Por Tomado de internet / Poetas del mundo
Dia de publicación: 2010-08-27
MÉXICO: Así como para el trato con el drama de las migraciones se requiere, como dice Mónica Toussaint Ribot respecto al problema en México en el siglo XX, examinar el proceder de los verdaderos Actores de la política exterior y recoger sus «testimonios de la historia diplomática», también esos testimonios hay que recogerlos de personas que son actores en la vida cultural y en la prestación de servicios en distintas comunidades. Gente que en el proceso de abandonar su patria, por necesidad, arriesga su vida, no es asunto que los diplomáticos puedan evitar; pero, al menos, sí comprender. Un país cualquiera, con fugas enormes de sus recursos humanos productivos, no es para que se enorgullezca, si para que, sus funcionarios públicos y su comunidad intelectual y pensante, cuestionen qué realmente se ha venido haciendo tan mal que pueblos enteros emigran, o se originan travesías de alto riesgo, grupos migrantes que pasan por segundas y terceras naciones y fronteras como aves de paso, hacia ese destino final que es los EE.UU.
Isabel Cristina Murrieta, secretaria general del Parlamento Hispanoamericano de Escritores, respondió gentilmente con una muestra de textos ante mi solicitud de estudio. Supo sobre mi curiosidad sobre conceptos tales como patriotismo, identidad y familias y cómo se relacionan al fenómeno migratorio. Con tales temas, me propuso una colección de poemas.[1]
En cuanto al cuadernillo poético Mejicana [2010, Hermosillo, Sonora], su autora ha definido, en su introducción, el entrejuego de actitudes que lo encuadran y dan vida como proyecto literario: [1] «compromiso con mis raíces»; [2] la memoria de la oralidad y la poesía como «las mejores manifestaciones de nuestra mexicanidad» y [3] la sustentación de valores, a través de las costumbres, y entre esos valores que predominan y cuya validez no caduca están: «el amor a la familia, a la tierra y todos sus habitantes», esto es, «el valor de la Amistad y la familia».
El documento poético que arrancó, con esas motivaciones, a la postre se convierte en un testimonio del vínculo entre la memoria, la identidad y el poder, cuando éste último elemento es el que socava la defensa de los valores deseados y deja entre los mexicanos, «el dolor y / o la rabia» convertido «en el dolor y / o la rabia de todos».
Isabel C. Murrieta se plantea una escritura que invoca, no guerra y violencia, pero sí una honestidad y compromiso fiero. Piensa que la gente de su raza encarna tales valores como símbolos. Y es ella una Oqui, mujer indígena, cuyos ancestros «claman justicia / y protección»:
... buscan en cada hijo
el sabio guerrero que salvará
a la madre tierra, la casa, el hogar...
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