lunes, 9 de abril de 2012

10 para María


La letra desobediente / Braulio Peralta

No basta con ser bonita o simplemente mujer, hay que echarle sesos a la mollera, pensar el doble que los hombres para subsistir en esta tierra de machos. O tomamos esa claridad o estamos condenadas a las arbitrariedades de eso que llaman sexo fuerte. O los civilizas o te destruyen en su barbarie. Por eso nunca fui una dejada, ni amé más de lo que me amaron.

Aprendí a gobernarme a mí misma. Nada de sentimientos patrios tan solo porque sí o amores sin convicción: dar y recibir lo justo, ni más ni menos. Pero claro, si es más, pues bueno, ya era hora de quitarles una parte de lo que por siglos nos han esquilmado; lo dado, dado. Porque las mujeres somos mucho más que parir hijos y hacer patria en el hogar. No acepto papelitos de agachada que a todo dice que sí. No, señor: cachetada por cachetada, igual que cualquier hombre con arrestos.

Cuando me muera no quiero que me lloren, sino que me celebren. No soy lágrima que nació para rodar, soy mujer que nació para vencer la adversidad. Que me admiren por bonita, sí, pero también por razonada. Nada de poses de diva sin fondo ni forma: carácter de estoica, aunque se atreva alguien a decir que le supliqué al Agustín para que no me dejara. Mejor que se ocupen de la congruencia de sus actos que de la maledicencia. No se metan los investigadores en mis enaguas: son sagradas.

Surgí pública y moriré en la plaza. Mis películas hablarán por mí, no mi vida privada. Soy del celuloide, no de carne y hueso. Soy inmortal en la pantalla aunque después no quede nada de mí más que mi leyenda de mujer fatal, devoradora de hombres, una estrella vacía, esa Cucaracha capaz de mentar madres porque ya no hay balas, la gorgona que incendia un río para olvidar las muertes que deja a su paso. Un inconsciente colectivo del México que quiere despertar ante la masacre que han hecho en Ciudad Juárez.

Ojalá hubiera otra María. No importa que suplante mi lugar; México necesita mujeres que no se dejen, que no se hinquen, que vayan al lado, no detrás de un hombre. Hay mucho por hacer, más allá del feminismo. No es el voto complaciente con el que una mujer puede levantarse: es con la energía, el temple y la razón con lo que puede ganar lo que quiera, hasta ser presidenta. No veo cómo, todavía. Las mujeres que quieren poder, hoy, piden permiso. El poder se toma, no se pide u otorga.

Y ya: déjenme en paz.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Entrada destacada

 Poesía Palabras para descifrar el laberinto del silencio.  Sylvia Manríquez