El fotógrafo estadounidense está presentando
una muestra de lo mejor de su obra en la Galería Artespacio. Imágenes
en blanco y negro, sin límites geográficos ni culturales,
pero con una particularidad: cada una de ellas mantiene parte de su color
original.
Por Francisca Gabler
Por Francisca Gabler
El estadounidense David Taggart ha viajado por casi todo
el mundo. Sólo el año pasado recorrió Chile, Argentina,
Bolivia, Camboya, China, Vietnam e India. Es publicista de profesión
y define su quehacer como “medios y entretenimiento”, lo que
lo ha llevado a trabajar en importantes empresas como Leader’s Magazine,
Dow Jones y South Media, entre otras. Pero confiesa que su verdadera pasión
es una sola: la fotografía. Por eso viaja. “Viajar es una
forma muy distinta para ver un país. Cuando sales con un lente
en la mano, siempre tienes otra perspectiva. Entonces, para mí,
la fotografía es más que nada un pavimento para entender
mejor una cultura”, dice. Así, cada vez que descubre algo
interesante, lo registra con su cámara. Hay dos cosas que le interesa
captar: “La esencia de la gente y los momentos, que son únicos.
Mira, en la exposición por ejemplo, hay una foto en Valparaíso
en uno de esos barrios pintados. Un día ví ahí a
un hombre muy viejo con un bastón caminando en la calle y en un
momento por accidente el tipo caminó frente a una mariposa pintada
en un muro. Ahora esa foto sola, sin ese tipo frente a la mariposa, es
una imagen sin nada tan llamativo. También el señor solo
es algo poco interesante, así que ése es un instante que
no vas a volver a repetir”, explica.
–¿Hay otra fotografía que recuerde en especial de sus viajes?
–Varias. Una de ellas fue en India el año pasado, en un pueblo de nombre Varanasi, que es la ciudad más mística de ese país, donde los indios llevan a todos los muertos para tirar sus cenizas al río. Me encontré ahí con una mujer de cara estupenda y que a la vez asustaba. No puedo explicar en palabras por qué, sólo cuando ves la imagen lo puedes descubrir, pero había algo que era mágico, poderoso y asustante en ella. Me costó casi 45 minutos convencerla de sacarle una foto, traté de hacerlo conversando sin conocer su idioma y ella sin conocer el mío. Ese fue un gran momento.
–¿Hay otra fotografía que recuerde en especial de sus viajes?
–Varias. Una de ellas fue en India el año pasado, en un pueblo de nombre Varanasi, que es la ciudad más mística de ese país, donde los indios llevan a todos los muertos para tirar sus cenizas al río. Me encontré ahí con una mujer de cara estupenda y que a la vez asustaba. No puedo explicar en palabras por qué, sólo cuando ves la imagen lo puedes descubrir, pero había algo que era mágico, poderoso y asustante en ella. Me costó casi 45 minutos convencerla de sacarle una foto, traté de hacerlo conversando sin conocer su idioma y ella sin conocer el mío. Ese fue un gran momento.
UNA GOTA DE COLOR
Las fotografías que Taggart presenta en Chile son en blanco y
negro, pero tienen una particularidad: mantienen una parte del color original
en cada una de ellas. Pueden ser las alas de la mariposa pintada en el
muro o los ojos misteriosos de la mujer india, lo importante es que las
tonalidades dejan de ser un elemento más en la fotografía
y mutan en un componente discursivo poderoso. La idea de mantener esa
coloración se le ocurrió por accidente: un día al
revelar una foto en blanco y negro una gota del color original quedó
en ella. “Me gustó y dije: ‘Esa es la esencia de esta
foto’. Era un monje con una túnica naranja y parte de ese
color salió en la impresión”, cuenta. Ese fue el principio
de un trabajo fotográfico extenso –utiliza una técnica
a base de máscaras de dos capas que luego son unificadas sobre
una única plataforma para lograr la imagen final–, parte
del cual se exhibe ahora en la Galería Artespacio, en una exposición
que Taggart ha llamado “Entre B+N&C” (“Entre Blanco
+ Negro & Color”).
