Poesía
Palabras
para descifrar
el laberinto
del silencio.
Sylvia Manríquez
Periodismo, literatura, de todo un poco..
No más
octavos
Sylvia Teresa Manríquez
Tuve que
saltar; la masa de cuerpos arremolinados me dirigió a la única salida, una
ventana en el octavo piso, porque la escalera en llamas no podía transitarse.
Miré sólo una vez hacia atrás, al infierno de máquinas, telas, hilos y cuerpos;
y como quien no tiene más en la vida inicié un vuelo que no se detuvo al
impactarse en la calle, porque nos salieron alas que heredamos a nuestras hijas
y nietas. Allí dejamos el cuerpo y también la exigencia: igualdad y justicia.
Así imagino a las mujeres
atrapadas en el incendio que, nos han estado recordando los medios, es el
precedente del Día Internacional de la Mujer.
Conmemorar con
fiestas y flores esta fecha es como vivir en el tiempo suspendido, porque no
imagino a alguna sobreviviente de aquel incendio recibiendo rosas por haber
tenido la fortuna de no morir en el siniestro mientras veía a sus compañeras,
sus amigas, fallecer de manera trágica y dolorosa, solo por haber tenido el
valor de manifestarse.
En lugar de flores
viene bien reflexionar en la necesidad de políticas públicas que verdaderamente
aseguren equidad, igualdad y justicia.
Porque, quién gana
cuando a una mujer se le niega el empleo por estar embarazada, cuando necesita
cumplir con cánones de belleza irreales e injustos para ser tomada en cuenta,
cuando tiene que trabajar jornadas extenuantes para sobrevivir, cuando se le
limita el cupo en carreras consideradas masculinas, cuando su participación
política sigue siendo limitada en la práctica aunque en el discurso se asegure
que es equitativa. Perdemos todos.
El 8 de marzo es una
fecha que nos urge a hacer posible que miles de niñas mexicanas de comunidades
indígenas y rurales puedan vivir como seres humanos y no como mercancía; a
lograr que las mujeres podamos vivir sin violencia de género que nos cosifica.
Regalar rosas rojas
olvidando los antecedentes del 8 de Marzo es similar a caminar en el margen de
un oscuro abismo, con el riesgo de caer si no somos capaces de trabajar como
sociedad unida.
Tramitemos
condiciones que faciliten la autonomía de cada una de nuestras hijas, esposas,
madres, amigas, colegas. Recordemos que aunque cada vez hay más mujeres
ocupando puestos que antes eran exclusivos de los varones, el prejuicio sobre
su desempeño sigue vigente, y que la mayor parte de las jornadas extenuantes y
mal pagadas siguen siendo para las mujeres.
Estoy segura que hay
quienes reclamaran en este punto asegurando que las mujeres si hemos avanzado
en nuestras luchas y habrá quienes digan que no tienen reparos en contratar a hombres y mujeres para
un mismo trabajo, pero son los menos o se ven obligados por ciertas normas.
Reflexiono. Me siento
parte del colectivo histórico de mujeres que reconoce una lucha necesaria y tan
vigente hoy como hace dos siglos. En mi momento vencí prejuicios y me inscribí
en una carrera de ingeniería en la que solo había dos o tres mujeres más; como
muchas, me he sentido humillada cuando un jefe dice que no puedo ascender a un
puesto de dirección porque las mujeres no sabemos mandar.
Cada vez que manejo mi
propio auto, recuerdo que es posible gracias a las rebeldes que me preceden.
Cuando visto pantalones, porque hubo una época en que mi madre sufrió
señalamientos por vestirlos. Cuando decido si quiero o no tener más hijos
porque mi abuela no tuvo esta oportunidad.
Cuando veo las
jóvenes desarrollar trabajos que antes solo eran para los hombres, exigiendo su
derecho a decidir y hacer.
Cuando me doy tiempo
para reflexionar todo esto y actuar, asumiendo que con ello iré contra
anquilosados prejuicios incluidos los de mis propias congéneres, cuando no
terminan de comprender el valor y la fuerza que dan trabajar juntas, decidir
juntas, exigir juntas, conmemorar juntas.
Porque ya no puede
permitirse que las mujeres decidan como perder la batalla, igual que en el
incendio de 1908. Mujeres que al atreverse a exigir su derecho a condiciones de
trabajo similares a las de los hombres, se vieron forzadas a decidir como
morir, si en las llamas de un incendio o en la calle, destino final del vuelo
desde una ventana de octavo piso.
