jueves, 7 de abril de 2011

"Ustedes los llaman daños colaterales, nosotros los llamábamos amigos", Manta de la marcha de Cuernavaca, 6 / abril / 2011

NUESTRA APARENTE RENDICIÓN

ANTE LA INSEGURIDAD EN MÉXICO, LOS ARTISTAS, PENSADORES, LECTORES, ESCRITORES, PROFESORES, ESTUDIANTES, CRÍTICOS Y DEMÁS CIUDADANOS INTERESADOS, MEXICANOS DE NACIMIENTO O DE CORAZÓN, DEBEMOS COMENZAR A CRITICAR, PROTESTAR, IMAGINAR Y PROPONER, DE UNA MANERA ACTIVA Y SISTEMÁTICA. CREEMOS QUE NOS URGE INVENTAR RECURSOS PARA SER QUIENES SOMOS Y NO QUIENES NOS ESTÁN ACORRALANDO A SER. TRATANDO DE SUPERAR, NOSOTROS TAMBIÉN, NUESTRA APARENTE RENDICIÓN ANTE LO QUE NOS SUCEDE.

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jueves 7 de abril de 2011

Arturo Mendoza nos manda un recuento de las marchas y de lo que dijo Javier Sicilia

Yace sobre la explanada de la Plaza de la Reforma una ofrenda que es tanto demanda como plegaria. Son las 6.35 de la tarde en Cancún y arden unas veladoras y reclaman un par de cartelones que luchan contra el viento:
Calderón ya párale a tu guerra, asesino!!! Mejor llégale!!!
Basta de un México con olor a sangre, descuartizado, asfixiado, torturado.
Todos con Sicilia. No queremos ni un mexicano más asesinado, secuestrado, vejado.
Vanessa González Rizzo, una de las organizadoras de la manifestación a través de facebook, no puede ocultar su enfado porque ya muchos se han ido, porque hubo descoordinación y algunos participantes tardaron en llegar a este sitio que está siendo transformada por cien trabajadores para la toma de posesión de Julián Ricalde como alcalde de Benito Juárez.
Frente a frente, entre manifestantes y trabajadores, se levanta un muro de indiferencia tan alto como los templetes que se colocan uno tras otros, sin detenerse en ningún momento, por curiosidad, por solidaridad, para saber que el poeta católico demanda al Gobierno federal y al Gobierno de Morelos esclarezcan el asesinato de su hijo Juan Francisco, cuyo cuerpo fue encontrado ajusticiado al lado de seis personas más en un coche varado en Temixco, Morelos, el 28 de marzo.

Al lado de Francisco Prieto, Gabriel Zaid, Ignacio Solares, Javier Sicilia (Ciudad de México, 1956) es uno de los escritores católicos de mayor relevancia de México. Dirigió hasta su cierre, en julio de 2007, la revista Ixtus, que en griego significa pez, y que era el santo y seña entre los cristianos primitivos. Ixtus es saludo, bendición alabanza, sintetiza al “Jesús Cristo Hijo de Dios Salvador”.
El bautista, El reflejo de lo oscuro, La piedad y la culpa son novelas suyas que ahondan en el misterio de la fe y la luz que proyecta sobre la experiencia humana. Su prosa reflexiva, al igual que la de Gabriel Zaid, se trasmuta en la prosa sin perder hondura y fuerza y deriva, abrevando en la realidad, en los artículos que publica semana tras semana en la revista Proceso.
Aunque quizás la seña de mayor identidad es la de ser poeta. Uno de sus poemas, que ha sido leído por cientos en estos días, es El sobreviviente y resume la pena que lo embarga:
Toda ausencia es atroz/ y, sin embargo, habita como un hueco que viene de los muertos,/ de las blancas raíces del pasado./ ¿Hacia dónde volverse?;/ ¿hacia Dios, el ausente del mundo de los hombres?; /¿hacia ellos, que lo han interpretado hasta vaciarlo?/ ¿Hacia dónde volverse que no revele el hueco,/ el vacío insondable de la ausencia?/ Hacia ellos, los muertos, que guardan la memoria/ y saben que no estamos contentos en un mundo interpretado
Su final es metafísico:
Estar vivo es penoso,/ y nosotros, nosotros, que los necesitamos con sus graves secretos,/ nosotros, que sabemos que no podrán volver a un mundo interpretado,/ a veces escuchamos, como un ligero viento, ascender de las sombras/ la música primera/ que forzando la nada trajo a Eurídice al mundo;/ una nota tan tenue, tan pura como el cirio/ que promete su vuelta en medio de las sobras/ y nos trae el consuelo.
Tras la muerte de su hijo, el poeta dijo adiós a su amada, la poesía, y dejará de frecuentarla y describirla. Por eso, su último poema está dedicado a Juan Francisco.
El mundo ya no es mundo de la palabra
Nos la ahogaron adentro
Como te asfixiaron, como te desgarraron a ti los pulmones
Y el dolor no se me aparta, sólo tengo al mundo
Por el silencio de los justos
Sólo por tu silencio y por silencio, Juanelo.