–¿Sus fotografías están intervenidas digitalmente?
–Algunas sí, otras no. En general, en mis fotos no hay intervención. Para mí, el pasar la imagen a blanco y negro es solamente un proceso de convertir el color. No es tanto intervención, es solamente interpretar.
–¿Y cómo interpreta usted su trabajo?
–Son escenarios que en general uno no ve, no capta. En algún momento me fijé en esas personas y cambió esa situación a una expresión de arte. Todas las fotos son de actualidad, pero con una interpretación artística. Puede ser una cosa que para nadie tiene importancia y que en papel en la galería sí la tiene. Siento que ésa es para mí la esencia de la fotografía.
–Y eso se manifiesta en que no distorsiona las fotografías.
–Quiero demostrar que es posible tener fotos artísticas sin distorsionar mucho la imagen. Hay mucha gente que tiene fotos tremendamente artísticas, pero están muy intervenidas, entonces yo digo que eso no es foto. Yo quiero mostrar que se puede tener foto y arte sin cambiar la constitución de su estructura.
–Todos los fondos recaudados de su exposición irán a la Fundación Educacional Lo Barnechea. Siempre dona las ganancias de su trabajo fotográfico, ¿por qué?
–Es una buena forma para mostrar las dos cosas que me gustan: ayudar y exponer mi trabajo. Además, siento que las imágenes no son mías, son públicas. Entonces creo que la mejor forma que yo puedo compartir eso es donando las ganancias de esas imágenes a gente que lo necesita. Estoy en una situación ventajosa, donde puedo hacer eso, porque no vivo de la fotografía.
–¿Sus fotografías están intervenidas digitalmente?
–Algunas sí, otras no. En general, en mis fotos no hay intervención. Para mí, el pasar la imagen a blanco y negro es solamente un proceso de convertir el color. No es tanto intervención, es solamente interpretar.
–¿Y cómo interpreta usted su trabajo?
–Son escenarios que en general uno no ve, no capta. En algún momento me fijé en esas personas y cambió esa situación a una expresión de arte. Todas las fotos son de actualidad, pero con una interpretación artística. Puede ser una cosa que para nadie tiene importancia y que en papel en la galería sí la tiene. Siento que ésa es para mí la esencia de la fotografía.
–Y eso se manifiesta en que no distorsiona las fotografías.
–Quiero demostrar que es posible tener fotos artísticas sin distorsionar mucho la imagen. Hay mucha gente que tiene fotos tremendamente artísticas, pero están muy intervenidas, entonces yo digo que eso no es foto. Yo quiero mostrar que se puede tener foto y arte sin cambiar la constitución de su estructura.
–Todos los fondos recaudados de su exposición irán a la Fundación Educacional Lo Barnechea. Siempre dona las ganancias de su trabajo fotográfico, ¿por qué?
–Es una buena forma para mostrar las dos cosas que me gustan: ayudar y exponer mi trabajo. Además, siento que las imágenes no son mías, son públicas. Entonces creo que la mejor forma que yo puedo compartir eso es donando las ganancias de esas imágenes a gente que lo necesita. Estoy en una situación ventajosa, donde puedo hacer eso, porque no vivo de la fotografía.
CONDORITO V/S MICKEY MOUSE
Paralelo a su trabajo en medios y su desempeño
fotográfico, Taggart tiene otros proyectos. Uno que lo
tiene especialmente entusiasmado es un largometraje, que ya está
rodando, sobre “Condorito”, el conocido personaje
de historietas creado por René Ríos (“Pepo”)
en 1949. “No hay nadie que yo conozca que no ame a Condorito.
Su sentido del humor es muy único. Es mucho más
profundo que Mickey Mouse, que es muy sencillo. Siento que Mickey
Mouse es para niños, Condorito es para todos. Los colombianos,
por ejemplo, piensan que Condorito es colombiano. Eso es un tremendo
honor. No sé dónde más existe eso”,
comenta.
Fuente: cosas.com (http://www.cosas.cl/2012/reportajes/226-octubre-2008/3139-2933)
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