Yo, el cura
Por Braulio Peralta
2009-04-13
Buda critica al yo porque “engendra egoísmo”. Muy alejado de la frase clásica de Ortega y Gasset: “Yo soy yoy mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Renunciar al yo es como renunciar a la filosofía, la duda como un oficio para vivir. Buda no podía ser más que su propio yo, digan lo que digan sus seguidores. Buda tenía una filosofía basada en la renuncia. La confusión de sus alumnos es confundir sus egoísmos con la importancia de ser tu propio yo.
Tengo años ejerciendo el yoga. Hay ocho estadios para alcanzar la plenitud. No me atrevería a decirles en que estadio me encuentro, pero les aseguro que no es la confusión en que viven las religiones, y menos aquellos que se dicen portadores de la palabra de su Dios. Prefiero la lección hindú en el Mahabharata: “Mi propio yo es, a la vez, mi amigo y mi enemigo”.
Resulta más fácil creer en otros que ya hicieron su camino, en vez de creer en uno mismo, en su propia ruta. No existe el don de lo ajeno. Acaso se aprende leyendo, practicando, relajando la respiración, intentando la integración de la conciencia. En los libros y algunos maestros está el camino, sí, pero uno solo atraviesa su propia significación de la vida o toma de conciencia. Para qué la conciencia, dirán algunos. Ante un mundo tan adverso, conciencia para impedir la adversidad en tu vereda. Abrir un surco posible entre “el mundo”, y uno.
Siempre le he dicho a una amiga que practica religiosamente la meditación que, el día que yo decida irme de este mundo, mejor desaparezco. No nos mintamos, estamos aquí: no podemos separar el yo de la conciencia ante el mundo que nos rodea. Sí, es hermosa la filosofía de Buda pero habría que desaparecer todo vestigio social para lograr justamente eso: la rendición ante todo, incluido el yo que llevamos dentro. Yo aun creo en la vida social. En la necesidad de la honestidad, la ética, los derechos humanos. Y creo que la toma de conciencia, la toma del yo moral puede ayudar a impedir la corrupción. Gandhi lo entendió, pero lo mataron. Las sociedades exigen sacrificios humanos. No estoy seguro de que esto cambie (ay, México).
Pero con un yo se puede. Miren lo que pasó con el cura de Argentina: en plena misa se confesó enamorado; ante los feligreses se quitó los hábitos, renunció al celibato por su novia. Es la mejor Semana Santa que me da la vida. ¡Viva el yo!braulio.peralta@milenio.com
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