La letra desobediente
Braulio Peralta
Braulio Peralta
2009-07-06
El enigma de la muerte es el motor de nuestra vida. Y el tema policial uno de los géneros literarios que toca estas circunstancias: robo, asesinato, suicidio, corrupción en todos los órdenes…
La novela negra o de enigma nació en el siglo XIX con el norteamericano Edgar Allan Poe, género que desarrollaron después los ingleses, entre ellos Wilkie Collins, Connan Doyle, Chesterton, Dorothy Sayers y Ágata Christie. Las tramas siempre son parecidas; la manera en que se cometió un crimen y quién y por qué lo hizo. El detective, el policía, el especialista en buscar al asesino o ladrón es el leit motiv de la novela.
La novela negra norteamericana la inició Dashiell Hammet a principios del siglo XX: Cosecha roja, El halcón maltés, sus más conocidas. Siguió Raymond Chandler con Un largo adiós, en 1953. Los móviles del asesinato son fundamentales para entender o entrar en la trama. El asesino o ladrón tiene un persecutor: el que encuentra en los detalles al que deja huellas.
En México la novela negra llega tarde, aun cuando ya María Elvira Bermúdez hubiera escrito Muerte a la zaga y Diferentes razones tiene la muerte. Fue en 1969 con El complot mongol, de Rafael Bernal, cuando llegó el primer clásico del género al país. Un libro vigente: cumple ahora 40 de publicado.
En Latinoamérica hay pocos ejemplos, los más famosos, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares con sus Nuevos cuentos de H. Bustos Domecq, y Seis problemas para don Isidro Parodi. Ellos inventan a Bustos Domecq, pero Borges y Bioy no quisieron “degradarse” ante el género, comparado con el sentir de la gran novela, por eso firmaron con pseudónimo. Domecq.
No comparo a ninguno de los mencionados con Emmanuel Matta, autor de Los misterios de la ópera, pero sí decir que el libro tiene referencias a lo que señalé. Ejemplos: la novela de Bernal inicia en la cantina de La ópera; o, en Seis problemas para don Isidro Parodi, un preso, un detective que tiene que recurrir a su inteligencia para descubrir a los delincuentes.
Matta, un hombre que de la ópera convertido en un brillante detective que, apenas con la ayuda de dos secretarios particulares, Fortunato y Jacinto, va descubriendo a los asesinos o ladrones.
La novela negra o de enigma nació en el siglo XIX con el norteamericano Edgar Allan Poe, género que desarrollaron después los ingleses, entre ellos Wilkie Collins, Connan Doyle, Chesterton, Dorothy Sayers y Ágata Christie. Las tramas siempre son parecidas; la manera en que se cometió un crimen y quién y por qué lo hizo. El detective, el policía, el especialista en buscar al asesino o ladrón es el leit motiv de la novela.
La novela negra norteamericana la inició Dashiell Hammet a principios del siglo XX: Cosecha roja, El halcón maltés, sus más conocidas. Siguió Raymond Chandler con Un largo adiós, en 1953. Los móviles del asesinato son fundamentales para entender o entrar en la trama. El asesino o ladrón tiene un persecutor: el que encuentra en los detalles al que deja huellas.
En México la novela negra llega tarde, aun cuando ya María Elvira Bermúdez hubiera escrito Muerte a la zaga y Diferentes razones tiene la muerte. Fue en 1969 con El complot mongol, de Rafael Bernal, cuando llegó el primer clásico del género al país. Un libro vigente: cumple ahora 40 de publicado.
En Latinoamérica hay pocos ejemplos, los más famosos, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares con sus Nuevos cuentos de H. Bustos Domecq, y Seis problemas para don Isidro Parodi. Ellos inventan a Bustos Domecq, pero Borges y Bioy no quisieron “degradarse” ante el género, comparado con el sentir de la gran novela, por eso firmaron con pseudónimo. Domecq.
No comparo a ninguno de los mencionados con Emmanuel Matta, autor de Los misterios de la ópera, pero sí decir que el libro tiene referencias a lo que señalé. Ejemplos: la novela de Bernal inicia en la cantina de La ópera; o, en Seis problemas para don Isidro Parodi, un preso, un detective que tiene que recurrir a su inteligencia para descubrir a los delincuentes.
Matta, un hombre que de la ópera convertido en un brillante detective que, apenas con la ayuda de dos secretarios particulares, Fortunato y Jacinto, va descubriendo a los asesinos o ladrones.
Dos preguntas: ¿Quién es Emmanuel Matta y quiénes los culpables de los niños muertos en Hermosillo? Investiguemos.
braulio.peralta@milenio.com
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