martes, 6 de julio de 2010

Susana Pérez: La posibilidad de elegir.

Por Wichy García Fuentes.


En mi memoria guardo pocos actores o actrices de Cuba que ejercieran con la seriedad de Susana Pérez. Es fácil recordarla repasando la letra con fruición, antes de empezar a grabar algún programa, revisando cada inflexión de la voz, cada sentido subyacente en el texto, con la precisión de un acróbata o un relojero. Si hubiese sido ella una actriz común, habría descansado en su belleza, en el hechizo perverso de su mirada para la conquista fácil de cualquier auditorio, pero Susana no se conformó con la armoniosa linealidad de la dulce damita de folletín, sino que, por suerte para nosotros, evolucionó hasta caracterizaciones tan complejas como la María Callas del teleteatro Clase Magistral, o la alocada Verónica Toledo, de la serie El Balcón de los Helechos. Ni qué decir de sus personajes teatrales, de sus disertaciones para teatro de cámara con Pareja abierta o Tengamos el sexo en paz… Susana Pérez ha sido, y es, una artista cubana que se ha ganado el respeto de su gente a base de esfuerzo, talento y oficio.

Por ello el acto de entrevistarla, aún cuando exista amistad de por medio, es un compromiso muy especial, una responsabilidad para con la escena cubana que no se puede tomar a la ligera. Susana ya es un ícono de nuestra cultura, y no podía sino estar de acuerdo con ella cuando me advirtió: “Me gustaría que fueras más allá de las entrevistas que últimamente me hacen, y que no dejan de hablarme de Charito y Sol de Batey…”

“No hay problema”, le dije, y acaso ya estaba pensando meterla en camisa de once varas, incitándola a departir sobre su nuevo oficio, el de artista emigrante en un horizonte muy diferente al de nuestra querida Cuba surrealista.

CARA A CARA CON ESTATUNIÑA.

- En un plano personal ¿qué diferencias substanciales hay entre la Susana de antes de emigrar y la Susana de hoy?

- Mira, en esencia yo no he cambiado en nada, pero necesariamente, cuando te vas a vivir a otro lugar, no queda más remedio que hacer cambios, pasar por un proceso de adaptación. Yo en eso siempre he tenido mucha facilidad, quizás sea un defecto, pero al poco tiempo de estar en una realidad diferente a la habitual, ya me siento como en mi casa. Además, le noté una característica a Miami: me encontraba a tantos cubanos, que durante mucho tiempo tenía la sensación de que no me había movido de Cuba, sino que estaba, quizás, en otra provincia. No por gusto los miamenses dicen que Miami es la provincia más al norte de Cuba…

Aquí se ríe, encantadora y chispeante como aquel personaje, Verónica, de “El Balcón de los Helechos”, después de un “¡Ay, estetuniño, no te me acomplejes!”…

- …Cuando entras a cualquier canal de televisión es como si fuera una extensión de la nuestra, porque has trabajado con esos técnicos durante años y sólo es un reencuentro. Por eso tantos cubanos que han emigrado - me refiero a los mayores - no hablan inglés, porque en realidad no lo necesitan… Pero tratando de concretar, creo que la esencia de mi persona no ha cambiado en absoluto.

- ¿Varió tu visión sociopolítica acerca de la realidad cubana?

- Si, completamente. Y lo curioso no es que haya cambiado por lo que he conocido aquí, que es un exilio muy variado…

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