Se llamaba Teresa, y era mi amiga. Una relación que inició cuando mi hijo entró a su clase en un CENDI. Fortalecimos la amistad en el encuentro diario, el reconocimiento de su entrega en la educación de niños y niñas, la identificación de temas comunes en nuestra vida. Le decíamos Tere y nos la arrebató el cáncer de mama.
Se llama Ana, y es mi amiga. La relación viene del encuentro diario en los pasillos del centro de trabajo. Ella perdió un seno, en una batalla ardua, pero sigue viva.
Se llama Inés y es mi amiga. Relación que se consolida cada año y se fortalece con la admiración y respeto que me infunde esta mujer constantemente en la batalla contra el cáncer, ese monstruo que le da treguas esperanzadoras, aunque con el miedo perenne de que un día se trague su vida.
Son cientos de mujeres que a diario pierden la batalla contra el cáncer de mama, en un país que no logra aminorar la primera causa de muerte entre las féminas.
Cuando leemos que una mujer de 25 años falleció a consecuencia de esta enfermedad, leemos que un hogar se quedó sin pilar, hijos e hijas a quienes les cambia la expectativa de vida, que dejó un lugar vacío en un centro de trabajo, y probablemente se perdió una luchadora, que nos enseñó a sobrevivir hasta dónde la enfermedad le permitió.
En Sonora las cifras son similares a las nacionales; los medios nos informan que muere una mujer, a consecuencia del cáncer de mama, cada dos horas.
Se llama Ramona y es adulta mayor, este año, en su más reciente mamografía se detectó una bolita, que fue extirpada y enviada para su analisis.
Me llamo Sylvia y hace 6 años me detecté dos bolitas pequeñas en el seno derecho durante un autoexamen de mamas. Detectadas a tiempo, fueron extirpadas, resultando ser, afortunadamente fibroadenomas, sin riesgo de cáncer.
Yo porto un moño rosa como apoyo a la campaña informativa sobre el cáncer de mama, ya que sólo puede salvarse la mujer que lo detecta a tiempo. Sin embargo, me sigo preguntando que hace falta para abatir cifras tan avasalladoras como las que se dan en Sonora. La información está allí, en todos los medios de comunicación y todos los centros de salud, ¿Por qué no llega a todas las mujeres y sus familias? ¿Por qué no nos tomamos los minutos suficientes para explorar nuestras mamas?
Se llama cáncer y nos está robando vidas. Podemos ganarle la batalla pasando la voz, detenerlo es tan fácil como aprender a tocarnos las mamas. Un moño rosa significa la esperanza de la información a tiempo en forma y destino. Hagamoslo posible.
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