¿Recordaste
tu moño rosa?
Sylvia
Teresa Manríquez
Cuando
pienso en cáncer, pienso en enfermedad, muerte e impotencia.
En
el Día Mundial de Lucha Contra el Cáncer de Mama abunda la información al
respecto.
Entre
cifras oficiales que nos dicen dónde están y cómo son las mujeres que lo
padecen, hay información que debemos interpretar.
Por
ejemplo, por cada persona que fallece por esta razón, hay muchas más que siguen
luchando por superarlo; además un número más grande que no sabe que lo padece y
también están quienes tienen factores de
riesgo sin conocerlos y no toman precauciones debidas.
Sigo
preguntándome por qué el cáncer de mama nos arrebata más vidas cada año. Las cifras proporcionadas por
el INEGI corresponden al año 2014 y anteriores.
Cuando
leo que en Sonora fallecieron dos mujeres que tenían entre 25 y 29 años me doy cuenta que probablemente
no sabían que podían padecer cáncer de mama a tan corta edad.
En
el rango de los 30 a los 39 años fallecieron 8 mujeres que dejaron familias a
las que se deben respuestas y acciones; que quedaron con frustrante sentimiento
de impotencia y en algunos casos con un aprendizaje de vida nunca esperado.
En
el rango de 40 a 49 años fallecieron por esta causa 37 mujeres que quizá habrían
salvado la vida si la información hubiera llegado a tiempo.
54
mujeres de 50 a 59 años de edad perdieron la batalla contra el cáncer de mama, 54
mujeres que lucharon hasta donde las fuerzas y los recursos permitieron.
Todas
eran mujeres en edad productiva, pilares de su hogar y de su comunidad.
Las
cifras son duras y difíciles de asimilar, pero necesarias porque indican hechos importantes.
Según
el INEGI en 2014 Sonora ocupaba el quinto lugar en la tasa de mortalidad en
mujeres de 20 años y más, en todo el país, después de Chihuahua, Nuevo León,
Ciudad de México y Colima.
Preocupante
también es que de las 180 muertes registradas en ese año en Sonora, 170 se dieron
en áreas urbanas y 11 en zonas rurales.
Más
datos: INEGI menciona que en nuestro estado contamos con 14 mastógrafos y que
un bajo porcentaje corresponden a unidades móviles (una de la asociación George
Papanicolau y tres de la Fundación Beatriz Beltrones), son remolques con
recepción, vestidor, mastografía y digitalización.
El
razonamiento es: si 4 mastógrafos están
en las unidades móviles entonces 10 corresponden a instituciones y centros de
salud, la mayoría en zonas urbanas.
¿Entonces
por qué la mayor incidencia de defunciones se da en mujeres de las ciudades? Será
porque son más que en las zonas rurales? O porque la rutina no les da tiempo de
acudir al centro médico, o los prejuicios que aún persisten, o no están bien
informadas, o cualquier cosa que a usted se le ocurra.
Habrá
que revisar más cifras duras, pero será en otra entrega.
Mientras,
recuerdo que la información para aprender a autoexplorar las mamas se difunde
por todos los medios de comunicación, quizá no hemos sido capaces, ni
dependencias ni ciudadanos, de crear una
campaña que haga viral esta información en las redes sociales.
Una
campaña certera que haga a un lado los prejuicios y tabúes de ver mamas en
imágenes que muestren la forma correcta de detectar factores de riesgo.
Mediante
un moño o lazo rosa se nos invita a recordar todos los días que podemos salvar
vidas pasando información de la autoexploración.
Perder
a un ser querido es irremediable, de nada servirá llorar y decir que su muerte no
fue en vano ya que nos enseñó que la prevención no debe pasarse por alto.
Un
moño rosa nos recuerda que podemos reducir las cifras de muertes por cáncer de
mama, no debemos seguir perdiendo a las mujeres de nuestros hogares, mujeres
que son familia, compañeras de trabajo, lideres, amigas, por este motivo.
Un
lazo rosa en el pecho de hombres y mujeres, y en sus redes sociales, significa
el poder de la información en tiempo y forma, hagámosla viral, para que las
mujeres sonorenses no mueran por algo que puede evitarse.
Twitter @SylviaT
correo
sylvia283@hotmail.com
Instagram
sylvia.manriquez
Bloggerhttps://sylviatmanriquez.blogspot.com
¡Pasen la voz!
