martes, 3 de febrero de 2009

Escribió Héctor Aguilar Camín

Héctor Aguilar Camin escribió, por allá en mayo del año pasado, en Mileno Diario: (Luego de una conversación con Soledad Loaeza), parafraseando a Robert Louis Stevenson:

*La conversación es el escenario y el instrumento de la amistad. Es el hablar armonioso de dos o tres personas.
*La conversación está exenta de la inmunidad paralizante del púlpito.
*No cabe ambición más noble que la de destacar en la conversación, mostrarse afable, alegre, tener un dato, una idea o un ejemplo para cada tema, desempeñar nuestro papel en el gran congreso universal, siempre reunido, donde día a día se traza el curso de la opinión pública.
*La literatura no es sino el reflejo de la buena conversación, pero se queda corta frente al original.
*La conversación es fluida, vacilante, busca y progresa. La palabra escrita fija, funda dogmas, deja moscas inamovibles en el ámbar de la verdad.
*Una buena conversación no se puede tener siempre que uno quiera. Los ánimos deben afinarse previamente en una suerte de obertura o prólogo.
*Una vez establecido el tema, cada uno de los conversadores se interpreta a sí mismo, como un instrumento. Hace afirmaciones, se justifica, se devana los sesos para dar con ejemplos y opiniones y los emite recién acuñados, para su propia sorpresa y para admiración de su interlocutor, su gentil adversario.
*Toda conversación es un festival de la ostentación. Cada uno acepta y alimenta la vanidad del otro.
*Conforme conversan, los conversadores rebasan los límites de su personalidad, crecen a la altura de sus pretensiones secretas. Se visten con palabras, viven durante un tiempo en un palacio encantado.
*Cuando la conversación termina, cada uno se va por su lado, resplandeciente todavía de vanidad y admiración, dejando nubes de gloria a su paso.
*La conversación debe avanzar mediante ejemplos, buscando lo pertinente, no lo expositivo. No debe alejarse de las líneas de lo humano, del nivel donde la historia, la ficción y la experiencia se cruzan y se iluminan entre ellas.
*El artista de la conversación sigue su corriente como un pescador los recovecos de un arroyo. Confía en el azar y se ve recompensado con la variedad, el placer y las cambiantes posibilidades de la verdad.
*La conversación es el más accesible de los placeres. No cuesta dinero, completa nuestra educación, funda y sostiene nuestras amistades, puede disfrutarse a cualquier edad y en casi cualquier estado de salud.

Hasta aquí Stevenson. Mi madre decía: “No hay mejor cura para cualquier cosa que un buen rato de conversación.

*Robert Louis Stevenson: La conversación y los conversadores, en Memoria para el olvido. Fondo de Cultura Económica/ Siruela, 2008.

EL DIVAN: ¿PARA QUE SE ES CANDIDATO?

EL DIVAN

Miguel Ángel Avilés
avilésdivan@hotmail.com

¿PARA QUE SE ES CANDIDATO?

…Cae más pronto un representante popular que un cojo.

