sábado, 11 de julio de 2009

El día más importante

El Zancudo
(No mata, pero hace roncha)

Arturo Soto Munguía

chaposoto67@hotmail.com


“Si ustedes nos dejan solos, ¿con qué voz vamos a pedir justicia?”
Cristina García, madre de Bryan Alexander, una de las 48 cruces del 5 de junio.


La de mañana sábado, es la marcha más importante de las seis a las que han convocado los padres de los niños muertos en el incendio de la guardería ABC, en Hermosillo.
Desde el 5 de junio, la sociedad hermosillense abrazó el duelo de las familias lastimadas, lo hizo suyo y lo reiteró en millones de pasos silenciosos que de tan callados, han vuelto hacia sí los ojos de todo el mundo.
Y en todos los idiomas han hecho suya esa palabra tan sencilla: “Justicia”.
El Movimiento 5 de Junio está construyendo una historia ejemplar, como sólo podría ser ejemplar la hazaña de impedir que la muerte de 48 niños quede impune.
Ha congregado en torno suyo a una impresionante diversidad hermosillense, que salió a las calles a probar lo que está dispuesta a hacer cuando se meten con sus hijos.

II
La gente salió a sentirse mayoría. A sentirse poderosa, como sólo pueden ser una madre, un padre cuando le arrebatan a sus hijos.
La gente no salió a contar los votos ni a calcular el número de plurinominales, sino a exigir justicia.
¿Influyó en el ánimo de los electores? Sí, pero eso es la consecuencia natural de un ejercicio de gobierno inadecuado, para no decir corrupto.
Luego entonces, comenzó a influir desde el momento en que aparecieron los deslindes y las acusaciones entre la clase política, cuando aún no se disipaba el humo del incendio.
Y después de un mes en que no se resolvió nada, en que se escamoteó la información a pesar de todos los ISO 9000 a la transparencia, y en que la disputa electoral se montó en la tragedia, se sucedieron cuatro marchas, cada una más grande, más poderosa.
Hasta que llegó la quinta, la del cuatro de julio, un día antes de las elecciones.
Esa marcha convocó por lo menos a 20 mil asistentes y su silencio estremeció a todo el mundo con su estruendo desde la plaza pública, para gritar: ¡Aquí estamos, no nos cansamos, no nos rendimos!
Y entonces todos voltearon a ver. Y todos comenzaron a verse entre sí y a preguntarse si valdría la pena una tarde diferente, para decirle a los hijos que si el fuego los hubiese tocado, también estarían en la calle y en donde hubiera que estar, para exigir justicia.
Y esa convocatoria hizo que decenas de miles tomaran la ciudad y marcharan, solidarios y atentos, respetuosos e indignados, preguntándose mil cosas.
Escuchando el llanto de la madre, los sollozos de la abuela, el grito desgarrado y desgarrador del padre, estuvieron ahí, solidarios, haciéndose uno con todos.
Eso volvió poderoso este movimiento.

III

Después del rumbo que ha tomado el tristísimo proceso electoral, la sociedad hermosillense que asistió a las marchas anteriores debe saber que si la de mañana se debilita, estaría dándole la razón a quienes sostienen que los motivos de la marcha eran otros.
Creo que no es así, por una razón sencilla:
La campaña electoral jamás levantó suficientes simpatías. Los candidatos tuvieron que montarse en los hombros del grupo, el cantante de moda, para enviarle a la gente a través de las pantallas y en los diarios, el mensaje de que sus simpatizantes eran muchos.
Una campaña tan hueca, tan plana, tan bizarra al mismo tiempo, jamás convocó el interés mayoritario, como lo prueba hoy el índice de abstencionismo, el mayor que se haya registrado en la historia contemporánea del estado.
Más de la mitad de los sonorenses en edad de votar, prefirieron ignorar el proceso de sucesión gubernamental 2009. Muchos lo despreciaron.
De la ‘minoría’ que sí fue a votar, la ‘mayoría’ no lo hubiera hecho si no es porque les fueron a cobrar el piso de cemento, las despensas, las prótesis, los lentes o las láminas negras.
O las galvanizadas, que resultan tan frescas en el techo de sus casitas, ahora que la sensación térmica ha alcanzado los 51 grados centígrados.
O porque los llevaron y trajeron en taxi. O porque de plano les tiraron con una feria, tan poquita, que hasta sobra para comprar todas las promesas envueltas en ese billete.
Así, cualquiera voltea atrás y ve tan cavernaria la realidad electoral, que toma la decisión de no ser parte de ella, ignorando una costosa, tardía y probadamente ineficaz campaña de promoción al voto, (no a la cultura democrática), lanzada a fuego graneado durante los días previos a los comicios.

IV

La multitud que se reunió el pasado 4 de julio en la plaza Emiliana de Zubeldía, la que marchó desde la ciertamente aberrante guardería ABC; la que vio sumarse a miles en el camino, no lo hizo atendiendo un llamado de los dirigentes partidistas o de sus candidatos.
Que no se la jalen tanto.
Sus campañas no convocaron el interés ciudadano. No encontraron la forma de hacerlo porque su oferta política más evidente es la reyerta a chingadazos.
Y esa no es prioridad en la agenda ciudadana de estos días, en Hermosillo.
Aquí, ahora, la gente que está en la calle por su propio pie y con sus mismas exigencias, está pidiendo otra cosa.
Las demandas son muy concretas, justas y legítimas.
Están contenidas en el Manifiesto a la Nación que presentaron los padres de familia durante la quinta marcha el pasado 4 de julio.
1.- Justicia ejemplar, completa e imparcial a través de procesos transparentes a todos los culpables del asesinato y de las lesiones a nuestros niños y niñas.
2.- Reparación del daño moral a través del pago de indemnizaciones de acuerdo a la enorme magnitud de la pérdida, sin condicionamiento alguno ni cesión de los derechos.
3.- Atención médica especializada de la más alta calidad y de por vida para todos los niños y niñas convalecientes y a sus familiares, a cargo del Estado y sus instituciones.
4.- Cancelación inmediata de todos los contratos de subrogación de todas las guarderías del IMSS en manos de particulares.
5.- Sustitución total del modelo neoliberal de salud y seguridad social, que es la causa primigenia de esta desgracia, por uno nuevo que ponga por delante las necesidades del pueblo.
6.- Demolición de las aberrantes instalaciones del sitio de la tragedia, la construcción de un hospital y la elevación de un monumento en memoria de los niños y niñas asesinados y heridos.

V

Demandas contundentes, como una vida cotidiana destrozada. Simples, como la certeza de que en eso de la corrupción y la impunidad, el gobierno es una mona vestida de seda y luego entonces, mona se queda.
El motivo de la marcha de este sábado no es el recuento de los votos.
Los motivos de la marcha son otros y lo siguen siendo.
Por eso hay que asistir este sábado, para demostrar que el gozo de saberse mayoría no tiene que ver con el reparto de plurinominales, sino con la exigencia de justicia para esas familias hermosillenses, que pudieron ser cualquier familia.
Para que no nos confundan.


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