lunes, 20 de julio de 2009

Ausencia

Gabriela Mistral

Se va de ti mi cuerpo gota a gota.
Se va mi cara en un óleo sordo;
se van mis manos en azogue suelto;
se van mis pies en dos tiempos de polvo.
¡Se te va todo, se nos va todo!
Se va mi voz, que te hacía campana
cerrada a cuanto no somos nosotros.
Se van mis gestos que se devanaban,
en lanzaderas, debajo tus ojos.
Y se te va la mirada que entrega,
cuando te mira, el enebro y el olmo.
Me voy de ti con tus mismos alientos:
como humedad de tu cuerpo evaporo.
Me voy de ti con vigilia y con sueño,
y en tu recuerdo más fiel ya me borro.
Y en tu memoria me vuelvo como esos
que no nacieron ni en llanos ni en sotos.
Sangre sería y me fuese en las palmas
de tu labor, y en tu boca de mosto.
Tu entraña fuese, y sería quemada
en marchas tuyas que nunca más oigo,
¡y en tu pasión que retumba en la noche
como demencia de mares solos!
¡Se nos va todo, se nos va todo!

SUEÑOS PARA NO SUICIDARSE II

Vuelo temeroso de mariposa, nerviosa, sabe que la vida la engullirá, inclemente. Todos los caminos llevan al mismo río de venas desangradas. Es un río turbulento vuelto agonía. Incierta puerta a la paz mortecina de sueños apagados. ¿Es la muerte inicio o final de la vida?


Pintura de Marilyn Duarte

Desde TJ


La letra desobediente
Braulio Peralta

2009-07-20


Siempre que escribo temo repetir un discurso. Porque la vida es tan cruel y a la vez tan dulce que lo más sencillo es el blanco y negro de las cosas. Por eso entiendo que la vida es una y la política, otra. Que la vida sigue y que es necesario esperar…
Por ejemplo: Las elecciones ya son lecciones que al parecer no atienden los arrogantes: la transición sigue su curso y pareciera que no será el PAN quien dará la pauta para el cauce a la democracia.
El mundo está afuera de la política, aunque los que gobiernan el universo dañan la vida personal de millones de personas con sus leyes que no se cumplen, dinero que no llega a los servicios más elementales e impuestos que indiscriminadamente son utilizados, más para servicios de unos cuantos, que para la sociedad.
Un lector atento me hizo ver que siempre achaco al PAN todos los males de México. Mi respuesta es simple: ellos son los que gobiernan desde la misma presidencia. Sobre ellos debieran ir las críticas.
Fue Calderón quien levantó las cloacas del narcotráfico y es el responsable de los sucesos de hoy, no los narcos. La estrategia fue fallida de nacimiento y estamos pagando los mexicanos las consecuencias. Se lo dijeron sus propios compañeros de partido, entre ellos Manuel Espino. No hubo una estrategia de guerra inteligente y se disparo el dragón dormido.
No se puede andar de príncipe valiente sin conocer al enemigo. Yo le recomendaría a Calderón leer Maquiavelo para Narcos, de Tomás Borges. Ellos saben más de estrategia que nosotros porque empezaron la guerra primero que nadie.
A los lectores que me critican les digo: no soy antipanista: soy antipresidencialista. Voy contra todo presidente que no sepa escuchar a los poderes del Estado. La democracia es eso: coparticipación. Si no se sabe escuchar el oído se atrofia y la democracia pierde.
Más que un estadista un presidente es una persona con sentido común. Es como el campesino que sabe qué sembrar según la temporada. Se nos olvida que el orgullo y la soberbia de un mandatario arrastra a millones de personas. Calderón necesita hablar consigo mismo, lejos de los Pinos, acaso en el bosque para encontrar los claroscuros y decidir por el bien de todos, ¡pero ya!
Y no es discurso. Es un razonamiento alejado del centro del país. Escribo desde Tijuana, hoy más tranquila porque los acontecimientos se fueron a Michoacán.

braulio.peralta@milenio.com

ESCONDEME


Gabriel Mistral


Escóndeme que el mundo no me adivine.
Escóndeme como el tronco su resina, y
que yo te perfume en la sombra, como
la gota de goma, y que te suavice con
ella, y los demás no sepan de dónde
viene tu dulzura…

Soy fea sin ti, como las cosas desarraigadas
de su sitio; como las raíces abandonadas
sobre el suelo.

¿Por qué no soy pequeña como la almendra
en el hueso cerrado?

¡Bébeme! ¡Hazme una gota de tu sangre, y
subiré a tu mejilla, y estaré en ella
como la pinta vivísima en la hoja de la
vid. Vuélveme tu suspiro, y subiré
y bajaré de tu pecho, me enredaré
en tu corazón, saldré al aire para volver
a entrar. Y estaré en este juego
toda la vida.

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