El ajetreo que trae la clase política tanto de Sonora como del resto del país, que va de la desesperación a la hiperquinesia y de la voracidad a la gula electoral, incita a preguntarnos cual es hoy y en estos tiempos la razón principal que lleva a toda esta gente a querer ser, según ellos, un representante popular.
Es una pregunta ciertamente ingenua, pero al mismo tiempo sediciosa que busca enfrentarse, con toda provocación posible, a la esperada, predecible respuesta de estos actores que, de acuerdo a su retórica, vienen dispuestos a transformar al Estado y al país.
Pero, bueno, imagínese que tiene enfrente a Manlio Fabio Beltrones, a Gamboa Patrón, a Santiago Creel, o a Manuel Espino o a Chucho Ortega o a Jesús Zambrano o a Pablo Gómez o a Graco Ramírez o Manuel Camacho Solís o a Dante Delgado Beatriz Paredes, Germán Martínez, o Guadalupe Acosta Naranjo y viéndolo a los ojos, usted confronta a estas finísimas personas y le pregunta casi en secreto de confesión y dejándonos de chingaderas: ya en serio, en serio ¿Por qué y para que quieres ser candidato?
Si nos precipitamos y queremos anticiparnos a sus contestaciones, bien podemos concluir , por ejemplo, que lo que pretenden es, sea el caso estatal o nacional cada quien en su competencia, ayudar a los mas necesitados, proponer iniciativas de leyes vanguardistas, impedir que se sigan enriqueciendo unos cuantos, reducir la carga fiscal, reformar la constitución, mejorar las relaciones diplomáticas, blindar pemex ante un posible acaparamiento extranjero, concluir la reforma del Estado, legislar en materia de prevención delictiva, acabar de plano con la corrupción, hacer al país mas competitivo, erradicar la impunidad, ir a la caza de los delincuentes de cuello blanco, combatir la pobreza extrema, contribuir con sendas reformas o nuevas leyes al crecimiento del producto interno bruto, apoyar al campo o apuntalar la pesca.
Sí, nos adelantamos y respondimos por ellos. Pero palabras más, embustes menos, esas serían sus respuestas. Nadie dirá que ha utilizado y utilizará su sitio para fortalecer y acrecentar sus negocios propios, ni para abultar sus cuentas bancarias, ni para aumentar la adquisición de bienes, ni para vivir en la gloria el resto de sus días, ni para seguir perteneciendo a la oligarquía política, ni para beneficiar con puestos y con prebendas a su familia, ni para salir de la miseria en la que se encontraba antes de emprender su carrera política, ni para encubrir a distinguidas personalidades del crimen organizado.
Pero como usted ya se habrá dado cuenta ninguno de estos personajes vive en la honrada medianía. Ninguno. Lo admirable de todo esto es la gran capacidad que tienen para administrar sus arcas, pues sea en una precapampaña, en una campaña y luego instalado en su silla, despilfarran estratosféricas cantidades de dinero en propaganda excesiva propaganda, en imagen institucional, en dádivas, en viajes, gastan millones de pesos aparentemente irrecuperables, y a pesar de ello, sus caudales o sus peculios ni sufren ni se acongojan, a pesar de que mas de uno no labora en nada mientras está sin ocupar un encargo.
Sino me cree, haga memoria ahora en el Estado con unos cuantos: Ernesto de Lucas, Enrique Reyna, Jesús Bustamante, Petra Santos, Carlos Navarro, por mencionar a los vigentes ¿alguno de ellos?, Oscar Téllez, Monico Castillo ¿ninguno? Serrato Castell, Héctor Larios, Carlos Zataraín, Guillermo Hopkins ¿no? ¿Se rinde?.
Y no es que queramos que los señores tengan una vocación marginal o menesterosa, pero tampoco se puede concebir que su encargo únicamente les sirva, en los hechos, para ir de un lado a otro practicando la política de cañería que en la actualidad se ejerce y todavía cobrar, lícita o ilícitamente, por eso.
Eso sí: lo anterior admite, como paréntesis, un reconocimiento. Que en efecto, con vigor se han dado a la tarea de combatir la pobreza extrema: pero la de ellos.
Si nos quedamos ahí, nuestra pregunta inicial, ingenua, inocente, sin lugar a dudas candorosa estaría de mas. Pero en el terreno del deber ser, los propósitos enunciados al principio tendrían que ser, en un ideal legislativo, sus principales motivos para querer ocupar, con el ahínco que lo hacen, un espacio en el confortable mundo parlamentario, sobre todo hoy que la credibilidad de los partidos políticos y sus principales dirigentes está reducida a escala cero.
