jueves, 26 de marzo de 2009

Roland Barthes entre orquídeas y mariposas

26 de marzo de 1980, en París falleció Roland Barthes, filósofo francés, quien se convirtió en una celebridad mundial en 1953 cuando publicó "El grado cero de la escritura". Entre su vasta obra figuran, además, "Elementos de semiología", "El placer del texto", "Crítica y verdad" y "Nuevos ensayos". Había nacido en 1915 en Cherburgo.
Barthes es parte de la escuela estructuralista, influenciado por el lingüista Ferdinand de Saussure, por Benveniste, Jakobson y Lévi-Strauss. Criticó de los conceptos positivistas en literatura que circulaban por los centros educativos franceses en los años 50. Una parte de la obra inicial de Barthes, si bien heterogénea y a menudo abstracta, puede ser accesible con una lectura metódica y concentrada; los conceptos propuestos para el análisis semiológico, en un primer momento provenientes de lingüistas como Saussure, Hjelmslev y otros van derivando a una especificidad mayor que permite avanzar por el entonces poco transitado camino de la Semiótica.
Su producción literaria experimentó diversas evoluciones: desde unos orígenes sartrianos y brechtianos matizados, desarrolló después una investigación propiamente semiológica, con un interés especial por la lingüística. Durante un tiempo se interesó por el campo "textual": la obra literaria considerada desde diversos puntos de vista, nunca unilateralmente, y que implicaba, o bien una filosofía del sujeto de tipo psicoanalítica o bien una filosofía de la sociedad de tipo marxista o político. Roland Barthes considera que la intención de un autor al escribir una obra, no es el único anclaje de sentido válido a partir del cual se puede interpretar un texto. Él considera que en la literatura se pueden encontrar otras fuentes de significado y relevancia. Puesto que el significado no está dado por el autor, éste debe ser creado activamente por el lector a través de un proceso de análisis textual.
Tras su muerte, en los ochenta se publicaron una serie de libros de ensayos sueltos, agrupados temáticamente, que ponían de manifiesto la variedad y la alta calidad de su ensayística: El grano de la voz, entrevistas; Lo obvio y lo obtuso, La aventura semiológica y El susurro del lenguaje; además apareció Incidentes, con escritos muy personales. Todos sus libros han sido traducidos al español y reimpresos varias veces, en vida dio clases y conferencias desde Oxford hasta Harvad, en América latina en Chile y en México.
En 1993 empezaron a publicarse sus OEuvres complètes, con gran número de trabajos dispersos y algún inédito; apareció en Seuil, editor de toda su obra. Esa recopilación ha sido reeditada de modo más accesible con ocasión de la importante exposición R/B en el Centro Pompidou en 2002. Pero había más legado de su obra. Entre 2002 y 2003 aparecían además los primeros tomos de sus seminarios: Comment vivre ensemble, Le neutre y La préparation du roman. Algo más tarde se publicó otro más: Le discours amoureux. Séminaire. En 2009 se han recuperado otros dos libros inéditos, extraídos de sus notas: Journal de deuil y Carnets de voyage en Chine.

Un 26 de marzo ...

1912 Usando el seudónimo de “Laura”, en un artículo publicado en El Día de Montevideo, el Presidente de la República, José Batlle y Ordóñez, defiende la necesidad de facilitar el acceso de las mujeres a los estudios superiores, criticando a quienes las consideran inferiores o poco inteligentes. Este artículo de Batlle fue parte de una serie que el mandatario escribió durante su gobierno, en defensa de los derechos de las mujeres.


1915 En Berna se inicia la III Conferencia Internacional de las Mujeres Socialistas que acuerda pedir el fin de la guerra reconociendo el derecho de los pueblos a ejercer su soberanía, y hacer un llamamiento a las mujeres y a los partidos socialistas de todos los países para que se movilicen bajo el lema “¡Guerra a la guerra!”.



1923 Muere la actriz francesa Sarah Bernhardt (1844-1923). Trabajó en la Comedia Francesa y fue muy celebrada por sus actuaciones. Se la recuerda como una de las mejores actrices de todos los tiempos. En una larga gira por América del Sur en la década de 1880, actuó en los teatros de Brasil, Chile, Perú y México.

Falleció don Eulalio Ferrer, escritor, humanista y mecenas

Tomado de: http://www.jornada.unam.mx

Las grandes decisiones se fraguan en el estómago y el corazón, dijo alguna vez a La Jornada

Tenía la ilusión de asistir, ayer, a la presentación de su libro de memorias de su vida en México
En su natal Santander, España, las banderas ondean a media asta en honor del cervantista.

