jueves, 18 de febrero de 2016

Honor a quien honor merece: Clementina Diaz y de Ovando

Clementina Díaz y de Ovando la alegría de vivir
Patricia Galeana*
Artículo publicado en el año de su fallecimiento.
E
l pasado 18 de febrero concluyó la fructífera existencia de la doctora Clementina Díaz y de Ovando, presidenta honoraria vitalicia de nuestra organización.
Nuestra querida Clemen, como le decíamos todas con cariño, fue una mujer ejemplar, amante de su patria, de su universidad y defensora de nuestro género. Dedicó su vida a escribir la historia del siglo XIX mexicano y de la institución que la formó, la universidad histórica de México.
Su primera vocación fue la docencia; fue profesora de literatura de la Escuela Nacional Preparatoria y después maestra de todas nosotras. Sus enseñanzas abarcaron no sólo el campo profesional, sino la vida misma.
Doña Clemen abrió brecha para las mujeres en el campo de la investigación. Ingresó en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) como ayudante de investigación en 1943. Posteriormente se convirtió en la primera mujer en dirigir un instituto de investigación en nuestra universidad. Fue también la primera mujer miembro de la Junta de Gobierno de nuestra máxima casa de estudios, en 1976. Su obra le mereció ser reconocida como investigadora emérita y recibir el Premio Universidad Nacional en Investigación en Humanidades.
Grande es el legado que nuestra Clemen aportó a la historiografía universitaria. Su historia La Escuela Nacional Preparatoria, los afanes y los días es lectura obligada para conocer la evolución de la educación en México. También sobre nuestra universidad escribió El Colegio Máximo de San Pedro y San PabloLa Ciudad Universitaria, reseña histórica 1929-1955Odontología y publicidad en la prensa mexicana del siglo XIX, entre otras obras. Fue la cronista de la UNAM, institución a la que dedicó más de setenta años de vida profesional.
Pionera en todo, fue también la primera mujer miembro de número de la Academia Mexicana de la Historia y de la Academia de la Lengua, consejera de la Fundación UNAM y de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Sobre el siglo XIX, Díaz y de Ovando estudió a los personajes de la generación más brillante de nuestra historia, la que construyó su Estado nacional. Destacan suAntología de Vicente Riva Palacio –su Chente, como le decía con cariño– y las obras completas de Juan Díaz Covarrubias, Ignacio Manuel Altamirano y Juan Mateos.1
Nuestra historiadora fue también pionera en dar a la prensa periódica carácter de fuente primaria para la historia. Y fue a la vanguardia historiográfica al dedicarse a la historia social y cultural. Estudió tanto las conmemoraciones cívicas como las fiestas populares; igual los cafés que los bailes, los anuncios de ocasión que las modas. Trabajó con un entusiasmo sin igual todas las manifestaciones culturales, las artes plásticas, la literatura y el arte culinario.
El amor a su patria está presente en todas las líneas que ha escrito, así como en todos los actos de su vida. Solía decir con orgullo que era más mexicana que el mole.
Desentrañando documentos olvidados, revisando minuciosamente periódicos de épocas pasadas, leyendo entre líneas lo que éstos sólo pueden decir a quien tiene su sensibilidad y conocimiento, o estudiando nuestra idiosincrasia a través de corridos y guisos, Clemen reconstruyó nuestro pasado en textos amenos que nos transmiten la alegría con que hacía su trabajo, constante durante toda su vida. Esa alegría inmensa que solamente tienen quienes viven en conciencia tranquila, porque han logrado una vida plena.
En palabras del poeta Rubén Bonifaz Nuño, doña Clementina fue un dechado ejemplar de cumplida humanidad; su calidez envolvió todo lo que tocó. De ella escribió el poeta: no aspira a la perfección seguramente porque la ha conseguido. Poseía la sencillez de la sabiduría.
Clemen fue también una mujer comprometida con los derechos humanos de las mujeres. Feminista militante, siempre optimista, su ejemplo nos anima a proseguir en la lucha por la causa de las mujeres. Fue un sol que irradiaba la alegría de vivir. Siempre estará en nuestro pensamiento y en nuestro corazón.
Crónica de una quimera: una inversión norteamericana en México en 1879,por sólo mencionar algunas de ellas.
Fuente: www.jornada.unam.mx/2012/03/20/opinion/020a1pol

Honor a quien honor merece: Toni Morrison

(Chole Anthony Wofford; Lorrain, Ohio, 1931) Narradora afroamericana. En 1949, egresada de la escuela pública de su ciudad natal, comenzó estudios universitarios en filología inglesa y más tarde en humanidades, que cursó en diversos centros. Se graduó en Howard University y se doctoró en Cornell. Fue profesora de filosofía y letras en las universidades de Yale, Howard, Texas y en la State University de Nueva York.

