¿Recordaste
tu moño rosa?
Sylvia
Teresa Manríquez
Cuando
pienso en cáncer, pienso en enfermedad, muerte e impotencia.
En
el Día Mundial de Lucha Contra el Cáncer de Mama abunda la información al
respecto.
Entre
cifras oficiales que nos dicen dónde están y cómo son las mujeres que lo
padecen, hay información que debemos interpretar.
Por
ejemplo, por cada persona que fallece por esta razón, hay muchas más que siguen
luchando por superarlo; además un número más grande que no sabe que lo padece y
también están quienes tienen factores de
riesgo sin conocerlos y no toman precauciones debidas.
Sigo
preguntándome por qué el cáncer de mama nos arrebata más vidas cada año. Las cifras proporcionadas por
el INEGI corresponden al año 2014 y anteriores.
Cuando
leo que en Sonora fallecieron dos mujeres que tenían entre 25 y 29 años me doy cuenta que probablemente
no sabían que podían padecer cáncer de mama a tan corta edad.
En
el rango de los 30 a los 39 años fallecieron 8 mujeres que dejaron familias a
las que se deben respuestas y acciones; que quedaron con frustrante sentimiento
de impotencia y en algunos casos con un aprendizaje de vida nunca esperado.
En
el rango de 40 a 49 años fallecieron por esta causa 37 mujeres que quizá habrían
salvado la vida si la información hubiera llegado a tiempo.
54
mujeres de 50 a 59 años de edad perdieron la batalla contra el cáncer de mama, 54
mujeres que lucharon hasta donde las fuerzas y los recursos permitieron.
Todas
eran mujeres en edad productiva, pilares de su hogar y de su comunidad.
Las
cifras son duras y difíciles de asimilar, pero necesarias porque indican hechos importantes.
Según
el INEGI en 2014 Sonora ocupaba el quinto lugar en la tasa de mortalidad en
mujeres de 20 años y más, en todo el país, después de Chihuahua, Nuevo León,
Ciudad de México y Colima.
Preocupante
también es que de las 180 muertes registradas en ese año en Sonora, 170 se dieron
en áreas urbanas y 11 en zonas rurales.
Más
datos: INEGI menciona que en nuestro estado contamos con 14 mastógrafos y que
un bajo porcentaje corresponden a unidades móviles (una de la asociación George
Papanicolau y tres de la Fundación Beatriz Beltrones), son remolques con
recepción, vestidor, mastografía y digitalización.
El
razonamiento es: si 4 mastógrafos están
en las unidades móviles entonces 10 corresponden a instituciones y centros de
salud, la mayoría en zonas urbanas.
¿Entonces
por qué la mayor incidencia de defunciones se da en mujeres de las ciudades? Será
porque son más que en las zonas rurales? O porque la rutina no les da tiempo de
acudir al centro médico, o los prejuicios que aún persisten, o no están bien
informadas, o cualquier cosa que a usted se le ocurra.
Habrá
que revisar más cifras duras, pero será en otra entrega.
Mientras,
recuerdo que la información para aprender a autoexplorar las mamas se difunde
por todos los medios de comunicación, quizá no hemos sido capaces, ni
dependencias ni ciudadanos, de crear una
campaña que haga viral esta información en las redes sociales.
Una
campaña certera que haga a un lado los prejuicios y tabúes de ver mamas en
imágenes que muestren la forma correcta de detectar factores de riesgo.
Mediante
un moño o lazo rosa se nos invita a recordar todos los días que podemos salvar
vidas pasando información de la autoexploración.
Perder
a un ser querido es irremediable, de nada servirá llorar y decir que su muerte no
fue en vano ya que nos enseñó que la prevención no debe pasarse por alto.
Un
moño rosa nos recuerda que podemos reducir las cifras de muertes por cáncer de
mama, no debemos seguir perdiendo a las mujeres de nuestros hogares, mujeres
que son familia, compañeras de trabajo, lideres, amigas, por este motivo.
Un
lazo rosa en el pecho de hombres y mujeres, y en sus redes sociales, significa
el poder de la información en tiempo y forma, hagámosla viral, para que las
mujeres sonorenses no mueran por algo que puede evitarse.
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