Por Mónica Mateos-Vega
El caballero de la comunicación, don Eulalio Ferrer, dio su espíritu la noche del martes, como diría su admirado Miguel de Cervantes Saavedra.
El renombrado publicista falleció a los 89 años de edad, de causas naturales, en su casa del Pedregal de San Ángel, en la ciudad de México, acompañado por sus tres hijos, rodeado de sus libros, así como por decenas de cuadros y esculturas del Quijote, personaje que lo inspiró a lo largo de su vida.
Había sobrellevado varios meses una salud frágil, que se complicó luego de una caída. Obligado a reposar, se quejaba de lo que llamaba vacaciones forzadas, las cuales se empeñaba en terminar lo antes posible para entregarse a su pasión: escribir.
Ferrer tenía la ilusión de asistir, ayer, a la presentación de su libro México en el corazón, en el cual rememora 68 años de estancia en el país, además de su amistad con figuras como Mario Moreno Cantinflas y anécdotas con su compadre, el compositor de música vernácula José Alfredo Jiménez.
Impronta de una lectura
Don Eulalio nació en Santander, España, el 26 de febrero de 1920, en el seno de una familia humilde; su padre fue linotipista. Estudió en el colegio de Los Salesianos y posteriormente en la Escuela Laica de Magallanes.
En 1935 se inició como periodista en el diario La Región y ya en plena Guerra Civil envió crónicas desde el frente de Burgos al periódico El Cantábrico.
El autor de Los lenguajes del color (FCE, 2006) llegó a México como parte del exilio español en julio de 1940. Antes de su arribo a América estuvo unas semanas en Francia, en un campo de concentración, donde sucedió un hecho que daría un vuelco a su destino y que así narró el publicista a La Jornada, en 2007: “Cuando entré al campo de concentración Argeles sur Mer, como exiliado que perdió la Guerra Civil española, un miliciano me ofreció un libro a cambio de una cajetilla de cigarros; llevaba una que me habían dado al pasar la frontera y no fumaba; entonces, la cambié por el libro. Lo metí a la mochila y entré al campo de concentración, donde no había bancas, ni nada; había que dormir sobre la arena y mi almohada era la mochila.
“Al día siguiente, al sacar el suéter que llevaba para abrigarme porque hacía mucho frío, vi el libro, que era Don Quijote de la Mancha, una edición de Calleja de 1912. Imagine a un muchacho de 19 años leyendo todos los días a Don Quijote como único libro y con una obsesión casi religiosa, porque todo lo idealizaba.
Veía a la gente en el campo, que eran como 80 mil personas, y decía: ahí va Don Quijote, éste es Sancho Panza, y ése es el bachiller. Era ya una obsesión. Esa lectura quedó como una marca de conciencia.
La experiencia le reveló que su misión en la vida sería difundir en el mundo la obra de Cervantes y, a través de ella, el idioma español.
Del periodismo a la publicidad
Al llegar a México, Eulalio Ferrer se estableció con sus padres y sus hermanas en Oaxaca, donde se ganó la vida durante un tiempo recitando poemas de Federico García Lorca y Antonio Machado.
Luego continuó con su labor periodística en la revista Mercurio, de la cual fue director durante más de 10 años. En 1946 ingresó al ámbito de la publicidad; al año siguiente fundó la agencia Anuncios Modernos y en 1960 echó a andar Publicidad Ferrer (después conocida como Centro de Comunicación Aplicada), la que sería en los años 80 del siglo pasado la agencia publicitaria más importante de la República, “la primera mexicana en competencia con las poderosas empresas estadunidenses, sobre todo por su orientación hacia la cultura.
A la publicidad llegué por necesidad, no por vocación. La necesidad me llevó a estudiar una profesión que desconocía en un momento en el que no se estudiaba o privaba la improvisación. Aprendiendo la publicidad lo derivé a estudios de sociología, especialmente relacionada con el comportamiento humano; ahí encontré que las grandes decisiones del hombre se fraguan en el estómago y el corazón, dijo el escritor durante la última entrevista que concedió a este diario, apenas en diciembre, a propósito del Premio Nacional de la Comunicación 2008, que le otorgó el Consejo de la Comunicación.
A él se debe el desarrollo en México del concepto moderno de comunicología, que ha sido validado, entre otros centros, por la Facultad de Ciencias de la Información de Madrid.
El año pasado, Ferrer sumó a su vasta obra de 42 títulos su primera novela, Háblame en español (editorial Océano), una suerte de recapitulación literaria y humana, un documento en el que se cifran los sueños que han vertebrado secretamente la vida del autor: el juego y el placer, el amor al arte, la pasión por la historia, la obsesión por el poder y la riqueza material, la admiración hacia los creadores, la fascinación por un amor que es como un trueque de adopciones, el orgullo de pertenecer a una raza y de hablar en su idioma y, en fin, el gusto por crear mundos paralelos e inventar fábulas ambiguas alimentadas por la historia, escribió a propósito de la obra el crítico literario Adolfo Castañón.
Eulalio Ferrer fue mecenas de numerosos proyectos culturales, pero sin duda el más importante es el que obsequió a México para corresponder a la generosidad del país: el Museo Iconográfico del Quijote, ubicado en la ciudad de Guanajuato, inaugurado hace 21 años.

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