Desde el miércoles, el escritor mantiene un plantón en el zócalo de la capital morelense para exigir la presentación de los asesinos de su hijo. Hasta el próximo lunes 11 de abril vence el plazo que estableció a las autoridades. Si ello no ocurre, advirtió, el próximo miércoles 13 de abril dijo que habrá una marcha nacional exigiendo la renuncia del Gobernador Marco Adame Castillo y el alto impostergable a la guerra que ya provocado 35 mil muertes.
20 mil almas respaldan su demanda. 20 mil personas marcharon a su lado allá en Cuernavaca y miles más lo hicieron en 25 ciudades en todo el país y tres en el extranjero, al filo de las cinco de la tarde.
En Cuernavaca, Morelos, reportaron los diarios Reforma y El Universal, la protesta partió de la glorieta de la Paloma de la Paz hasta la Plaza de Armas frente al Palacio de Gobierno.
En las escalinatas del palacio estatal de Monterrey, Nuevo León, decenas de jóvenes colocaron flores para invocar la paz y con consignas le reclamaron y exigieron a las autoridades que si, no pueden, renuncien.
500 ciudadanos marcharon en Puebla.
En el Puerto de Veracruz, quienes apoyaron a Sicilia, se congregaron en la Plaza de la Soberanía y marcharon hasta la Plaza Acuario para tener un “México sin violencia”.
En Sonora, en el caluroso Hermosillo, se congregaron los manifestantes en la Plaza Emiliana de Zubeldía y marcharon hasta Palacio de Gobierno.
Dos mil personas protestaron en Xalapa, Veracruz. Se recostaron en la Plaza Lerdo y guardaron un minuto de silencio.
A lo largo del Paseo Montejo, en Mérida, Yucatán, cien personas se manifestaron.
En Pachuca Hidalgo, los codolientes portaban cruces negras y pancartas con la leyenda “No más sangre”.
Unas cien personas, en su mayoría vestidas de blanco, se sumaron a la protesta nacional en la capital queretana con veladoras como símbolo de reclamo.
En zócalo de Ciudad de México se reunieron tres mil personas. A las 17:48 se leyó la carta abierta a políticos y criminales que escribió Sicilia. Allí resonaron los poemas, hablaron las pancartas.
Todos los hijos son poesía
Las lágrimas de todos los asesinados fragmentan a la historia en un gemido largo
No más sangre
Estamos hasta la madre
Codo con codo, Sicilia somos todos
Más allá de México, en Europa, cerca de 200 mexicanos se manifestaron en la Plaza de Sant Jaume, Barcelona, España. Se manifestaron a favor de la justicia. Una pancarta unificó su reclamo: “Emergencia nacional, México, 40 mil muertos”.
Los mexicanos residentes en Par[is, Francia, se reunieron en el Trocadero, frente a la torre Eiffel, y pidieron la paz.
Una docena de jóvenes se manifestaron con pancartas que decían “¡Ni uno más!” y “Paz y justicia en México” frente a las oficinas del consulado mexicano en Manhattan, Nueva York.
A la par en las redes sociales se desató el bombardeo de graznidos en twitter. “Quiero vivir tranquilo, quiero poder salir a la calle sin miedo, quiero saber que mi familia no correrá peligro”, fue el primero al que siguieron miles más que todavía resuenan.

