Braulio Peralta 2011-11-28 • Tendencias Milenio.com
Nueva York empieza a ser semidesértico en materia de libros impresos. Si antes visitábamos con regocijo la librería Strand o la Shakespeare Company, hoy da nostalgia y congoja la enorme oferta de libros descatalogados que están sacando de sus estantes. En toda la parte baja de la Strand se tiene que buscar el título que uno busca
. Y a la entrada, ofertón de dólar por libro.
Pregunto:
—Busco las memorias del Príncipe Poniatowski.
—Ya no se va a publicar en papel. Si lo encuentra abajo, buena suerte.
El libro electrónico es una realidad que ronda 50 por ciento de la venta de títulos frente a los impresos. De ese tamaño es el avance de una ciudad que apuesta por el futuro.
El papel se preserva, una buena noticia para los ecologistas pero tragedia para el clásico lector de libro con su textura rugosa, su olor, su consistencia natural, frente al aparato brillante que nos da hasta 10 tipos de letra y tamaño, según vista.
Todo cambia en Nueva York a pasos agigantados. Hace sólo tres años asistíamos a las librerías a buscar lo que en nuestro país no se encontraba (libros de arte, especialmente). Hoy, ni los diarios o revistas tienen los espacios que en las calles ocupaban por entonces. No se ve en los cafés la lectura de la prensa. Cada vez más la gente se acostumbra a la lectura de diarios vía internet. New York Times tiene programado su futuro en las redes sociales. Trabaja con empeño en un diseño atractivo para no perder suscriptores… y publicidad.
En los cines ya no dicen “apague sus celulares”, sino “apaguen sus aparatos electrónicos”: el neoyorquino trae iPhone, iPad, BalckBerry, tablets o simples portátiles donde se encuentra al mundo entero con la búsqueda en google. Es casi imposible consultar internet si no traes computadora. Wi-Fi o nada. América Latina retrasa el futuro de la electrónica por defensa de una industria editorial que niega modernizarse bajo el amparo de las trasnacionales españolas.
Es bueno saber que el editor, tal cual, está en extinción. Mejor bajarse o esperar a que el futuro nos alcance. Más vale morir como editor clásico que vivir de técnico: transformar el PDF, de números a letras. La escritura no termina, desde luego, pero el libro impreso…
Impacta Nueva York en su adelanto mundial. Europa se resiste. Pero el futuro ya está aquí.
Adiós a la librería Strand. Una bolsa de recuerdo.
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