(TEA AT THE PALACE OF HOON)
Nada importa que en púrpura yo descendiera
por el día poniente a través, me decías,
del aire solitario: yo seguía siendo el mismo.
¿Qué era aquel ungüento salpicando mi barba?
¿Qué eran aquellos himnos zumbando en mis oídos?
¿Qué mar cuya marea surcaba a mi través?
El ungüento dorado llovió desde mi mente,
mis oídos hicieron los himnos que escuchaban.
Yo mismo acabé siendo las distancias del mar:
yo era ese mundo en que avanzaba, y lo que pude
ver, oír o sentir, brotaba de mí mismo;
y así me descubrí más cierto y más extraño.
WALLACE STEVENS
(VERSIÓN DE JULIÁN JIMÉNEZ)
Según Wikipedia: Wallace Stevens (2 de octubre de 1879 – 2 de agosto de 1955). Importante poeta estadounidense del siglo XX, adscrito, como T. S. Eliot, a la corriente vanguardista (modernism: modernismo anglosajón) en lengua inglesa. Nació en la localidad de Reading, Pennsylvania, y trabajó toda su vida como abogado de compañías de seguros. Su poema más conocido es quizá El emperador de los helados. En 1955 obtuvo el Premio Pulitzer de Literatura.
Stevens es un poeta de ideas, las cuales buceaban en las interrelaciones imaginación - realidad, así como conciencia - mundo. Para Stevens, "imaginación" no es equivalente a conciencia, como tampoco "realidad" se identifica con el mundo existente más allá de nuestra mente. La realidad es producto de la imaginación, la cual conforma el mundo. Así, la realidad es una actividad, no un concepto estático. Para dar sentido al mundo es preciso elaborar un punto de vista a través de un ejercicio de la imaginación. Pero no se trata de un estéril esfuerzo filosófico, sino del apasionado compromiso de otorgar a las cosas un orden y un significado.
Stevens sugiere que vivimos inmersos en una suerte de tensión entre las formas, a través de las cuales establecemos el mundo y las ideas ordenadas que nuestra imaginación propone. El mundo nos influye en toda esfera de actividad: «El vestido de una mujer de Lasa / en su lugar, / es elemento invisible de ese lugar / ya hecho visible.» (Stevens, Collected Poetry and Prose, supra, p. 41.)
Stevens sugiere que vivimos inmersos en una suerte de tensión entre las formas, a través de las cuales establecemos el mundo y las ideas ordenadas que nuestra imaginación propone. El mundo nos influye en toda esfera de actividad: «El vestido de una mujer de Lasa / en su lugar, / es elemento invisible de ese lugar / ya hecho visible.» (Stevens, Collected Poetry and Prose, supra, p. 41.)
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