Mujer en piezas
El laureado escritor Carlos Sánchez obsequia a los lectores de La Pluma el escrito que leyó durante la presentación del libro Mujer en Piezas, una obra --"una ópera prima", define el nativo del barrio Las Pilas-- de Sylvia Teresa Manríquez.Que somos un rompecabezas, advierte el título del libro, la ilustración de la pasta. Que somos un rompecabezas y la memoria también se construye de piezas constato cuando las manos de mi madre hurgan en los cajones del ropero, en las cajas del baño como clóset, en la lacena. Que no sabe dónde dejó el librito pequeño que tanto le gustó y está bien hermoso. Lo leí de principio a fin, me dijo con la preocupación en la mirada al saber que necesitaba de ese ejemplar.
Hoy será la presentación, le dije. Y ella lo interpretó como la mayor urgencia de mi vida, debe ser porque me ha visto cargar con libros, ordenar los libros, reparar los libros, amar los libros.
Se relajó al comentarle que el libro me lo sé de memoria, que igual podría conseguir otro ejemplar en caso de requerir un dato preciso, una cita textual. Madre respiró y me miró como miran las madres.
Antes de abandonar el cuarto que es toda la casa, madre insistió: Es un libro hermoso, me gustaron mucho las historias. Tuve ganas de decirle que la autora es mi amiga, tuve ganas de hacer que se conozcan, que conversen, tuve ganas de la gratitud para con la escritora Sylvia Teresa Manríquez, porque no siempre un autor logra que una persona manifieste los comentarios por mi madre vertidos, respecto del contenido del libro. Menos cuando no se tiene la disciplina, el bagaje, de la lectura.
Mi madre para arrancar desde su emoción las frases llenas de honestidad. Yo para sentirme feliz de saber que ha leído Mujer en piezas, porque: qué otra acción si no la lectura para enseñarnos lo que somos, lo que deseamos, lo que hemos sido. ¿Y por qué se lee un libro de un tiro? Esto nos ocurre cuando simple y llanamente es el libro que necesitamos.
Armar con la mirada el rompecabezas que es este libro, es armar también nuestro interior, y entonces como consecuencia compadecernos de nosotros mismos, de la crueldad del sistema social donde los más desprotegidos son también los protagonistas de la intensidad de vida, aunque dichos éstos son los más vulnerables, también son, por sus argumentos, por su formación, los más fuertes, los que resisten.
Ellos allá con sus dolores, sus frustraciones, sus traumas, nosotros acá en el confort de una sala, debajo de la regadera, con el control en las manos para regular la temperatura de la habitación.
Mujer en piezas expone, evidencia, sin panfletos (sólo al ir narrando los acontecimientos que la autora selecciona y construye sin más pretensiones que contar lo que le corresponde), los motivos del insomnio en sus personajes, la precariedad que algunos de ellos padecen por el simple hecho de pertenecer a esta sociedad, a este sistema de vida construido desde las instituciones. Y nos convoca entonces a concluir. Cada quién según su historia de vida, cada cual con su talante para definir la otra historia, la subyacente, lo que se critica sin decir.
Porque la literatura debe contener ese compromiso con uno mismo antes que con los demás, encontramos aquí los avatares cotidianos expuestos de una manera sencilla, y escribir sencillo es a veces lo más complicado, éstos avatares se convierten en señalamiento de los yerros que hemos cometido, sin juicios, sin ser un dedo que señale, con la simple virtud de contar a partir de las complejidades en las que se encuentran de manera cotidiana los personajes que aquí habitan, en esta casa de letras.
Tienen vida propia cada una de las historias contenidas en Mujer en piezas. Tiene la habilidad la autora de hacernos sentir esas atmósferas en las que nosotros también hemos vivido. Tengo ahora la certeza que esta ópera prima será el motor para que Sylvia Teresa Manríquez fluya con más constancia en la construcción de historias.
Por lo pronto yo viviré agradecido ante la generosidad Sylvia, por tomar de la mano a mi madre y recordarle los caminos por donde ella misma anduvo, y anda.