11 de marzo de 2009
En ocasión del Día de la mujer (cuya utilidad y sentido también podríamos debatir), celebrado el pasado 8 de marzo, se nos ocurrió pensar en los personajes literarios femeninos más logrados.
Sin duda, la Maga -la musa de la novela más famosa de Cortázar, Rayuela- es uno de los inolvidables:
¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts; a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo del dentífrico.
Otro personaje digno de citar es Natalia, más conocida como Colometa (según la llamaba su marido, el Quimet), la protagonista de La Plaza del Diamante, la novela de posguerra de la catalana Mercé Rodoreda, que cuenta una historia de dificultades casi inverosímiles de tan duras, y todo desde una percepción peculiarísima que de algún modo anticipa el realismo mágico: "Y me miró como uno que se estuviese ahogando entre la gente, entre las flores, entre tantas tiendas" o:
Entonces fue cuando eché a correr y él corría detrás de mí, no se asuste… ¿no ve que no puede ir sola por las calles, que me la robarían?... y me cogió del brazo y me paró, ¿no ve que me la robarían, Colometa? Y mi madre muerta y yo parada como una tonta y la cinta de goma en la cintura apretando, apretando como si estuviese atada en una ramita de esparraguera con un alambre.
Entre los personajes femeninos de la literatura juvenil, las primeras heroínas que permanecen en el recuerdo intactas y brillantes son seguramente, las cuatro hermanas de Mujercitas (Meg, Jo, Beth y Amy). Y, por supuesto, también a la entrañable Anne, la de Tejados verdes, la pequeña huérfana (pelirroja y desbordantemente imaginativa) de la Isla del Príncipe Eduardo (Canadá)
Yendo hacia los clásicos, imposible olvidar la sobria y trágica figura de Yocasta (de Edipo Rey), que se mata ante la evidencia de la verdad: ha colaborado con el cumplimiento de la terrible profecía que anticipaba que se casaría con quien no sólo era el asesino de su esposo, sino también su hijo.
En Fortunata y Jacinta, Benito Pérez Galdós enfrentó dos mujeres bien diferentes, pero igualmente memorables, en el anhelo del amor del mismo hombre. Por un lado, la apasionada, rústica, pobrísima (y fértil) Fortunata: "(...) una mujer bonita, joven, alta... Parecía al acecho". Y, por el otro, la delicada, de buenos modales, "con más gracia que belleza", y estéril, Jacinta.
Entre las heroínas con sentido del humor, se destaca Bridget Jones, la editora entrada en kilos, treintiañera, soltera con apuro, protagonista de más de una situación embarazosa, que redacta en su diario íntimo (el libro se llama precisamente El diario de Bridget Jones) sus desventuras en el amor, encabezadas siempre por la cantidad de cigarrillos, alcohol y calorías consumidas, que Bridget no ha logrado moderar a lo largo de ese día.
También está la mejor detective de todos los tiempos, pionera en un mundo de hombres: la adorable Miss Marple (de Agatha Christie). Y entre los personajes trazados más recientemente, uno de los mejores es la compleja Briony, una preadolescente exaltada, anhelante de emociones y de deseos de protagonizar por fin el mundo de los adultos, para lo cual será capaz de tomar una decisión en particular que torcerá el destino de todo su entorno y que procurará expiar penosamente a lo largo de toda su vida (por eso el título de la obra: Expiación, de Ian McEwan). Es que evidentemente la impecabilidad moral no es uno de los requisitos para sobrevivir como personaje imborrable. Matices y debilidades suelen incluirlos con mayor seguridad en esa categoría. En el foro, hablando del tema (de los personajes en general), Akasha rescata a la caprichosa y frívola Scarlett, de Lo que el viento se llevó. Y muchos foristas citan también a Emma Bovary, como Azulirlaunde: "Todos somos Madame Bovary, y por eso nos molesta o nos toca en la sensibilidad. Todos soñamos con vivir en la literatura, y todos nos encontramos con una realidad chata muchas veces...", dice.
Pensando ahora solamente en la creación de personajes femeninos, ¿cuáles valoran más ustedes? ¿Cuáles han quedado como figuras nítidas, atractivas e indelebles en su memoria de lectores (de las citadas o de otras)? Votos, argumentaciones y debates, aquí.
