Arturo Soto Munguía
Ha de ser porque los 30 mil muertos de la guerra contra el narco son más que los caídos en la noche de Tlatelolco, pero casi nadie se acordó del aniversario 42 de la masacre del 2 de octubre.
Esa fecha, que algunos definen como un parteaguas en la historia de la transición política mexicana ha pasado más bien desapercibida y los actos conmemorativos lucen más bien escasos.
Una feliz coincidencia es, acaso, el foro al que están convocando los sindicalistas sonorenses para ese día; un encuentro en el que convergerán diversas expresiones del sindicalismo para definir posiciones respecto a las condiciones laborales, salariales y sociales que vivimos, y para construir una agenda común que les permita avanzar unidos en la defensa de sus derechos como trabajadores.
Una infeliz paradoja, en cambio, es que muchas de las demandas que levantan los trabajadores, tienen que ver con aquellas que hace 42 años motivaron un movimiento estudiantil que catalizó el resto de las demandas ciudadanas en una sociedad sometida al autoritarismo y la antidemocracia.
Esa fecha, que algunos definen como un parteaguas en la historia de la transición política mexicana ha pasado más bien desapercibida y los actos conmemorativos lucen más bien escasos.
Una feliz coincidencia es, acaso, el foro al que están convocando los sindicalistas sonorenses para ese día; un encuentro en el que convergerán diversas expresiones del sindicalismo para definir posiciones respecto a las condiciones laborales, salariales y sociales que vivimos, y para construir una agenda común que les permita avanzar unidos en la defensa de sus derechos como trabajadores.
Una infeliz paradoja, en cambio, es que muchas de las demandas que levantan los trabajadores, tienen que ver con aquellas que hace 42 años motivaron un movimiento estudiantil que catalizó el resto de las demandas ciudadanas en una sociedad sometida al autoritarismo y la antidemocracia.
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