La escritora sonorense María Antonieta Mendivil también visitó De Letras corazón, en Radio Sonora. Platicó sobre sus novelas Duelo de noche y A ras de vuelo, recordó cuando fue columnista de El Imparcial, de sus amigas y compañeras escritoras ¿Sabían que al inicio de su carrera literaria enfrentó situaciones de machismo? De esto y mucho más charló con Sylvia Manriquez.
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De Letras Corazón, es producido y conducido por Sylva Manriquez, se transmite los lunes a las 19:00 horas en Radio Sonora, 94.7 fm www.radiosonora.com.mx
María Antonieta Mendívil [Gámez] es narradora y guionista mexicana. Cursó estudios de Licenciatura en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca; de Letras Hispánicas por la Universidad de Sonora; y de Ciencias de la Comunicación en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).
Ha participado en la edición, creación y fundación de Mucho gusto / arte en sus sentidos, Arte Sonorense, Gradas y Palabra de Mujer, además de ser coeditora de la sección monográfica en español de la revista RE / realidad y pensamiento, publicada en España. Ha colaborado para diversos medios impresos y virtuales como El Imparcial, Siempre !, Tierra Adentro, Cultura Norte, Expreso, La línea del Cosmonauta, Observatorio Digital, Homines y Espiral. Como guionista, participó en la radionovela La espera de Ofelia, programa producido por el Instituto Mexicano de la Radio imer que impulsa la alfabetización y se transmite en México y Estados Unidos.
En 1992, obtuvo la Beca Nacional Tierra Adentro en la categoría Edición; en 1994, fue becaria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes fecas en la categoría Jóvenes Creadores y, en 2001, en la categoría Jóvenes con Trayectoria; en 2005, obtuvo el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes fonca en la categoría Jóvenes Creadores, género novela (Sonora, 1971).
En poesía ha publicado Cuenta Regresiva (Instituto Sonorense de Cultura, 1992) y Llama (Libros del Umbral, 2008). Poemas suyos se han publicado en revistas y antologías de México y España. Ha sido becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.
En novela, Otros Tiempos (Equilibrio Editores, 1999), Duelo de noche "(Almuzara, 2006). Su novela A ras de vuelo (colección Andanzas de Tusquets Editores) fue elegida como una de las 10 mejores novelas del año 2011.
Esto y más en este podcast de De Letras Corazón, conduce Sylvia Manríquez.
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https://anchor.fm/silvia-manriquez/episodes/DE-LETRAS-CORAZON---MAURO-ARTURO-RIVERA-e15qcvb
Sylvia Manriquez charla con Mario Arturo Ramos en el programa De Letras Corazón, en Radio Sonora. .
Mario Arturo Ramos nació en Querétaro en 1949. Es poeta e investigador de música y literatura. Fundador de talleres de poesía, de música popular y de composición. Ganador de numerosos premios por sus canciones. Es colaborador de las secciones culturales del Diario de Querétaro, Noticias de Querétaro, El Imparcial y El Independiente de Hermosillo, El Heraldo de León, La voz del Norte, Diario de Culiacán, Albaratos de Culiacán, Excélsior, Universal y Ovaciones. También ha publicado varios artículos en revistas nacionales. Creador del espacio cultural Las Voces.
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Por si se lo perdieron, aquí el podcast con el programa DE LETRAS CORAZON, en el que Sylvia Manríquez charló con el escritor, mediador de lectura y Director de Cultura Municipal en Cajeme, Ismael Serna.
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Inicia en la danza en 1980 en Sonora. Sus estudios comprenden danza contemporánea, clásica, folclor mexicano y teatro. Ha recibido diferentes reconocimientos como coreógrafo que incluye el Premio INBA-UAM y el SOMEC-VITARS, es considerado como uno de los diez mejores bailarines del siglo XX en México.
Sus coreografías pertenecen al repertorio de importantes compañías en México y USA. Asesor, curador y jurado en eventos nacionales e internacionales. Ha sido miembro del Sistema Nacional de Creadores. Con Antares crea, promueve y difunde la danza contribuyendo a la formación de artistas emergentes.
Con una labor constante e ininterrumpida, se le considera uno de los más importantes coreógrafos de su generación.
Karina Maccio, Sylvia Manríquez, Sandra Mendoza, Dulce Dalia Hernández y Marcela Manuel.
Su anfitrionas: Anja Aguilera y Claudia Islas
Poesía Palabras para descifrar el laberinto del silencio. Sylvia Manríquez