lunes, 17 de mayo de 2010

Desaparecidos


La Letra Desobediente
Braulio Peralta
2010-05-17

1. Rosario Ibarra de Piedra conoce la desaparición de personas desde que salió a la calle a buscar a su hijo, al que las autoridades se llevaron y nunca se supo de él. A Jesús lo busca desde 1974. Por él entró a la política. Doña Rosario ha rescatado a más de un centenar de desaparecidos.

Un secuestro desde el Estado es uno de los crímenes más grandes que han cometido regímenes emanados del PRI. La deuda a esta mujer por parte de las instituciones públicas con decencia es algo más que sólo solidaridad.

2. No hay un juez como Baltasar Garzón que investigue y castigue las desapariciones. Garzón pudo poner en el banquillo de acusados al general Augusto Pinochet, justo por la desaparición de personas y crímenes perpetrados durante su dictadura en Chile. Hoy es juzgado por la derecha más recalcitrante de España por enjuiciar a franquistas que cometieron violación a los derechos humanos en época de su dictador, Franco.

México, ¿cuándo?

Si se cacarea tanto el arribo de la democracia, los desaparecidos siguen como saldo pendiente, de cara a la sociedad.

3. A partir de los 80, los secuestros han mutado a organizaciones no siempre al margen del gobierno. Sean secuestradores comunes, formados en las cárceles, o gente contra el Estado, como el Ejército Popular Revolucionario. Profesionales de la extorsión: o pagan o se mueren. Se ha salvado de morir gente como Alfredo Harp Helú (por el EPR), quien pudo pagar un rescate estimado en 30 millones de dólares.

No fue el caso de Hugo Alberto Wallace Miranda, que en 2005 fue secuestrado y asesinado. Su madre, Isabel Miranda de Wallace, ha sacado a relucir la ineficacia del gobierno de Vicente Fox y Felipe Calderón para encontrar a los delincuentes. Es ella la que ha logrado capturar a los plagiarios. Una Madre Coraje moderna que denuncia la connivencia de la policía con secuestradores, según pruebas del caso.

4. Ni qué decir de los secuestros exprés de moda desde principios de siglo. De la gente anónima desaparecida o asesinada, que no es primera plana en los diarios. Esos que no tienen quién los defienda.

Con el narco, el secuestro y el crimen se expandieron, gracias a la corrupción de militares y policías.

5. Pensaba lo anterior después de los sucesos en torno a Diego Fernández de Cevallos.

¿Qué hará Calderón?


La historia de ningún desaparecido puede quedar impune.

braulio.peralta@milenio.com

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