lunes, 7 de junio de 2010

El peligroso periodismo a contralínea

* Judicialización, amenazas y asesinatos para callar a la prensa en uno de los países más peligrosos del mundo para los periodistas


México D.F., 3 de junio de 2010 (Majo Siscar / Periodismohumano.com).- “He pasado las horas más terribles de mi vida. En estos momentos estoy escondida, resguardada porque un juez liberó una orden de aprehensión en mi contra, simplemente porque cumplí con mi deber periodístico de investigar y divulgar asuntos de corrupción en Petróleos Mexicanos, y que involucran a empresarios, funcionarios y políticos de muy alto nivel (…) Pasé la noche en vela por segunda ocasión, atenta a que de un momento a otro mis captores me ubiquen y me lleven no sé a dónde y ni en qué condiciones.”

Mi familia no sabe de mí y ahora, por oídos de todos ustedes, les digo que espero seguir viva. Mis temores no son en vano. Desde el año pasado denuncié ante las autoridades judiciales, ante la Fiscalía de Protección a Periodistas, ante el Congreso de la Unión, el acoso en mi contra, las amenazas de muerte, la persecución, la vigilancia en mi domicilio, pero ninguna autoridad, en absoluto, movió un dedo.”

Este es un fragmento del testimonio que Ana Lília Pérez, periodista de la revista Contralínea, mandó vía telefónica el 18 de enero del 2009 a un acto de solidaridad dos días después que el director de este semanario fuese arrestado sin previo aviso por la publicación de una serie de reportajes que desvelaban la corrupción de empresas contratistas de la empresa estatal Petróleos Mexicanos. Al enterarse de la detención de su director y de que sobre ella también habían dictado una orden de arresto, decidió esconderse unos días.

En sus 8 años de salir a la venta, este semanario ha abordado temas espinosos de corrupción, asuntos de seguridad nacional y seguridad pública, guerrilla y movimientos indígenas. Como consecuencia, la publicación y sus periodistas padecen desde el 2007 un acoso sistemático personal y legal. Badillo fue liberado a las 36 horas, pero junto con Pérez han sido objeto de acoso, persecución, represión y amenazas de muerte por personas implicadas en sus investigaciones.

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