cumplidor para sacar al poema, con su correa puesta, a pasear, a que haga sus necesidades en el césped del vecino. Así nadie dirá que el deseo no existe, puntualiza Jeffrey.
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¡ Enhorabuena Jeff !