Braulio Peralta
La Edad Media —esa jerarquía Dios-Rey-Iglesia-Nobleza-Pueblo— regresa con fuerza inusitada a los rincones del planeta a través de los medios de comunicación. ¿No lo creen? Sumen el tiempo concedido al casamiento del príncipe Guillermo con la plebeya Kate Middleton, y a la beatificación de Juan Pablo II: una prueba irrefutable de esa unidad, donde los usos y costumbres imperiales y el boato religioso es lo que las masas admiran. ¡El rating no puede mentir!Nadie podría comprobar que “la fe mueve montañas”, ni importa. Mejor soñar colectivamente gracias a la televisión, internet, todas las tecnologías que nos acercan a las imágenes de esos, los intocables, los elegidos de Dios, los intachables que nos brindan la oportunidad de creer que, alguna vez, alguien se apiadará de nosotros. Las grandes trasnacionales de la información, los monopolios mexicanos nos dan la oportunidad de palpar al beato y felicitar a los príncipes vía satelital. ¡Gracias!
La gente huye de la realidad, harta de tsunamis, tornados, terremotos e inundaciones que desaparecen gente y aldeas; de guerras, allá en África, Asia y más; o aquí, en la ciudad más peligrosa del mundo, Juárez. Hoy no. Hoy, que Dios y el Papa y los príncipes nos conduzcan al mundo de la ilusión. Para eso están los dueños de las televisoras, ricos y famosos: burgueses al servicio de los intereses de la Iglesia y la alta jerarquía. No en balde al final del XVI, cuando la Edad Media terminaba su ciclo, nacía la burguesía para acrecentar sus ganancias. ¡Estaba perfectamente calculado! ¡Muera el rey, viva el dinero!
¿Miento? ¿Este texto está ideologizado, víctima de intereses laicistas y antimonárquicos? Juzguen ustedes, los lectores: todos conocen la historia de Marcial Maciel, los Legionarios de Cristo y el beso en la mano del sacerdote pederasta a Juan Pablo II. ¿Eso es mentir o es una foto inolvidable? Era igual en la Edad Media con los Papas de entonces. Y de los reyes nos cansaríamos de dar ejemplos. Me atengo a la historia. Eso exaltan, sin contexto, los medios de comunicación, con sus nuevas tecnologías. De náusea.
No hay literatura como en la Edad Media, pero hay telenovelas. Los noticieros se convirtieron en una extensión de esos sueños de pantalla. La post Edad Media en su máxima expresión, sin el rostro de Paula Cusi pero con un Calderón de rodillas. ¡Viva México!
braulio.peralta@milenio.com
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