Por:Ciro Gómez Leyva
La Historia en Breve
Martes 7 mayo 2013
Un par de veces recibí ayer información “oficial, confidencial y muy
sólida” sobre las “cosas malas” que supuestamente hacían Alfredo y Diego
Páramo, los hijos de David, asesinados el sábado en Chihuahua. En ambas
ocasiones, mi respuesta fue la misma: “No entiendo por qué el gobierno
actúa con esta ruindad”.
La
información, por supuesto, tenía como único objetivo hacerme ver que el
asesinato estaba asociado a malas conductas. Y que, por ende, ni en
Chihuahua ni en México se asesina a jóvenes limpios.
Les dije a
los emisarios que hicieran llegar mi respuesta a las autoridades: si
tienen información “tan sólida”, que la difundan, que la hagan pública;
si no la van a difundir, entonces que no enloden la imagen de los
hermanos Páramo, que dejen de herir.
En público, las
autoridades solo balbucearon lugares comunes. Quizá así deba ser. Que no
busquen, entonces, a un tercero, en este caso yo (supongo que a otros
periodistas les ocurrió también), para que diga lo que no se atreven a
decir. Ni siquiera acepté ver la “tarjeta ejecutiva”. Si no la puedo
publicar con fuente acreditada, ¿para qué la quiero? ¿Para normar
criterio? ¿Para bajarle? ¿Para ayudarlos a denigrar?
Recordé
tanto aquello que repite Joaquín López-Dóriga: México es el país de la
doble muerte, porque a la física sobreviene la ética, la del
desprestigio, la del “algo estarían haciendo para que los mataran”.
El asesinato de Alfredo y Diego Páramo me hace pensar que el Estado
mexicano, más que proteger a sus jóvenes, los espía y criminaliza. Y que
a eso lo llaman “inteligencia”.
¡Qué miseria!
Tomado de: http://www.vanguardia.com.mx/columnas-loshijosdedavidparamo%C2%BFaquevienelaruindadoficial-1734358.html
Por:Ciro Gómez Leyva
La Historia en Breve
La Historia en Breve
Martes 7 mayo 2013
Un par de veces recibí ayer información “oficial, confidencial y muy sólida” sobre las “cosas malas” que supuestamente hacían Alfredo y Diego Páramo, los hijos de David, asesinados el sábado en Chihuahua. En ambas ocasiones, mi respuesta fue la misma: “No entiendo por qué el gobierno actúa con esta ruindad”.
La información, por supuesto, tenía como único objetivo hacerme ver que el asesinato estaba asociado a malas conductas. Y que, por ende, ni en Chihuahua ni en México se asesina a jóvenes limpios.
Les dije a los emisarios que hicieran llegar mi respuesta a las autoridades: si tienen información “tan sólida”, que la difundan, que la hagan pública; si no la van a difundir, entonces que no enloden la imagen de los hermanos Páramo, que dejen de herir.
En público, las autoridades solo balbucearon lugares comunes. Quizá así deba ser. Que no busquen, entonces, a un tercero, en este caso yo (supongo que a otros periodistas les ocurrió también), para que diga lo que no se atreven a decir. Ni siquiera acepté ver la “tarjeta ejecutiva”. Si no la puedo publicar con fuente acreditada, ¿para qué la quiero? ¿Para normar criterio? ¿Para bajarle? ¿Para ayudarlos a denigrar?
Recordé tanto aquello que repite Joaquín López-Dóriga: México es el país de la doble muerte, porque a la física sobreviene la ética, la del desprestigio, la del “algo estarían haciendo para que los mataran”.
El asesinato de Alfredo y Diego Páramo me hace pensar que el Estado mexicano, más que proteger a sus jóvenes, los espía y criminaliza. Y que a eso lo llaman “inteligencia”.
¡Qué miseria!
Un par de veces recibí ayer información “oficial, confidencial y muy sólida” sobre las “cosas malas” que supuestamente hacían Alfredo y Diego Páramo, los hijos de David, asesinados el sábado en Chihuahua. En ambas ocasiones, mi respuesta fue la misma: “No entiendo por qué el gobierno actúa con esta ruindad”.
La información, por supuesto, tenía como único objetivo hacerme ver que el asesinato estaba asociado a malas conductas. Y que, por ende, ni en Chihuahua ni en México se asesina a jóvenes limpios.
Les dije a los emisarios que hicieran llegar mi respuesta a las autoridades: si tienen información “tan sólida”, que la difundan, que la hagan pública; si no la van a difundir, entonces que no enloden la imagen de los hermanos Páramo, que dejen de herir.
En público, las autoridades solo balbucearon lugares comunes. Quizá así deba ser. Que no busquen, entonces, a un tercero, en este caso yo (supongo que a otros periodistas les ocurrió también), para que diga lo que no se atreven a decir. Ni siquiera acepté ver la “tarjeta ejecutiva”. Si no la puedo publicar con fuente acreditada, ¿para qué la quiero? ¿Para normar criterio? ¿Para bajarle? ¿Para ayudarlos a denigrar?
Recordé tanto aquello que repite Joaquín López-Dóriga: México es el país de la doble muerte, porque a la física sobreviene la ética, la del desprestigio, la del “algo estarían haciendo para que los mataran”.
El asesinato de Alfredo y Diego Páramo me hace pensar que el Estado mexicano, más que proteger a sus jóvenes, los espía y criminaliza. Y que a eso lo llaman “inteligencia”.
¡Qué miseria!
Tomado de: http://www.vanguardia.com.mx/columnas-loshijosdedavidparamo%C2%BFaquevienelaruindadoficial-1734358.html
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