lunes, 21 de diciembre de 2009

No me caso

La letra desobediente
Braulio Peralta

Ser gay sería suficiente para no imitar a parejas heterosexuales en su afán por la boda. Sé de muchos gays que piensan lo contrario y por eso la propuesta de ley para matrimonios homosexuales: me solidarizo en medio de la tempestad que ha despertado la noticia. La sinrazón de la iglesia católica no importa frente a la civilidad que ya se huele en la sociedad. Por eso asombra que una parte de la comunidad ataque a los patrocinadores de la idea: la derecha y la reacción están de plácemes.

Argumentan los detractores que legalizar el matrimonio gay no incluye el tener hijos, propios o adoptados. Ya tenemos una ley de Sociedades de Convivencia. El paso natural era la aceptación del matrimonio para gente del mismo sexo. Como natural será, más adelante, la adopción o procreación de hijos por los medios que la pareja gay prefiera. Así va a ser aunque hoy parezca que estamos en la Edad Media.

Con todo, no pienso casarme ni tener hijos. No veo razón para imitar las reglas de los heterosexuales. Me parece ridícula una boda. Me encanta el concubinato y las formas que los gays nos otorgamos en nuestra libertad de amarnos. Eso sí: no renunció a los derechos que las leyes otorgan. Tampoco a que exista el matrimonio gay. De ninguna manera. Aun cuando sea incompleta, apoyo la propuesta del diputado David Razú, como lo hice en su momento por Enoé Uranga y la Sociedad de Convivencia.

No creo en los radicalismos del movimiento que quiere todo o nada. En esa confrontación hemos perdido mucho tiempo. Hoy el movimiento gay tiene redes civiles dispuestas a apoyar la lucha. ¿Por qué tanta rabia en la comunidad gay? ¿Legalismos o protagonismos? Debemos avanzar. Que otras generaciones se partan la madre para acabar la idea de que somos ciudadanos de segunda, sin derechos ni prestaciones, me case o no. Hay muchas victorias a ganar.

Pido cautela. El enemigo no es la propuesta de matrimonio gay. El enemigo es el de siempre: la derecha, la reacción y la Iglesia católica. Son ellos a los que habría que demandar respeto a la Constitución.

Probablemente tenga razón Carlos Marín al decir que la propuesta es “de segunda”. Seguro tiene razón Martín Bonfil al escribir aquí que es “incompleta”. En lo que no dudo es en la necesidad de seguir avanzando en la discusión, venga de donde venga. Pero eso sí: no me caso. Me quedo como hoy, en pareja libre.

braulio.peralta@milenio.com

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