Aunque una cosa es lo que elucubre mi candidez o lo que digan la historia, el compromiso verdadero y las normas legislativas y otra muy distante, lo que en la vida real esta pasando con quienes les hemos endosado de buena fe nuestra democracia representativa los cuales han hecho de esta forma de gobierno su más cómoda forma de vivir.
Pero continuemos y para que les resulte familiar el tema, mencionemos ahora más aspirantes locales: Elías Serrano, Ernesto Gándara, Guillermo Padres, Dolores del Río, Sugich, Manuel Ignacio Acosta, Susana Saldaña, Carlos Daniel Fernández, Luís Fernando Rodríguez, Florencio Díaz y así hasta el infinito.
En el plano nacional, el peje se puedo cocer aparte, pero bastaría preguntar ¿es sólo su buen corazón para con los jodidos y la defensa del interés nacional el que lo mueve de Mérida hasta Ensenada y su economía personal como si nada? ¿Es correcto que se destinen recursos públicos para alguien que, a fuerza de ser sinceros, no tiene ninguna representación formal?
¿Quién de todos estos se podrá deslindar de sus muy particulares intereses partidistas para servir, como potencial legislador o jefe del ejecutivo, a las auténticas demandas que exige el Estado o el país? ¿Quien de todos, sin una objeción de demagogia sería un incansable luchador en defensa de las causas populares? ¿Quién de todos ellos podrá mirar de frente sin agachar la cara como tratando de esconder sus incongruencias? ¿Quién de ellos reñiría con su grupo con tal de combatir los privilegios de ciertas minorías económicas?
Los hechos demuestran que nadie. Sus velados actos de preprecampaña, su precampaña, y sus campañas, sin embargo, los ofertan como los paladines de las causas más nobles pero al tiempo nos damos cuenta, por enésima ocasión nos damos cuenta, que cae más pronto un legislador que un cojo.
Lo vimos en las pasadas elecciones, lo estamos viendo ya desde ahorita y nos los tendremos que merendar por varios meses, ahora que, oficialmente, se de el banderazo de salida. Son los mismos. Cuidado. Son los mismos.
Los candidatos a Gobernador de Sonora: ¿Quién le gusta? ¿Padrés? ¿Elías Serrano? ¿Alguno que improvise, como siempre, a última hora el PRD? ¿Díaz Armenta? ¿Dolores del Rio? ¿Gándara? Todos, cada uno por su lado, cada cual con su bandada, ofertarán bienestares populares y espejuelos con brillo, ofrendarán mejores calles y legalización de terrenos, inversiones y excelencia policíaca.
Lo propio dijeron hace tres años, hace seis, hace nueve. Su desvergüenza, nos obstante, carece de límites y basta que allá tras lomita se divise el próximo ciclo electoral para que, sin rubor alguno, comiencen a deslizar su figura en los medios a fin de posicionarse en la vitrina de lo salvadores de esta humanidad.
Y de nuevo vendrá el cuento del gato con los pies de trapo ¿quieres que te engañen otra vez?
El panorama se vuelve irremediable cuando uno voltea para todos lados y no hay opciones. Son estos con los que contamos. Y cuando uno todavía da señales de nuestra capacidad de asombro y mostramos indignación por su impudor, ellos, todos ellos, ya batidos en el mismo lodazal, anteponen su fácil argumento: es que así es la política.
Todavía más: se admiran, se lisonjean entre sí: a la pillería verbal de un candidato la llaman inteligencia, al cinismo le llaman astucia, al vaivén de un partido a otro le llaman derecho legítimo. A la complicidad le llaman oficio político. La decencia es hoy un pecado, una virtud en peligro de extinción.
El aspirante y convertido después en representante de sus votantes pues, no es en la actualidad un ciudadano dispuesto a dejarlo todo con tal de que, con el grano de su ejercicio público, coadyuve a transformar el estado de cosas y paulatinamente se vayan mejorando las condiciones de vida de la gente en todos sus rubros.
Por el contrario: con sus excepciones, gran parte de los actores políticos que hoy van de un curul a otro son aquellos que, al ser profundamente gris en sus logros personales o al no encontrar cabida en otras esferales laborales de la sociedad o para aumentar exponencialmente su riqueza y la de su familia, han descubierto en la vida partidista y sobre todo en los puestos de elección popular, la vía mas comodina y mas rentable para envejecer.
El Zancudo
(No mata, pero hace roncha)


