Por Sylvia Teresa Manríquez
A media mañana
venía de regreso. El médico le ordenó más análisis de todo para confirmar su
buen estado de salud. En la parada, el ruletero tardaba mucho en pasar, por eso
cuando el taxi se detuvo, él se asomó a preguntar la tarifa para regresar a su
casa.
Esa mañana salió temprano pues tenía cita con el médico. Esperar
el ruletero se había vuelto una acción cansada. Tenía 75 años y había observado
que solo uno de cada tres choferes se detenían para llevarlo. Cuando por fin
esto sucedía, entre empujones subía lentamente al camión, y apurado intentaba
encontrar un asiento vacío para no caer cuando aceleraba el transporte.
Empuñando una
navaja, el acompañante del chofer lo amenazó y le pidió la cartera, al ver que
solo traía un billete de baja denominación el asaltante se contrarió y le pidió
vaciar los bolsillos, obteniendo solamente el importe del viaje en ruletero,
ante esto el mismo chofer le gritó que entregara el celular o lo “clavarían”, al
ver que era un modelo viejo, decidieron dejárselo.
Después de
amenzarlo diciendo que tuvo suerte pues pudieron subirlo al taxi y tirarlo en
donde nadie lo encontraría, exigieron que no pidiera ayuda porque ellos ya
sabian por donde anda.
Si bien ésta no es
una historia nueva, se vuelve más frustante en la figura de un adulto mayor,
que con los años idos no ha perdido su derecho a la consideración y respeto. El vive en un país
que no reconoce su derecho básico a andar en libertad y con seguridad.
Y es que en
México, el propio concepto de vejez representa un amplio campo de estudio en el
que se trabaja muy poco. El envejecimiento se asocia a la disminución en la
eficiencia del funcionamiento físico que lleva al a muerte. Socialmente se
plantea la vejez por grupos de edad. La 'Asamblea Mundial sobre Envejecimiento'
que se realizó en Viena, Austria, en 1982, consideró anciana a toda
persona mayor de 60 años.
De hecho, ni siquiera
nos ponemos de acuerdo en la terminología, pues de personas ancianas pasó a llamárseles
“de la tercera edad”, aunque la dinámica de crecimiento lleva a reconocer una
“cuarta edad”. Actualmente se observa la tendencia a designar a la población de sesenta años y más
como “Personas adultas mayores”. Por su parte la ONU las considera, simplemente,
“Personas de edad”.
El espíritu del “Día Internacional de
las Personas de Edad”, considera a la longevidad como un logro de la salud
pública más que una responsabilidad social o económica, según asienta Ban
Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas, en su discurso relativo a
la mencionada fecha.
Un día ella, de 74 años de edad,
resbaló en la cocina de su hogar y se cayó. Pasó todo un día en el suelo sin
poder levantarse, hasta que un nieto la encontró. Viuda de un trabajador agrícola
que no le dejó pensión, sobrevive gracias a que sus hijos pagan los servicios
básicos de su casa, aunque vive sola. No tiene un trabajo fuera del hogar
porque en el campo donde vivía se le ocupó desde niña en las pesadas labores de
atención a los jornaleros, así queno estudió más que el primer grado de
primaria. Sin embargo, ella sigue dando gracias a Dios porque tiene techo,
cobija y comida diaria.
La condición de las mujeres de edad
avanzada se ve afectada negativamente por la discriminación sufrida a lo largo
de su vida, con menor grado de escolaridad respecto a los hombres, además de que
la limitada inserción al mercado laboral les impide en mayor medida que alos
varones, generar un ahorro para la edad adulta y mucho menos acceder a una
pensión.
Las y los adultos mayores de México viven
de manera diferente al resto de la población, generalmente abandonados en la
etapa de la vida en que más necesitan atención, y generalmente con secuelas de
las enfermedades y lesiones que han padecido a lo largo de su vida. Lesiones
que más que carga e impedimentos nos hablan del costo de un estilo de vida que
cambia con los años, pero en los que existieron responsabilidades y actividades
que las y los adultos mayores realizaron, en su momento, en beneficio de su comunidad.
Por todo esto, el mayor reto para los y
las mexicanas es cómo hacer para que hombres y mujeres lleven una vida plena y
productiva, con regulaciones y legislaciones que protejan su futuro, y así,
sean un recurso para sus familias y comunidades, en vez de una carga. Que verdaderamente
la longevidad no sea sinónimo de precariedad, enfermedad y abandono, sino de
experiencia, prosperidad y trascendencia.
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