miércoles, 4 de abril de 2012

Murió la escultora mexico-estadounidense Elizabeth Catlett; llevó el arte al pueblo negro de EU

La Jornada 04 ABRIL 2012

Luchadora social, integrante del Taller de Gráfica Popular (TGP), la escultora, grabadora y dibujante estadunidense-mexicana Elizabeth Catlett (Washington, DC, 1915), murió el pasado lunes a las 14 horas en Cuernavaca, ciudad donde radicó desde 1976, en vísperas de su cumpleaños 98 que se celebraría el 15 de abril.

Catlett arribó a México en 1946. Casada con el grabador Francisco Mora, dueña de una obra figurativa, de acuerdo con la crítica de arte Raquel Tibol, entre sus aportes resalta haber conservado en México una imagen, sobre todo en escultura, pero también en gráfica y dibujo, de la comunidad afronorteamericana. Su esencia humana estaba referida al grupo al que pertenecía. Además, la fidelidad a la profesión, y trabajar hasta una edad muy avanzada. Fue distinguida con el 2003 Lifetime Achievement in Contemporary Sculpture Award (Premio a su trayectoria en la escultura contemporánea 2003).

Catlett estudió dibujo, grabado y diseño en la Universidad de Howard. En ocasión de una entrevista con La Jornada (30/10/02), la artista manifestó: Jamás he buscado fortuna ni fama. Siempre he trabajado para llevar algo de arte al pueblo negro en Estados Unidos. Por eso, su búsqueda consistía en que las personas negras me entiendan.

De joven impartía clases de historia del arte con muy poco material gráfico en una universidad de Nueva Orléans, cuando llegó una retrospectiva de Picasso, exposición que había visto en Chicago. Pero la muestra estaba en un museo ubicado en City Park, que no permitía la entrada a negros. Entonces, Catlett arregló con un maestro blanco de otra universidad para llevar a los estudiantes un lunes, cuando el recinto estaba cerrado, y en camión, para que no pisáramos el terreno de City Park.

Se sorprendió al darse cuenta de que sus alumnos nunca habían estado en un museo de arte: Pensé que debía tratar de abrir los museos para la población negra.

Esta “gran litógrafa y gran escultora, sobre todo en madera –recuerda Tibol– como se naturalizó mexicana y militaba abiertamente en el TGP –era una persona de izquierda en México–, entonces, le prohibieron la entrada a Estados Unidos durante 10 años. Hasta que su madre se enfermó gravemente la dejaron entrar”.

Su regreso al país natal constituyó un acontecimiento. Una galería vendió obra suya con mucho éxito en Estados Unidos, apunta Tibol. Debido a los éxitos “en la comunidad afronorteamericana organizaron una exposición itinerante que también incluyó el Museo de Arte Moderno (MAM). Fue en la época que Teresa del Conde era la directora. Se firmó el contrato y cuando ya venía la exposición dispuesta para México, Del Conde dijo siempre no, porque Betty Catlett no es para el MAM. Ese fue un detalle dramático (entre comillas).


Elizabeth Catlett, en imagen de 2005, en Santa Bárbara, CaliforniaFoto Ap
“Otro fue cuando Felguérez y el grupo hicieron la lucha para introducir en la Escuela Nacional de Artes Plásticas el nuevo programa en pro de la escultura abstracta. Ella siempre fue figurativa, llevaba 12 años de maestra y decidió renunciar, mientras que Celia Calderón, en vez de renunciar, se pegó un tiro en el salón de clases por el mismo motivo. Entonces, se dedicó plenamente a su obra y tuvo una enorme resonancia en Estados Unidos, inclusive, le editaron un libro de lujo (Elizabeth Catlett: una artista americana en México, 2000, de Melanie Anne Herzog) Le llamaban de las universidades para que diera pláticas”.

Nieta de esclavos

Raquel Tibol también se refiere a la litografía Niña madre, de David Alfaro Siqueiros: Primero, Hugo Brehme hizo una fotografía, de la que Siqueiros hizo una pintura. Cuando quiso pasar la obra a litografía llamó a Betty Catlett, Siqueiros sólo la firmó.

Según el jazzista Francisco Mora Catlett, uno de los tres hijos (otro es el cineasta Juan Mora), que procreó la fallecida artista, su madre es “la figura más relevante en estos momentos en el arte determinado afroamericano en Estados Unidos.

“Siempre trabajaba en algo nuevo –continúa en entrevista–. Apenas el domingo pasado el New York Times publicó un artículo sobre ella. Actualmente, tiene una exposición en Baton Rouge, Lousiana”. Sin embargo, quedó pendiente la invitación de la señora Michelle Obama para la Casa Blanca, porque las señoras Clinton y Bush la invitaron.

Mora Catlett recuerda que su madre siempre empezaba sus entrevistas al decir, soy nieta de esclavos negros en Estados Unidos. No obstante, “amó mucho al pueblo mexicano. Su casa en Cuernavaca es testimonio de su trabajo, de su humanismo, de su amor universal, diría, porque no es tanto el pueblo negro de Estados Unidos o el pueblo mexicano: es el ser humano básicamente.

Ella puede ser reclamada por ambos pueblos y por la humanidad en general.

Las cenizas de Elizabeth Catlett, cuyo cuerpo será cremado hoy, se quedarán en Cuernavaca, informa su hijo.

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