David Malouf reescribe en 'Rescate', de manera extraordinaria, el encuentro entre Aquiles y Priamo
El autor australiano visita la 'Iliada', de Homero, para tratar de desvelar lo no contado por el poeta
Winston Manrique Sabogal. Madrid. 15 de mayo de 2012.
“Canta la cólera, oh diosa, de Aquiles Pelida,
Cólera funesta, que causó incontables dolores a los aqueos
Y precipitó al Hades tantas almas valerosas
De héroes, a quienes convirtió en pasto de los perros
Y de las aves todas. Y se cumplía así la voluntad de Zeus.
Desde que por primera vez se enemistaron tras una disputa
El Atrida, soberano de hombres, y el divino Aquiles".
Fragmento de Iliada, de Homero
Cólera funesta, que causó incontables dolores a los aqueos
Y precipitó al Hades tantas almas valerosas
De héroes, a quienes convirtió en pasto de los perros
Y de las aves todas. Y se cumplía así la voluntad de Zeus.
Desde que por primera vez se enemistaron tras una disputa
El Atrida, soberano de hombres, y el divino Aquiles".
Fragmento de Iliada, de Homero
A los 9 años David Malouf
descubrió la eternidad en un héroe. ¿Y dónde está el misterio de quien
posee esa perpetuidad? La sola mención de su legendario nombre lo
ilumina todo: Aquiles. Un hijo del tiempo que ha seducido a lectores y
escritores que confirman que el mundo creado por Homero en Ilíada
es un territorio que, aunque transitado muchas veces, cada nueva visita
es como la primera. El penúltimo en volver a él ha sido David Malouf,
uno de los escritores australianos más relevantes de la literatura
contemporánea, que lo conoció siendo un niño en 1943, en medio de la
Segunda Guerra Mundial que vivía Brisbane como cuartel general de la
campaña del Pacífico del general MacArthur.
Descubrir la eternidad del arquetipo de héroe guerrero cuando vivía
una guerra de verdad lo ha acompañado siempre. Épica, dolor, nobleza,
orgullo y humanidad que ha vivificado en la novela Rescate
(Libros del Asteroide) para mostrar el corazón del ser humano. En esas
páginas rinde homenaje a las historias, al arte de contar y al hechizo
que nos atrapa. Allí cobra vida un Aquiles contado, cantado, escrito y
pintado más allá que como el caudillo y héroe de los mirmidones que mató
a Héctor y conquistó Troya; y más acá, más adentro, de su
divina figura que acoge su verdadera y humana esencia. Si Homero se
detiene en los últimos 51 días del último de los diez años de la guerra
de Troya, David Malouf lo hace en el mismo palpitar de esa epopeya: el
encuentro entre Aquiles y Príamo, padre de Héctor y rey de Troya. Una
bella y emotiva recreación literaria asemillada de filosofía y profundo
conocimiento de los secretos humanos y los pliegues de su sensibilidad.
Hijo de padre libanés cristiano y madre inglesa judía, Malouf
(Brisbane, 1934) trata de descifrar, por correo electrónico, el intacto
poder de atracción que aún ejerce Aquiles. Y si, con voz sonora y
embaucadora, él escribe en Rescate lo no contado en Ilíada, aquí y ahora, cuenta lo no contado en Rescate…
“Está en el comienzo de nuestra cultura literaria. La Ilíada
es una serie de emociones ricas en detalles y complejidad desde varios
puntos de vista. Ella es el punto de referencia para todas las obras que
siguen desde los clásicos griegos, Cervantes, Lope de Vega,
Shakespeare, Corneille y Racine hasta Tolstoi y los que vienen después.
Lo que parece ser el trabajo y el honor de una cultura de guerra se
convierte en lo contrario. Los protagonistas y los grandes héroes de
Grecia estaban la mayoría del tiempo de mal humor en su tienda de
campaña y no querían ser héroes, además de que eran indiferentes a la
idea de que podían perder la guerra y sufrir con sus compañeros”.
El rapto o huida de Helena con Paris se convierte en Rescate
en el pretexto para narrar la historia de Aquiles, Patroclo y Héctor,
pero en una versión diferente: todas las palabras de Malouf van
encaminadas a cumplir el destino de revelar lo no sabido del encuentro
entre Aquiles y Príamo y, así, su escrito pasa como antorcha por el
mundo homérico…
“Es el centro del poema, es la escena clásica de un drama, es otra
clase de encuentro entre los antagonistas; es una batalla diferente.
Aquiles es forzado a escoger entre ser un guerrero o ser un hombre como
Príamo, un hombre que también sufre pérdidas. Y Príamo juega un rol
especial, no solo como rey, sino que lo ve como el padre que quiere
hacer el funeral del hijo. Príamo está muy viejo para hacer el último
acto de su vida en el campo de batalla. Escoge actuar en privado, con
coraje, y una vez fuera del código, recuerda qué es ser un hombre. He
querido usar este punto de la escena del poema como una pieza que puede
estar sola, pero antes voy creando a Aquiles y Priamo con suficientes
detalles para que el lector moderno pueda ver de dónde vienen ellos.
"El viaje de Príamo al campo griego con Somax, como Sancho Panza, es
un interludio cómico con diferentes recursos y estilos. Yo quiero, como
todos escritores en el pasado, usar todos los recursos de forma que
revele que ellos están vivos y cómo estos argumentos se reflejan en
nosotros, y cómo nos vemos y cómo otros nos ven para dar forma a
nuestros actos y continuar adelante”.
Él, David Malouf, venido de una infancia australiana
cercada por los miedos y rumores de heroísmo de la Segunda Guerra
Mundial, escribió su primera novela con tintes autobiográficos, Johnno (1975), y luego otras como El gran mundo
(Libros del Asteroide) donde narra la relación de dos soldados en esa
conflagración bélica, por la que obtuvo los premios Commonwealth y en
Francia el Femina a la novela extranjera. Sabe lo que es capaz de hacer
la guerra a las personas y no encuentra respuesta al por qué insisten en
ella…
TOMADO DE www.elpais.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario