Manuel Amador*
México DF,
octubre 09 de 2012.
Tomado de: http://www.notiese.org
El gobierno de Marcelo Ebrard, después de la
aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo en la Ciudad de
México, a través de sus discursos promovió la idea de convertir a la
capital del país en una metrópoli amigable con la población gay,
concepto conocido a nivel internacional con la expresión gay friendly.
En noviembre de 2010 se realizó el denominado 1er
Congreso de Turismo LGBT y ahí trascendió desde el gobierno esa idea.
Ese mismo año la Ciudad de México se adhirió a la Asociación
Internacional de Turismo Gay y Lésbico, la cual llevará a cabo su
convención en el año 2013. Además dentro de la Secretaría de Turismo
local fue creada la Oficina de Turismo Lésbico Gay.
Sin embargo, a pesar de que dicha idea del Gobierno
del Distrito Federal (GDF) es plausible, resulta complicado entenderla
cuando han aumentado las clausuras y cierres de varios bares y lugares
de socialización de la población lésbico, gay, bisexual, transgénero,
transexual, travesti e intersexual (LGBTTTI) en las semanas y meses
recientes.
Se trata de espacios diversos ubicados en Zona
Rosa, tales como los bares Nuevo Vaquero, Nichos, Golden Gay, Machos,
Gayta entre otros, sin haber razones de peso para implementar dichas
medidas administrativas contra esos lugares emblemáticos de
esparcimiento para muchos ciudadanos y turistas gays.
¿Dónde está la ciudad gay friendly que
oferta el GDF? ¿Cómo entender el discurso de los gobernantes que dicen
promover el respeto y la inclusión, pero que en los hechos carece de una
política pública específica que tenga como perspectiva la socialización
y la no discriminación de una población que en lo cotidiano —como
minoría social y a pesar de los avances en materia de derechos— vive la
homofobia como práctica cultural cotidiana?
¿Cómo fomentar una política pública a favor del
respeto y la inclusión de las personas LGBTTTI, de tal manera que el
discurso tradicional heterosexista y el consumismo no neutralicen las
expresiones de la diversidad sexual y cultural, en una ciudad tan
diversa como la Ciudad de México? ¿Qué hacer con el turismo LGBTTTI en
esta ciudad ante la ausencia de apoyo gubernamental para estos espacios
de socialización de las disidencias sexuales? ¿Qué presupuesto y
políticas públicas reales está ejecutando el gobierno local para
convertir a la capital del país en una metrópoli gay friendly?
¿Hay alguna política pública de atención y apoyo para las y los
empresarios que buscan fomentar espacios de socialización para las
personas no heterosexuales?
¿Qué tendría qué hacer el GDF en materia de
política pública de tal manera que desde una perspectiva de los derechos
humanos el discurso gay friendly que pregona en el mundo a favor de la
población LGBTTTI realmente permee a directivos y autoridades menores de
instituciones como el Sistema de Transporte Colectivo Metro (STC)
encabezado por Francisco Bojórquez?
Desde febrero de 2011 el funcionario mantiene
cerrados –de las 22:00 a las 24:00 horas- los tres últimos vagones de
los trenes con el argumento de que así se evitan robos y asaltos a los
usuarios, cuando previamente oficiales de seguridad y jefes de
estaciones señalaban que había quejas por las prácticas sexuales que ahí
realizaban integrantes del colectivo LGBTTTI, hecho que desató una
serie de descalificaciones discriminatorias en su contra y que desde
entonces no ha cesado a pesar de la reciente recomendación 12/2012 hecha
por la Comisión de Derechos Humanos del DF en el sentido de que el STC
no ha documentado los motivos “reales” por los que implementó el cierre
de los vagones a la vez que asegura la medida “generó especulaciones
basadas en prejuicios por homofobia sobre los integrantes del colectivo
LGBTTTI y reforzó su estigmatización”.
Algo es cierto: el mercado sigue acaparando los
avances en materia de visibilidad y derechos de los LGBTTTI, como lo
evidencia la emergente oferta de banquetes y viajes para los nuevos
matrimonios, entre otros productos y servicios. El mercado gay ha
llegado a la par de la agenda de los derechos LGBTTTI.
¿Cómo entender, entonces, una política de la
inclusión, así como de la promoción de la socialización inclusiva, del
mercado y del consumo para los LGBTTTI, es decir del consumismo en sí
mismo, en una ciudad asumida desde el gobierno como gay friendly, pero que en la realidad se desdibuja como tal? ¿Cómo y con quién se construye una ciudad gay friendly?
Sobre estas preguntas es importante seguir
generando el debate público en aras de fomentar la socialización como un
derecho consolidado. Es claro que hace falta una política amigable y
responsable con los LGBTTTI, dadas las estadísticas que reflejan
elevados índices de intolerancia y homofobia que las personas con
orientación no heterosexual viven, con frecuencia, en los espacios
familiares y de trabajo, de acuerdo a las más recientes encuestas del
Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.
Es indispensable que el GDF revise las formas en
que opera la burocracia para con estos espacios de socialización
específica; sin embargo también es urgente que desde los LGBTTTI surja
la exigencia hacia las autoridades locales para que en este tema sean
establecidas y aplicadas políticas públicas transversales con una
perspectiva de los derechos LGBTTTI, que tomen en consideración la serie
de factores sociales y culturales que contribuyen a su violación, y que
además fomentan la intolerancia y la poca calidad de vida de las
personas no heterosexuales.
Es momento de exigir al GDF que genere políticas
públicas en función del Programa de Derechos Humanos del Distrito
Federal, donde la exaltación de la dignidad humana de las poblaciones
históricamente discriminadas sea la característica.
*Activista gay por los derechos humanos
Correo electrónico: amadormanuel@hotmail.com
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