En la marcha de Sicilia, en Cuernavaca, se sumaron familias de los niños muertos en la Guardería ABC, en Sonora, integrantes de la familia Reyes Salazar, de Ciudad Juárez, y familiares de los jóvenes asesinados en Villas de Salvárcar.
Son miles los pasos que resuenan en todo México. En el norte, en el sur, en el Caribe. Marchan exigiendo paz, portando playeras con la foto del hijo del poeta. Van vestidos de blando, llevan flores.
Antes de llegar a la Procuraduría General de Justicia de Morelos, el escritor le pidió a los soldados de la 24 Zona Militar, parado en el toldo de una combi, que no llamaran “bajas colaterales” a los jóvenes asesinados en la lucha contra el narcotráfico.
Luego le exigió al procurador Pedro Luis Benítez esclarecer el multihomicidio.
Es un día clave en la historia de México. Es el día donde esa paz demandada es rafagueada por otra noticia terrible: el Gobierno de Tamaulipas confirma el hallazgo de 59 cuerpos en ocho fosas clandestinas en el Municipio de San Fernando, el miso sitio donde el año pasado fueron ajusticiados más de setenta migrantes centro y sudamericanos, mientras en Cancún, en una cumbre internacional donde están reunidos todos los organismo gubernamentales, militares y policiales que combaten al narcotráfico se escucha la vaga promesa que dentro de siete años se acabará el flagelo que azota México.

A Marta, madre de Joaquín, quien luce feliz, con sus lentes negros, sus veintipocos años con fondo del azul turquesa del Caribe, no la reanimará tal augurio. Ella lleva la foto de su hijo muerto hace ocho meses, en la colonia Nápoles, Ciudad de México. Quiere paz. Quiere sosiego. Por eso reparte pequeños volantes que se imantan con la luminosidad que hay todavía en sus verdes ojos:

¡YA BASTA!
¡NI UNO MÁS!
¡Ni uno más
de nuestros hijos!
¡Ni uno más
de nuestros jóvenes!
¡Ni uno más
asesinado, secuestrado por el crimen!
¡Ni uno más
criminalizado por las autoridades!
¡Ni uno más
cruzado de brazos y en silencio!

En esta ciudad de un millón de habitantes, donde un juego de béisbol convoca a tantos, un centenar de ciudadanos se unió a la causa de Sicilia por convocatoria de Vanessa González Rizzo y otros más. Se reunieron los que pudieron, en el Ceviche, en la Plaza de la Reforma, teniendo a Benito Juárez como testigo.
El vértigo de los camiones de pasajeros que surcan la Tulum con centenares de trabajadores de hotelería no cesaba esa tarde. El martilleo, el crujir de la madera, las brochas deslizándose por el templete que marcará la asunción de Ricalde, jamás conocieron calma ni silencio, aún así el saxofonista Alejandro Folgarolas, la académica Celina Izquierdo, el activista Maximiliano Vega, se negaron a cruzarse de brazos y aseguraron que volverán a marchar y a manifestarse, y que aunque se hayan reunido apenas 160 personas, la solidaridad con Sicilia representa un éxito para la sociedad civil dada la inmensa apatía social de Cancún donde se volvió a escuchar aquel poema de Miguel Hernández, ese poeta de la guerra civil asesinado por los fascistas y su política de sangre, pero a quien no le arrebataron la voz de rabia que aún se escucha setenta años después: Acércate a mi clamor, pueblo de mi misma leche…que aquí estoy yo para amarte y estoy para defenderte con la sangre y con la boca como dos fusiles fieles…

Estamos hasta la madre... El Zancudo, no mata pero hace roncha

Arturo Soto Munguía

07/Abril/2011

En las baldosas de la plaza hay carteles que una niña pega con cinta adhesiva para que no se los lleve el viento de la tarde. Nublada tarde en Hermosillo, como nublados están los ánimos de los que se juntan para gritar lo mismo que dicen las cartulinas en las baldosas de la plaza: ¡No más sangre! ¡Estamos hasta la madre!

La convocatoria para replicar la marcha que en todo el país sacó a la gente de sus casas para manifestar su indignación, su miedo, su rabia, su azoro, su impotencia frente a la muerte de miles de mexicanos inocentes caídos con etiqueta de ‘daño colateral’ en el caos de la guerra contra el narcotráfico.

Juan Francisco Sicilia era un joven de 24 años, uno más que estuvo en el lugar y el momento equivocados; fue encontrado atado de pies y manos, torturado, muerto, encajuelado junto a otros seis cadáveres. Era hijo del laureado poeta Javier Sicilia, que tras la noticia dirigió una filosa carta abierta a los políticos y a los criminales, cuyo título lo dice todo: “Estamos hasta la madre”.

