En Diciembre se recuerda a la pintora María Izquierdo (1902-1955).
Fue la primera artista mexicana que presentó su obra en Nueva York, en 1939. Muy joven se trasladó a Ciudad de México luego del fracaso de su matrimonio. Sola y con dos hijos pequeños, se enfrenta a los prejuicios de una época en la que era muy osado, para una mujer divorciada, vivir sola y ser artista. Su ingreso a la Escuela de Bellas Artes marcó los primeros años de su carrera y también su vida, al conocer al pintor Rufino Tamayo con quien vivió una relación de pareja durante cuatro años. En 1936 adoptó algunos principios del surrealismo, influida por su amigo, el poeta francés Antonin Artaud, que visitaba México en ese tiempo.
Aportó a la renovación del arte popular mexicano y por un tiempo se dedicó a la docencia y a la crítica de arte. Su incursión en el muralismo fue breve y no exenta de dificultades por ser mujer, ya que el monopolio que ejercieron Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, dentro del movimiento muralista, fue determinante. Ambos artistas bloquearon sistemáticamente los esfuerzos de María Izquierdo de pintar murales en la ciudad de México. Esta lamentable experiencia amargó los últimos años de su vida.
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