miércoles, 30 de junio de 2010

Sólo para priistas: ¿Quién era un peligro para México?

Arturo Soto Munguía
El discurso de Felipe Calderón es en estos días, aterrador. De por sí nunca ha sido muy afortunado, si se considera aquel fatídico ‘haiga sido como haiga sido’ con el que justificó su arribo a Los Pinos.

Pero ahora el discurso de Calderón aterra porque luce bien distanciado de la realidad nacional.

El asesinato del candidato del PRI a la gubernatura de Tamaulipas Fernando Torre Cantú, apenas dio para un pronunciamiento plano, pletórico de aburridos y gastados lugares comunes; para una débil convocatoria a la unidad nacional y una más débil promesa de ‘llegar-hasta-las-últimas-consecuencias-caiga-quien-caiga-y…”.

Fíjese, acribillado lector al que no le alcanza el llanto para lavar la derrota frente a Argentina; asómbrese, masacrada lectora a la que no cabe consuelo por la muerte de El Shaka, de lo que dice Calderón, después de la ejecución masiva en Tamaulipas que prendió focos rojos en todos lados:

“El crimen organizado es una amenaza permanente por lo que partidos, legisladores y gobernadores debemos cerrar filas para evitarlo”.

(Masiosare un extraño enemigo…)

“Lo ocurrido no es un ataque contra un ciudadano, sino contra las instituciones democráticas y la sociedad entera, por lo que ello reclama una respuesta unida y firme"
(Un mexicano nunca mea solo)
“El crimen organizado no conseguirá su objetivos, pues frente a la cobardía está la unidad y la corresponsabilidad de los mexicanos".
(Y frente a la masacre indiscriminada, está la convicción de que en toda guerra hay bajas)

Por último, se comprometió a “esclarecer los hechos y llevar a los culpables ante la justicia”.

(Hagan de cuenta que se trata de los socios de la Guardería ABC)



II

¿En qué auditorio puede sonar creíble el discurso de Felipe Calderón? Aventuremos unas hipótesis:

a).- En el que llenó las encuestas a favor o en contra de que el señor se fuera a Sudáfrica, llevando consigo a su esposa Margarita Zavala; a su Jefe de Estado Mayor Presidencial, Jesús Castillo; a la Canciller Patricia Espinoza y a su secretaria privada, Aitza Aguilar. (Para llegar a Johannesburgo, Calderón se chutó como 23 horas de vuelo, con dos escalas para abastecer combustible que, por supuesto no le cuesta).

b).- En el que cree a pie juntillas que Calderón no tiene las manos metidas hasta los codos, en los procesos electorales estatales.

c).- Entre quienes aplaudieron y secundaron aquella campaña negrísima y desde luego costosísima, para alertar sobre el ‘peligro para México’ que representaba Andrés Manuel López Obrador, con quien -se lamentan ahora-, por lo menos se podía platicar, y no como Calderón y César Nava, que primero nos graban y luego averiguan.

d).- Entre aquellos que sostienen que 23 mil muertos en la guerra contra el crimen organizado son bien poquitos, considerando que el 90 por ciento de los caídos, han sido efectivamente personas relacionadas con la delincuencia.
El otro diez por ciento no pinta mucho en las encuestas, porque son estudiantes, niños, amas de casa, peatones, policías, soldados, empresarios, aspirantes a la presidencia, candidatos a las alcaldías y para cerrar el cuadro, el primer candidato a una gubernatura, nada menos que la del estado de Tamaulipas.

e).- Entre los que creían que la Selección Nacional vencería a Argentina, acaso porque en medio de tanto pinche cochinero, en algo se tiene qué creer.

III

Hay varias razones para no creer el discurso de Calderón, comenzando por aquel dislate acerca de la generación de empleo; hay, también, muchos motivos para preocuparse, comenzando por el llamado a la defensa de las instituciones democráticas, en un país donde la democracia se ejerce a salto de mata y a punta de bala.

El Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional es, desde el punto de vista calderoniano, una institución democrática lo mismo que la Secretaría de Gobernación.

Que a veces graben las conversaciones telefónicas de candidatos, gobernadores o personajes de la oposición, no les quita lo democráticas, mientras nadie le quite lo patriótico al fraude electoral de Manuel Bartlett en 1986 en Chihuahua.

Según Calderón, las instituciones en México son democráticas, pero cada vez más mexicanos de todos los estratos sociales, se encuentran con que las instituciones en México no sólo son antidemocráticas, sino que además son profundamente ineficientes y corruptas en diverso grado, lo que les está arruinando la vida.

El asunto va desde el hermosillense que le mienta la madre a su gobierno municipal porque no tiene agua en su casa, hasta el sacudimiento en las más altas esferas del poder político y económico, donde lo mismo secuestran al Jefe Diego que asesinan a un candidato a gobernador o a un acaudalado empresario.

De la chingada, la cosa…

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