Y esa misma rabia se desbordó la tarde de ayer por las principales plazas y avenidas de las ciudades de México. En Hermosillo comenzaron a juntarse desde las cinco de la tarde en la Plaza Emiliana de Zubeldía, frente a la Universidad de Sonora, cuyas puertas permanecen cerradas con banderas rojinegras por la huelga de maestros.

No son muchos, pero tienen muchas ganas de ser escuchados, de protestar, de tomar la calle para pedir un alto a la violencia en el país, ni un muerto más, no más sangre. Que si no pueden, que renuncien, piden al presidente de la República y a sus funcionarios, como lo pidió Alejandro Martí hace tiempo; como lo pidió también Javier Sicilia. Como lo pedirían todos los padres de los casi diez mil muertos civiles que ha dejado la guerra contra el crimen organizado en los últimos cuatro años.

Esto es un infierno”, reza un cartel en el pecho de un activista universitario. “Te apoyamos, Javier Sicilia”, dice otro.

A la plaza llegan también algunos de los padres de los niños muertos en y tras el incendio del 5 de junio de 2009 en la Guardería ABC, que han mantenido en esa misma plaza, desde entonces, 49 cruces blancas con los nombres de sus hijos.

Una mujer reparte rosas blancas y Natalia Vidales, editora y activista social distribuye calcas del Movimiento por la Paz y forma un coro que ensaya la canción-tema de ese movimiento: “Todos somos iguales/Sonora también eres tú/Si alzamos la voz cantando/podremos un día encender la luz…

El contingente comienza a formar filas y toma el bulevar Rosales rumbo al sur, a Palacio de Gobierno. No son muchos, pero su voz se escucha fuerte en las consignas “El pueblo callado también será acribillado”, “Calderón no pudiste, renuncia”, “Sicilia vive, la lucha sigue”.

En Palacio, la marcha es recibida por las bocinas que ya se volvieron una referencia obligada de todas las manifestaciones políticas en ese lugar. Todos los postes de los faroles tienen un par de ellas y todo el día dejan escuchar canciones que ambientan la plaza pública. Pero cuando hay una manifestación, alguien sube el volumen para acallar los gritos, y los gritos también suben sus decibeles y aquello se convierte en una competencia desigual entre gargantas y bocinas.

Los manifestantes enfurecen. Gritan más fuerte y, convencidos del sinsentido de esa competencia, terminan por rodear el palacio y colocarse frente a la puerta lateral, donde María de los Ángeles y Alejandro Cabral Porchas dan lectura a la carta del padre herido:

Estamos hasta la madre de ustedes, políticos –y cuando digo políticos no me refiero a ninguno en particular, sino a una buena parte de ustedes, incluyendo a quienes componen los partidos–, porque en sus luchas por el poder han desgarrado el tejido de la nación, porque en medio de esta guerra mal planteada, mal hecha, mal dirigida, de esta guerra que ha puesto al país en estado de emergencia, han sido incapaces –a causa de sus mezquindades, de sus pugnas, de su miserable grilla, de su lucha por el poder– de crear los consensos que la nación necesita para encontrar la unidad sin la cual este país no tendrá salida…

De ustedes, criminales, estamos hasta la madre, de su violencia, de su pérdida de honorabilidad, de su crueldad, de su sinsentido. Antiguamente ustedes tenían códigos de honor. No eran tan crueles en sus ajustes de cuentas y no tocaban ni a los ciudadanos ni a sus familias. Ahora ya no distinguen. Su violencia ya no puede ser nombrada porque ni siquiera, como el dolor y el sufrimiento que provocan, tiene un nombre y un sentido. Han perdido incluso la dignidad para matar. Se han vuelto cobardes como los miserables Sonderkommandos nazis que asesinaban sin ningún sentido de lo humano a niños, muchachos, muchachas, mujeres, hombres y ancianos, es decir, inocentes…

Caen unas pequeñas gotas de lluvia en la tarde gris hermosillense, y los manifestantes vuelven por donde llegaron, en marcha, con las mismas consignas y con el sentimiento de que algo han aportado en la lucha por la paz, en el México violento de estos días.

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