Por Heriberto Duarte Rosas
El punto acordado es el CET del Mar, Guaymas. La mayoría en el
público son alumnos: gritan, juegan, ríen, bromean, escuchan cuando
deben y más tarde cantarán.
Es el día dos del Segundo Festival Edmundo Valadés. A espaldas del
público la mar, al costado derecho unos barcos en reparación que adornan
el paisaje. Al frente en la mesa: Pina Saucedo (Organizadora), Sylvia
Teresa Manríquez que presentará Mujer en piezas y Guadalupe Gálvez Álvarez Libar, minilibros. Narrativa y poemas, respectivamente.
Sylvia inicia el viaje hacia la lectura, lee “Nadar”, texto que
conmueve a los presentes, “no aprendí a nadar, no aprendí a nadar”, las
últimas palabras del personaje.
Guadalupe dibuja suspiros juguetones con sus poemas, un estudiante
juega, pica la costilla, inventa una broma para liberar la sensibilidad
que ha causado la lectura. La poesía se apodera del lugar, sonrisas,
gritos y empujones. Son muchos los presentes.
Ahora, Fausto León se apodera del escenario, la música ranchera en su
guitarra y en su voz sugieren un canto a la concurrencia, “Que bonito
es Chihuahua”, a una sola voz, Lorena Robles se integró en un par de
canciones para hacer “la segunda”.
Entre la balada, ranchera y corrido el ambiente fue tomando forma,
pasar un rato divertido es la misión. Seguramente y, sin asegurar nada,
también Edmundo Valadés se divirtió escribiendo:
El momento crucial fue cuando ella quedó desnuda y a él se le trabó perversamente el zipper del pantalón.
Debe existir la tarea de rescatar las obras de quien se lo merece,
Valadés es el caso. Pina Saucedo y Bruno Hernández se han dado a la
tarea de reconocerlo, de difundirlo y promocionar la literatura que se
hace en el estado de Sonora desde su trinchera: Guaymas.
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