Eran ríos de sangre. Lo vieron sus ojos de joven. Eran los cuerpos reventados destilando el líquido que corría por las aceras, por el pavimento. Daban vuelta en la avenida, otras tantas calles arriba, los cuerpos encimados en los cuerpos, estaban.Eran jóvenes que necesitaban ser escuchados, eran la pasión defensa a ultranza de sus ideas. Los vio con sus ojos que ahora rebasan los cincuenta años resistiendo el recuerdo. Dice ella que se llama Julieta Cárdenas, que hay una laguna en su mente, de ese tiempo, porque en la laguna de sangre se le perdió el control de su cuerpo, y la memoria se extravió también.Ahora vive en el norte que es Sonora, lejos de su tierra, pero un estupor le hace presa cada vez que se acerca ese mes en el cual la luna es tan grande como la crueldad de ese día.
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