Sin duda, la Maga -la musa de la novela más famosa de Cortázar, Rayuela- es uno de los inolvidables:
¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts; a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo del dentífrico.
Otro personaje digno de citar es Natalia, más conocida como Colometa (según la llamaba su marido, el Quimet), la protagonista de La Plaza del Diamante, la novela de posguerra de la catalana Mercé Rodoreda, que cuenta una historia de dificultades casi inverosímiles de tan duras, y todo desde una percepción peculiarísima que de algún modo anticipa el realismo mágico: "Y me miró como uno que se estuviese ahogando entre la gente, entre las flores, entre tantas tiendas" o:
Entonces fue cuando eché a correr y él corría detrás de mí, no se asuste… ¿no ve que no puede ir sola por las calles, que me la robarían?... y me cogió del brazo y me paró, ¿no ve que me la robarían, Colometa? Y mi madre muerta y yo parada como una tonta y la cinta de goma en la cintura apretando, apretando como si estuviese atada en una ramita de esparraguera con un alambre.
Entre los personajes femeninos de la literatura juvenil, las primeras heroínas que permanecen en el recuerdo intactas y brillantes son seguramente, las cuatro hermanas de Mujercitas (Meg, Jo, Beth y Amy). Y, por supuesto, también a la entrañable Anne, la de Tejados verdes, la pequeña huérfana (pelirroja y desbordantemente imaginativa) de la Isla del Príncipe Eduardo (Canadá)
Yendo hacia los clásicos, imposible olvidar la sobria y trágica figura de Yocasta (de Edipo Rey), que se mata ante la evidencia de la verdad: ha colaborado con el cumplimiento de la terrible profecía que anticipaba que se casaría con quien no sólo era el asesino de su esposo, sino también su hijo.
En Fortunata y Jacinta, Benito Pérez Galdós enfrentó dos mujeres bien diferentes, pero igualmente memorables, en el anhelo del amor del mismo hombre. Por un lado, la apasionada, rústica, pobrísima (y fértil) Fortunata: "(...) una mujer bonita, joven, alta... Parecía al acecho". Y, por el otro, la delicada, de buenos modales, "con más gracia que belleza", y estéril, Jacinta.
Entre las heroínas con sentido del humor, se destaca Bridget Jones, la editora entrada en kilos, treintiañera, soltera con apuro, protagonista de más de una situación embarazosa, que redacta en su diario íntimo (el libro se llama precisamente El diario de Bridget Jones) sus desventuras en el amor, encabezadas siempre por la cantidad de cigarrillos, alcohol y calorías consumidas, que Bridget no ha logrado moderar a lo largo de ese día.
También está la mejor detective de todos los tiempos, pionera en un mundo de hombres: la adorable Miss Marple (de Agatha Christie). Y entre los personajes trazados más recientemente, uno de los mejores es la compleja Briony, una preadolescente exaltada, anhelante de emociones y de deseos de protagonizar por fin el mundo de los adultos, para lo cual será capaz de tomar una decisión en particular que torcerá el destino de todo su entorno y que procurará expiar penosamente a lo largo de toda su vida (por eso el título de la obra: Expiación, de Ian McEwan). Es que evidentemente la impecabilidad moral no es uno de los requisitos para sobrevivir como personaje imborrable. Matices y debilidades suelen incluirlos con mayor seguridad en esa categoría. En el foro, hablando del tema (de los personajes en general), Akasha rescata a la caprichosa y frívola Scarlett, de Lo que el viento se llevó. Y muchos foristas citan también a Emma Bovary, como Azulirlaunde: "Todos somos Madame Bovary, y por eso nos molesta o nos toca en la sensibilidad. Todos soñamos con vivir en la literatura, y todos nos encontramos con una realidad chata muchas veces...", dice.
Pensando ahora solamente en la creación de personajes femeninos, ¿cuáles valoran más ustedes? ¿Cuáles han quedado como figuras nítidas, atractivas e indelebles en su memoria de lectores (de las citadas o de otras)? Votos, argumentaciones y debates, aquí.
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