___El viaje de regreso fue una pesadilla. Nos tocaron los asientos junto al sanitario y, como sabrás, no pueden reclinarse hacia atrás adecuadamente. Intentar dormir en tales circunstancias se convierte, primero, en un ejercicio de yoga y, al cabo de unos minutos, en un acto de contorsionismo. Por si fuera poco el sacrificio, a las 3 de la mañana llegamos a la aduana de San Emeterio, en pleno desierto de Altar, donde hay que bajar del autobús obligatoriamente para la revisión de rigor. El viaje concluyó a las 7 de la mañana en la terminal de autobuses de Hermosillo donde mi cuerpo descendió del camión en calidad de objeto para reciclaje.
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___Regresábamos de San Luis, Río Colorado, mi pueblo natal (disculpen la referencia, pero cuando digo el nombre de este lugar, la aposición "mi pueblo natal" surge de mi entraña como un resorte), de participar en las XVIII Jornadas Binacionales de Literatura Abigael Bohórquez donde compartimos letras y libros con letreros y libreros. Por cierto, se celebró ahí la primera Feria del Libro con platillos, castañuelas y espantasuegras; mucha asistencia en la Plaza Benito Juárez, público adulto y niños deseosos de vincularse al arte de alguna manera. Hubo teatro, música, mimos y, finalmente, presentaciones de libros. Destacó un concierto de piano a cargo de un mozo bien entrenado que igual tocó Beethoven, Brahms y Debussy, que Coldplay y rock alternativo. Nadie quedó sentido.
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___Rubén Meneses, motor incansable de las Jornadas, y su equipo de colaboradoras y colaboradores tuvieron la noble idea de realizar el evento en un salón del hotel donde nos hospedaron, de modo que cama, pan y letras nos fueron suministradas por partes iguales en un espacio acotado que mantenía nuestros índices de colesterol intactos. Gracias muchas a todos los dedicados a mantener éste que es el evento literario de mayor tradición.
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___Las Jornadas se destacaron esta vez por la presencia de varios doctores de la lengua castellana que laboran en universidades del país del dólar, dedicados con especial afán al estudio de la literatura fronteriza, binacional y spanglishera. Nuestros amigos Lilvia Soto y Manuel Murrieta entre ellos, iluminaron nuestra ignorancia acerca de la tradición y modalidades que ha cobrado la literatura escrita por exiliados, despatriados, repatriados, desarraigados, seres con identidad dual, biconceptuales y bilingües, y otras modalidades más que acuna la compleja maraña que conocemos como frontera.
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