Por: Lydia Cacho - febrero 15 de 2013
Lydia Cacho
15 febrero 2013
¿Qué
pensaría usted si le digo que uno de cada tres hombres en el mundo
será golpeado o violado antes de cumplir 50 años? ¿Y qué pensaría
si le digo que dado que el mundo tiene una población aproximada de
siete mil millones, eso significaría que en este momento habría al
menos mil millones de hombres pidiendo ayuda por haber sido violados,
golpeados por su pareja, por haber sido sometidos a mutilación
genital o a esclavitud sexual? Pensaría, como casi todas las
personas, que es una pandemia social y que es urgente llamar la
atención del mundo entero sobre este extraño comportamiento social
y actuar de inmediato.
Pues
justo después de más de 20 años de trabajar contra la violencia y
de hacer todo tipo de trabajos –documentales, teatro, activismo,
marchas, lobbying legisativo, etc.–, la actriz Eve Ensler, mejor
conocida por su famosa obra teatral Los monólogos de la vagina,
decidió convocar a hombres y mujeres de todo el mundo para que este
14 de febrero se manifestaran bailando, haciendo teatro,
manifestaciones pacíficas y artísticas. La campaña One billion
rising (Mil millones de pie) pidió que la gente grabara los eventos.
En la India hubo bailes callejeros con miles de mujeres, en México
conciertos, charlas, teatro callejero. Desde Australia hasta
Sudáfrica, desde Colombia hasta Suecia millones bailamos. Aún no
sabemos si en realidad se logró el objetivo de poner de pie a mil
millones.
La idea
de Eve es muy sencilla: al ver el conjunto de imágenes de personas
movilizadas en el planeta, podríamos, hombres y mujeres, aceptar que
se sigue incrementando la violencia contra mujeres y niñas en el
mundo y que hay mucho por hacer. Faltan leyes, ciertamente, pero en
muchos países las tenemos; en México, por ejemplo, sólo el cinco
por ciento de los casos denunciados por violación son perseguidos
por la justicia. En la India y Sudáfrica la cifra es muy parecida y
en la mitad de países del mundo que tienen leyes contra la violencia
hacia mujeres o violencia de género, las víctimas son
re-victimizadas y se quedan en mayor peligro por la ineficacia de las
autoridades para abordar al agresor. El caso es que el diagnóstico
está más que claro en todo el mundo. Conocemos las cifras: una de
cada tres mujeres vive violencia relacionada con ser mujer y no con
delitos comunes; el 37% de las mujeres indígenas que asisten a
clínicas públicas son esterilizadas sin su conocimiento y
consentimiento; una de cada diez mujeres que denuncia violencia grave
de pareja puede terminar muerta por desinterés de las autoridades y
venganza del agresor.
Y
podríamos seguir, pero si usted quiere cifras las encontrará por
doquier. Lo que no encontrará por doquier son propuestas de
solución. Aquí van algunas cuando menos útiles para México:
Exigir
la renovación del modelo del DIF nacional y crear un sistema de
trabajo de masculinidad con niños de cuatro a 16 años en el propio
sistema. Ellos son víctimas de violencia y victimarios potenciales.
Se les castiga, maltrata, encierra, humilla pero no se les educa para
ser hombres pacíficos. Apoye a las organizaciones que en todo el
país educan a las niñas para no seguir el modelo de hembrismo
destructivo que promueven muchos medios.
Asegurar
presupuestos públicos adecuados para Refugios y centros de atención
a víctimas de la Red Nacional de Refugios, que exijan la
homologación de un modelo con perspectiva de género y que se
integre a un programa de libertad y recuperación financiera de las
mujeres que deben salir de casa para evitar la muerte.
Llevar a
cabo programas de terapia Narrativa centrados en el modelo de
Justicia Restaurativa en las prisiones de todo el país. Urge
trabajar en los orígenes de la misoginia y en la sanación de
infancias vividas en el terror y los malos tratos con hombres
adultos.
Inmujeres
debe tener presupuesto suficiente para implementar programas de
igualdad que incluyan cursos de educación sin violencia para mujeres
madres de niños y niñas menores de 12 años. Técnicas de Crianza y
educación preventiva para romper el ciclo de violencia al interior
de la familia.
Exigir a
la Secretaría de Salud una investigación formal y la posterior la
penalización de personal médico que practique esterilización
forzada en todo el país. En los programas contra el hambre incluir
educación para al salud en lenguas indígenas.
Crear
programas de guarderías empresariales con horarios de los padres
(hombres) que trabajan en el sector formal para fomentar la
responsabilidad de crianza en igualdad.
Detrás
de cada mujer maltratada, de cada niña violada, detrás de cada niño
agredido hay un ejemplo a seguir, pero sobre todo hay un agresor. Al
lado de cada agresor hay al menos cuatro hombres incapaces de ejercer
violencia como lo hace su hermano, padre, primo, amigo, cuñado,
suegro o empleado. Esos hombres deben tomar una postura pública
contra la violencia y detener a los agresores. Rebelarse ante las
conductas misóginas, decir basta ante el hostigamiento que se lleva
acabo frente a ellos, decir basta al lenguaje sexista que avala,
promueve y justifica la violencia sexual.
Cada vez
que usted o alguien a su lado caiga en la tentación de repetir que
los hombres que ejercen violencia lo hacen porque así los educó su
mamá (eximiéndolos de la responsabilidad de sus actos), cuando
repita que las mujeres son las que crían machos, deténgase y
pregúntese ¿en qué contexto fue educada esa mujer que cree que la
única manera de relacionarse con los hombres es desde la desigualdad
de poder?, ¿quién educó a esa mujer en su infancia para entender
el amor femenino como sacrifico y herramienta de manipulación?,
¿participó en la educación de ese agresor el padre con su
presencia, ausencia, agresividad o ejemplo de machismo activo? y ¿qué
hago yo con esta situación, aquí y ahora?
Los
hechos nos demuestran que el machismo y el hembrismo son valores
culturales socialmente aceptados por mucha gente, que se
retroalimentan mutuamente con un discurso específico que se han
fortalecido en los últimos años. Los medios juegan un papel
fundamental en ello. En lugar de indignarse ante muestras de
misoginia, ignorancia y sexismo con programas de televisión,
utilicemos su contenido para hacer análisis del modelo de
masculinidad y feminidad retrógrada que promueve la desigualdad y la
violencia. Organicemos un boicot contra ciertos programas
televisivos.
Me
encantaría ver a mil millones de hombres de pie, contra la violencia
en las relaciones amorosas, contra el sexismo, contra la
discriminación de género. Hace falta verlos y saber que ellos
también bailan por la paz y han sabido ser hombres de una forma
diferente. Ellos deben estar de pie y ser el ejemplo de un mundo
posible. Se hace mucho trabajo y aun hay mucho por hacer.
@lydiacacho
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