martes, 7 de diciembre de 2010

Periodismo Femenino en el Siglo XIX

Un hombre y una mujer son siempre diferentes, lo que se discute no es la diferencia, sino las consecuencias sociales de esa diferencia". Cristina Peri-Rossi, escritora.

Heredando la costumbre española, la preparación de la mujer estaba sujeta a la autoridad del padre, del marido, del hermano varón. Estaban excluidas de la vida pública, recluidas al ámbito doméstico. La educación de las niñas se reducía a nociones de lectura y escritura, sólo para leer oraciones, y bordado y costura.

El convento era el lugar ideal para la formación de la hija mujer como preparación previa a un buen matrimonio, en la mayoría de los casos ventajoso para la familia. Las más afortunadas pertenecientes a familias acomodadas habían gozado de la formación impartida por institutrices.

Pero precisamente en este nivel social, algunas mujeres comenzaron a disfrutar de la lectura de las bibliotecas existentes en los hogares que -por supuesto- pertenecían al mundo masculino. El paso del siglo XIX al XX significó un cambio marcado en las corrientes del pensamiento que la madre Europa iría trasvasando a sus hijos americanos.

Así, calladamente al principio, luego no tanto, irán apareciendo las mujeres librepensadoras, republicanas o anarquistas que pretendían ser escuchadas. Y, lentamente, la mujer descubre que el periodismo puede ser una importante tribuna desde la que pueda hacer oír su voz. A través de él consiguieron llamar la atención sobre el voto femenino, los derechos civiles de la mujer y el niño o los derechos en el campo laboral.

En el viejo continente

En España, Emilia Pardo Bazán, (1851-1921), no solamente buscaba satisfacer su ego dando a conocer novelas y relatos, sino que bregaba por mejorar la condición de la educación impartida a las jóvenes. Sus artículos fueron publicados en los principales periódicos madrileños, denunciando en forma permanente que millones de mujeres españolas no sabían ni leer ni escribir.

Junto a Concepción Arenal participaron en el Congreso Pedagógico que tuvo lugar en Madrid en 1892, oponiéndose a la teoría de la supuesta inferioridad intelectual de la mujer, basándose en la diferencias orgánicas de uno y otro sexo.

Precisamente Concepción Arenal, (1820-1893), gallega de nacimiento, luchó denodadamente por elevar la dignidad de la mujer dentro de la sociedad. Lectora incansable, aprendió sola el italiano y el francés, y comenzó a publicar sus ideas a través de artículos periodísticos en diarios de la época.

El huracán americano

No hace mucho, en otra nota, mencionaba a las que demostrando un auténtico coraje, empuñaron las armas y compartieron con el hombre las penurias del campo de batalla. Pero existieron las otras, las que utilizaron la prensa escrita para difundir las ideas que sentían bullir en sus conciencias, sabedoras de la necesidad de cambiar una realidad que las asfixiaba.

Muchos de estos escritos fueron borrados de la memoria, pero en su momento a

gitaron las tranquilas aguas de una burguesía que no perdonaba transgresiones.

En el siglo XIX, la mujer intelectual no era muy bien vista. Pero las transgresoras estaban allí, prestas para romper el cerco.

Juana Manuela Gorriti fue una de las figuras emblemáticas del siglo XIX. Desde muy joven conoció los intrincados vericuetos de la política y el amargo sabor de la soledad en el destierro.

Su obra incluye artículos periodísticos, así como novelas, cuentos, relatos de viajes y crónicas. Mujer independiente y valerosa, recorrió Chile, Argentina, Paraguay, Perú, y hasta se animó a incursionar en el santuario femenino de la cocina. La publicación de "La cocina española antigua", de su contemporánea Pardo Bazán, apresuró la publicación en Buenos Aires de su "Cocina eclécti

ca".

En Buenos Aires también

Pero dejando de lado las consagradas, merecen ser recordadas las audaces pioneras de un periodismo femenino en ciernes que se atrevió a ver la luz en pleno gobierno de Juan Manuel de Rosas.

Allá por 1830, Petrona Rosende Sierra, considerada la primera periodista argentina -a pesar de haber nacido en Montevideo-, publica La Aljaba, tomado el nombre como sinónimo de carcaj, como lo sugiere Auza, desde donde se dispararían las flechas cargadas de sugerencias para mejorar la educación de las mujeres, aunque su objetivo estaba explícito en las rimas publicadas: "No aplaudida; porque en ello/ no está su ambición fijada. Ahora aspira a ser leída/ y en otro tiempo apreciada".

