martes, 9 de octubre de 2007

JOSE FÁ: Mi lugar

octubre 03, 2007

Mi lugar

Es así, estamos mis amigas y yo tomando una bebida caliente. Hace frío, mucho, de nuestra boca sale vaho, nubecitas que hacen que todo parezca escena invernal.

Es invierno, nuestras ropas son muy abrigadoras. Estamos en el exterior, alrededor de algo que parece ser una mesa de concreto sin sillas, muy alta, lo que permite que estemos de pie, pero cómodamente charlando, medio recargadas. Cerca de donde estamos hay un local, no sé si una tienda, cafetería, un lugar bastante iluminado.

Me percato de la noche de improviso.

Entonces es cuando sales por una puerta de cristal junto con algunas otras personas, traes un abrigo oscuro y largo, desabotonado, y una gorra que parece sombrero o viceversa, el cabello desordenado; pienso que así lo traes siempre, me gusta la idea.
Te diriges hacia nosotras, te veo muy alto, como eres, y al llegar me abrazas, así:

Dices hola a mis amigas, te inclinas un poco hacia mí y me besas leve en los labios, me acercas a tu cuerpo con tu brazo derecho y yo giro para recibirte. Esto no lo olvido: al voltear breve, mi cabeza puede meterse fugazmente al espacio caliente en tu costado, tu abrigo abierto deja que aspire la sensación de panecito tibio que allí guardas. Eso me regala plenitud y el pensamiento de saber que ese es mi lugar. Luego nos invitas a otro sitio, ríes y comentas que hace frío. Me gusta tu risa. Tienes bigote y los ojos te brillan, son grises.

No sé que son los sueños, no puedo concebir de dónde nacen, por qué las neuronas deciden darnos uno u otro. (¿Alguien tiene un manual de oniromancia?). Los recuerdos de lo diario se fijan gracias a los sueños… que nada tienen que ver con ellos.

Tres veces (en los ¿cinco? últimos años), he soñado lo que describí al inicio. Tres veces que despierto y recuerdo con exactitud el sueño y es así como digo. Tres veces que en este trabajar nocturno mi cerebro te pone a que me abraces.

Y yo no te conozco, no he visto tu rostro sino en ese repetido sueño. Y el refugio adentro de tu abrigo, sólo lo he tenido en esa escena onírica que tanto me perturba.

No puedo saber qué son los sueños. No sé dónde estás si existes.

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