Toni Morrison
También enseñó escritura creativa en la Rutgers University de New Jersey, al mismo tiempo que trabajaba como editora de Random House, labor que venía desarrollando desde antes para pagarse los estudios. A su trabajo editorial se debe el descubrimiento de varios de los más representativos escritores de la joven literatura afroamericana de los Estados Unidos. Entre 1958 y 1964 estuvo casada con Harold Morrison, un arquitecto cuyo apellido adoptó (Toni es su apodo familiar) y con el que tuvo dos hijos.
Tenía casi cuarenta años cuando en 1970 se publicó su primera novela, Ojos azules. El juego de palabras contenido en el título es revelador de la trama de la obra (en inglés blue es azul y también triste), pero no alcanza a preparar al lector para la terrible historia que relata Morrison: una niña negra, llamada Pecola, que desea tener los ojos azules de Shirley Temple o de las muñecas de las niñas blancas, a la que su padre viola y que termina enloqueciendo.
La crítica no prestó demasiada atención a esta primera novela como tampoco lo hizo con la segunda, Sula, aparecida en 1973. Ambientada en la década de 1940, al igual que la anterior, cuenta el crecimiento paralelo y opuesto de dos mujeres negras: una, Nel, se adapta pasivamente al estereotipo de madre; la otra, Sula, elige vivir su propia vida incluso pagando el precio de la infelicidad y la muerte. El motivo que se encuentra en la base de esta obra, centrada en el tema del doble (Sula define a Nel como "otra versión de sí misma"), es la amistad entre mujeres dentro del universo variopinto y complejo del "neighborhood", el suburbio urbano habitado sólo por negros
En cambio, La canción de Salomón, publicada en 1977, obtuvo el National Books Critic Award, el premio oficial de la crítica, y tuvo asimismo éxito de público, consagrando a Morrison como una de las más importantes autoras contemporáneas de Estados Unidos. Construida en forma de "Bildungsroman", se basa en la leyenda del "africano volador", y sigue las etapas de la "quest" de Milkman, un chico negro de la ciudad de Detroit (que en la década de 1960 estaba siendo sacudida por la lucha por los derechos civiles), que se aventura en el Sur rural, tierra de sus antepasados, donde se reconcilia con su pasado familiar y racial, gracias al descubrimiento del mítico vuelo de su antepasado Solomon, inmortalizado en las palabras de una canción para niños.
En 1981 se publicó La isla de los caballeros, en la que la escritora profundiza en el tema de la identidad y del desarraigo a través de la historia mágica del amor entre Son y Jade, dos jóvenes afroamericanos que, en la década de 1980, miran de forma antitética los modelos culturales y de comportamiento impuestos por la sociedad de los blancos. En 1987 apareció Beloved, con la que obtuvo el premio Pulitzer. Esta obra estremecedora sintetiza varios siglos de dolor y desesperación del pueblo negro esclavo, con la descarnada decisión que se ve obligada a tomar una madre cuando el amo, cargado de cadenas, viene a buscar a su hijita para llevársela a su plantación: matar a la niña para evitar su esclavitud. La siguiente novela de Morrison fue Jazz, aparecida en 1992.
Toni Morrison no es la primera escritora negra de Norteamérica, pero sin duda es la fundadora de una literatura escrita desde y para los negros que, como ella misma, se identifican como afroamericanos, sin concesiones, traducciones ni alivios para blancos o negros integrados. Su narrativa es asimismo genuina y genéticamente femenina: uno de sus personajes es una mujer sin ombligo, lo que hace de ella una "primera" de la especie, acaso una demiurga y vehiculizadora de la mítica y los sueños de su pueblo, sin caer jamás en la tentación de convencer a nadie de que sus diferencias o de que sus peculiares señas de identidad supongan bondad o supremacía alguna.
De ahí quizá la grandeza de su narrativa que respira una lucidez de testigo y actora de sucesos de la vida que sencillamente ocurren (lo mismo si resultan trascendentes, maravillosos o miserables) sin asombro ni heroismos. Y acaso éste sea uno de los rasgos que se evaluaron en la concesión de uno de los más justos premios Nobel de la historia de este galardón, que recayó en ella en 1993.
Fuente: www.biografiasyvidas.com

Honor a quien honor merece: Lupita Perez Arias

Fue una talentosa cantante de ópera, aunque se le recuerda mayormente por las canciones de las películas de Disney “La bella durmiente” y “Blancanieves y los siete enanos”.