Esta desconocida Petrona no soñaba con que, al pasar el tiempo, figuraría como verdadera pionera en las rudas lides de la tinta y el papel, en el Río de la Plata.

La Aljaba aparecía dos veces por semana, comenzó en noviembre y el último ejemplar, luego de dieciocho, apareció en enero de 1831.

Hubo que esperar hasta 1852 para encontrar un intento similar que se dio en La Camelia, que vió la luz el 11 de abril con un total de 30 números. Su espíritu femenino, más que feminista, se revelaba en estos versos, de autora desconocida, aparecidos en uno de sus últimos ejemplares: "Siendo flor/ se puede vivir sin olor./ Siendo mujer no se puede vivir sin amor".

Las que vinieron

Pero el camino ya estaba señalado, y la masculina redacción profanada con el fru-fru de las femeninas faldas que osaban mancillar el sacrosanto refugio.

La presencia de autoras en las páginas que siguieron dejaron de ser un motivo de c

uriosidad o escándalo, aunque muchas prefirieron el uso de seudónimos, como fue el caso de Eduarda Mansilla o Emma de la Barra de Llanos, aunque siempre volvemos a las dolientes reflexiones de la brava Juana Manso (ver recuadro): "Mis títulos a tan arduas empresas son haber sufrido mucho, el sufrimiento es un buen maestro; haber leído mucho, haber pensado mucho y haber visto mucho".

En noviembre de 1877, Juana Manuela Gorriti da vida a La Alborada del Plata, con una meta americanista. Cuando Juana Manuela tiene que ausentarse del país, toma la dirección la escritora Josefina Pelliza de Sagasta, hasta su último número en mayo de 1878, para renacer en enero de 1880 bajo la redacción de Lola Larrosa, periodista que había colaborado en la primera etapa de la revista.>

Pero terminando el siglo aparece El Búcaro Americano, dirigido por la escritora peruan

a residente en Buenos Aires, Clorinda Matto de Turner, órgano de expresión femenina que sale el 1 de febrero de 1896. Se publican 65 números hasta mayo de 1908: "Una revista nacida al calor de generosos ideales a favor del mejoramiento intelectual de la mujer americana".

Como lo expresa la profesora Molinari en una publicación sobre Matto de Turner, la tarea de la autora, más que una lucha ideológica en defensa de los derechos políticos de la mujer, era hacia la denuncia y la reivindicación social y laboral. Tema que comenzaba a preocupar ya a nuestras ilustres antecesoras y que se vería magníficamente representado en las voces que fueron surgiendo desde comienzos del siglo XX, que no en vano fue lla

mado el siglo de las mujeres.

Iconos de la lucha reivindicativa fueron Carolina Muzzilli, Alicia Moreau, Julieta Lanteri, Gabriela LaperriŽre, todas aquellas que surgieron al amparo de las nuevas ideas llegadas de la mano del anarquismo y el socialismo que, como un huracán, sacudió los cimientos anquilosados de una sociedad que se volvía mustia de aspiraciones y conquistas.

Equivocadas o no, defendieron con ahínco sus ideas, sufrieron postergaciones, cárcel y ostracismo, pero abrieron un camino que no tuvo retorno y que de una u otra manera se venía gestando a través del tiempo.

Nuestro sentido homenaje a todas las que hicieron posible un hoy que es realidad ah

ora, pero que ellas soñaron como una dorada utopía que llevó tiempo concretar.

Bibliografía:- Mujeres en la Historia de España - Planeta 2000.-- Dicc. Biográfico de Ms. Argentinas - L.S.de Newton - Plus Ultra - 1986.-- Periodismo y Feminismo en la Argentina - Néstor T.Auza - Emecé 1988.-- La mitad invisible de la Historia - Luis Vitale - Sudam.Planeta - 1987.-- Mujeres y Cultura en la Arg. Del S.XIX - Lea Fletcher - Seminaria Edt. 1994.-- Mujeres, historia y cultura - Grupo de estudios sobre la crítica - Municipalidad de Mendoza- 1997

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