martes, 7 de mayo de 2013

Jacobo

La letra desobediente / Braulio Peralta



Cuando uno es adolescente o joven, anda en busca de su arquetipo. Una búsqueda natural. Cuando uno emprende el camino de la universidad, la decisión pende de muchos hilos: la educación, sí, pero también la economía familiar, la formación, claro, pero sin duda aquellos líderes que observas en tu óptica social para ir a un destino. Jacobo Zabludovsky y Carlos Monsiváis fueron las personas en las que puse el ojo para ser periodista.
No sé si alguna vez lo dije, pero ahí va: Jacobo se metía a la televisión de mi casa todas las noches en el noticiero de Televisa. Lo odiaba por su amor a los toros. Lo detestaba por el espacio a los deportes. Me encolerizó su proceder en el movimiento del 68, y lo que siga… Pero era fascinante escucharlo hablar, reportear, entrevistar. Tenía el don de la palabra. Y eso —saber comunicar—, no lo tenían otros periodistas de la televisión de entonces, con mínimas excepciones.
Pero la vida me llevó a conocer a Carlos Monsiváis, una noche, en un grupo que se reunía para tomar conciencia de los movimientos homosexuales en Estados Unidos e Inglaterra, en los años 70. Conocer a Monsiváis fue una fuente inagotable de referencias a libros y lecturas imposibles de no atender para un joven deseoso de aprender. Sin querer marcó mi destino para siempre. Ni fui su amigo ni fui su alumno; sí alguien cercano al que veía cada domingo o una vez al mes, según su tiempo y disposición. Aprendizaje intenso y provocador.
Lo de Jacobo era diferente. Ni lo conocía. Fue una imagen que se quedó en la memoria y me llevó a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales a estudiar periodismo en la UNAM. Así de drástico. Pero nunca aspiré a la televisión porque supe desde entonces que aquello era otra forma de comunicación donde el gobierno, a como diera lugar, intervenía en los asuntos de su índole. Había espacios radiales y diarios y revistas como para ejercer un periodismo independiente, libre, no siempre, pero posible. La inteligencia es de quien la trabaja. No en balde Jacobo se reinventó en la radio.
Es merecidísima la medalla Eduardo Neri a Jacobo, de la Cámara de Diputados. Él inspiró a mucha gente como yo a tomar el camino de la comunicación. No su camino, que es diferente. Él es tan digno de ser premiado como hace el gobierno francés con Carmen Aristegui, desde luego. Eso es la democracia sin mezquindad, al margen de ideologías.
@Braulio_Peralta

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