DIRECTOR: Edmundo Santos. AÑO DE DOBLAJE: 1959. ESTUDIO: Estudios Churubusco. INTÉRPRETE: Lupita Pérez Arias.
CIUDAD DE MÉXICO, 16 de febrero.- Siempre un paso adelante gracias a su talento, la mexicana Guadalupe Pérez Arias fue una talentosa cantante de ópera que se ganó el aprecio de sus maestros y la admiración del público, en especial de los infantes, a quienes deleitó con las canciones de las películas de Disney “La bella durmiente” y “Blancanieves y los siete enanos”.
Oriunda del estado de Guanajuato, donde vio la primera luz el 19 de agosto de 1921, en el seno de una familia de escasos recursos, Lupita siempre destacó por tenacidad, esa que a los 14 años la llevó a la capital mexicana, para alcanzar a su destino.
Una biografía de ella difundida en el sitio especializado en música Lastfm.es, señala que su gusto por la música lo heredó de su padre, quien tocaba la mandolina y la animó a inscribirse en el Conservatorio Nacional de Música, al cual ingresó a los 17 años.
Hice mucha ópera, pero también durante una época canté en radio, en la XEQ y en la XEW. Tenía un trío que éramos el "Trío Arco iris". Estaba formado por Enriqueta Martínez, Lupe Luna y yo. También estuve en una gira con el "Ballet Folklórico de Amalia Hernández", comentó en alguna entrevista.
Antes de ello, acota, tuvo que esperar y ayudar en el negocio de cocina que tenían sus padres en la calle de Artículo 123, en el centro de esta ciudad.
La situación era difícil pero ello no impidió que con el apoyo de su familia, en especial de su padre, Lupita estudiara nueve años en el Conservatorio, donde fue alumna de David Silva, Carlos Chávez y Eduardo Hernández Moncada.
Su esfuerzo obtuvo recompensas, pues además de graduarse en 1948 como una de las mejores alumnas de la institución, con un año menos de estudios, obtuvo varias becas posteriores que la llevaron a Madrid, España y a París, Francia, donde se perfeccionó.
Otra reseña biográfica, ésta del sitio doblajedisney.com, pondera que para 1959, la cantante ya había debutado en el Palacio de Bellas Artes, e incluso, en el ámbito del doblaje, al interpretar las canciones de la Princesa Aurora en “La bella durmiente", de la compañía de dibujos animados Walt Disney.
Recorrimos parte de Sudamérica y fue muy curioso, pues estaba yo trabajando en Bellas Artes y Amalia me llamó para hacerme la invitación. Al principio me había negado pues estaba trabajando con Luis Sandi y no podía quedarle mal. Amalia me dijo :"¡¿Si te consigo los permisos, vas!?" yo le dije que sí , pues bien, a los 3 días me volvió a llamar y diciendo "ya tienes permiso", no me quedó de otra más que aceptar, le contó a Miguel Navarro.
El maestro Eduardo Hernández Moncada sería quien le abriría las puertas para continuar con su carrera de doblaje, al recomendarla con Edmundo Santos, quien la llamó después para realizar “Blancanieves y los siete enanos”, en 1964.
Ya entregada de lleno a la música, se presentó en los mejores escenarios del mundo, entre ellos el Carnegie Hall de Nueva York, el Teatro Liceo en Barcelona, y en muchos otros ubicados en países como Dinamarca, Rusia, Francia, Holanda.
Lo mismo interpretó a personajes en la temporada de "Carmen", de Georges Bizet (1838 -1875); hasta de "La Traviatta", su ópera favorita, como en la inauguración de la nueva Basílica de Guadalupe en 1976.
Cuentan que en el 2001, Lupita, quien por amor a su arte renunció a tener una familia propia, demandó a la Compañía Disney exigiendo derechos de regalías por la explotación de sus doblajes en discos, casettes y videos, pero ambas películas fueron redobladas ese año con otras voces.
Un año después se retiró en definitiva de los escenarios debido a un padecimiento que le provocó una severa pérdida de voz. Murió el 17 de febrero de 2005, a los 83 años.
Su voz se apagó con el tiempo pero permanece en la memoria de quienes tuvieron la fortuna de escucharla, así como en algunas grabaciones que se mantienen en sitios como las estaciones de radio en las que participó y la Fonoteca Nacional.
Fuente: Excelsior.com

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