Arturo Soto Munguía

Los pesares de Alfonso Elías

Una pregunta recorre el estado de Sonora: ¿tendrá Alfonso Elías el temple para asumirse el candidato de la amenaza, el chantaje, el abuso, la prepotencia y el gandallismo?
La forma en que están construyendo su candidatura, lo perfila como un político que busca legitimar sus aspiraciones, dejando el camino lleno de rencores entre cientos de familias que perdieron sus ingresos después de ser despedidos de su trabajo, por el ‘pecado’ de considerar, entre otras cosas, que Alfonso Elías es la garantía de una derrota para el PRI en la próxima elección constitucional.
La base de apoyos que le están construyendo al senador con licencia es un verdadero enigma.
El ‘proyecto ciudadano’ que dice encabezar es de lo más extraño, considerando sus desesperados y cada vez más infructuosos intentos por encontrar, en el no muy ciudadano y sí muy anquilosado corporativismo oficial, los votos que le permitan alzarse con el triunfo el próximo 8 de marzo.
Campirano que es, el candidato oficial debe saber muy bien que ‘el cariño comprado ni sabe querernos ni sabe ser fiel’.
Ha de sentir feo al saber que sus ‘encuentros ciudadanos’ son una oda al acarreo; que sus oyentes van porque si no lo hacen, los corren del trabajo, los aíslan, los marginan o en el peor de los casos, les quitan puntos en sus calificaciones, como ocurrió con los estudiantes del Cobach en Puerto Peñasco.
Ha de sentir feo al saber que le habla al vacío. Que sus palabras las escuchan sólo aquellos a quienes les pagan por oírlas y/o reproducirlas en algunos medios de comunicación.
Hay, y en la medida en que el proceso electoral avance se irán documentando, testimonios y anécdotas de los desaires que ha recibido, dentro y fuera de su partido.
Él mismo conoce muchas de esas situaciones, pero son más, mucho más las que permanecen en estado latente y que sólo esperan el momento para salir a la luz.
Esto se presenta, sobre todo, entre el amplio sector de servidores públicos del estado y los municipios, que pretenden ser utilizados para tender una red de apoyo, para trabajar a favor de su candidatura y para sumarle adeptos que, teóricamente, atiborrarían las urnas el 8 de marzo con votos a su favor.
El senador con licencia debe saber que no necesariamente es así. Que por todos lados, comienza a germinar el sentimiento contra la imposición a chaleco, de un candidato cuyas cualidades como ‘buena persona’, no le alcanzan para garantizar la victoria.
Que ese sentimiento es el que ya está afianzándose en sectores muy vastos de la población, y está haciendo florecer la exigencia de su derecho a decidir, ese que se ejerce en la intimidad de la casilla, donde nadie ve, donde nadie ordena.
Donde los ciudadanos, de un solo trazo, votarán con libertad y en ejercicio pleno de su derecho a decidir, independientemente de quién los haya llevado a la casilla y quién les haya prometido pagar en efectivo o en especie por su voto.
A la construcción de esa cultura cívica ha contribuido mucha gente, de todos los partidos políticos y sobre todo, la que sin militar en alguno de ellos, posee la inteligencia suficiente para saber qué es lo que le conviene.
Es parte de los logros obtenidos a través de muchos años de observar y participar en procesos electorales; de votar por uno o por otro, de probar la alternancia y aprobar o reprobar propuestas de gobierno.
Más que por la clase política, podría decirse que a pesar de esa clase política, la ciudadanía ha aprendido a valorar la importancia de su participación, y conforme avance el tiempo, esa misma ciudadanía sabrá darse a sí misma, en libertad, los gobiernos que demuestren mayor vocación para incluir a más gente en los beneficios del progreso, para incorporar a más sectores al desarrollo económico, cultural, social.
Lo que está en juego en la contienda interna del PRI, hoy por hoy rebasa al propio PRI.
Lo que está en juego es la necesidad de no desbarrancar lo poco o mucho que se ha avanzado en materia de democratización de la vida pública; la exigencia de procesos electorales limpios, democráticos y equitativos.
Y esa exigencia no es sólo de los priistas. Los rebasa. Incluye a cientos de miles que hoy tienen una credencial para votar, y habrán de hacerlo, en el libre ejercicio de su derecho a decidir.


PD.- No sólo no se prohíbe, sino que se exhorta a la reproducción total de esta columna, que es apenas un modestísimo esfuerzo por equilibrar la no muy modesta ‘cargada’.

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