Sylvia Teresa Manríquez
Señora,
señora – me dijo un niño – tenga cuidado, esa niña la va a hechizar y señaló a
una niña albina sentada junto a mí.
Acostumbrada
a observar discriminación y racismo hacia indígenas, gente pobre, con alguna
enfermedad, gente de color, adultos mayores, sexo, y muchos otros motivos, no
me había detenido a pensar en la gente albina hasta el momento en que aquel
niño me hizo patente el prejuicio y los tabúes que existen alrededor de las
personas con esta condición.
Hace
unos días la ONU nos invitó a tomar conciencia de que las personas con
albinismo son víctimas de la ignorancia, incluso de los profesionales de la
salud. Y es que su apariencia ha hecho que se tejan a su alrededor falsas
creencias, supersticiones, que los marginan y excluyen socialmente.
El
asunto es serio, según ese mismo organismo internacional que concentra
información de asociaciones de la sociedad civil, las personas con albinismo
son víctimas de asaltos, mutilaciones y asesinatos por lo menos en 25 países
del mundo, principalmente en el continente africano.
Aunque
en nuestro país no se tiene noticias de tal grado de violencia, no significa
que no se les haga víctimas de discriminación y marginación.
En África
se tiene la superstición de que algunas partes del cuerpo de las personas
albinas otorgan poderes mágicos, lo que ha provocado que se les ataque y su
vida esté en peligro constantemente.
Es
importante propagar la información de que el albinismo no tiene nada que ver
con enfermedades o limitaciones. Consiste solamente en la ausencia de
pigmentación en piel, cabello y ojos. No es contagioso pero si hereditario y
congénito, se presenta cuando ambos padres son portadores del gen que lo
transmite, aunque ellos no presenten los síntomas.
Las
personas albinas son propensas a padecer problemas en los ojos, como
intolerancia a la luz y movimientos involuntarios, así como lesiones en la piel
por la exposición a la luz del sol, algo que conocemos bien quienes vivimos en
este soleado estado.
Además
de los anteriores riesgos para su salud, las personas con albinismo se
ven obligadas a sobrevivir a la falta de conocimiento de quienes les toca
convivir con ellos. Si razonamos en que cualquiera puede ser portador del gen
sin saberlo la perspectiva cambia, porque a nadie le gusta que alguno de sus
hijos sea discriminado o violentado por carecer de color en la piel.
Qué tal
si combatimos la apatía, negligencia, intolerancia, prejuicios y violencia con
información, solidaridad y amor al prójimo ¿Será muy difícil?
Tomemos
conciencia: las personas sin color en la piel son tan seres humanos como
nosotros mismos.
@SylviaT
Correo: sylvia283@hotmail.com
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