Braulio Peralta
Milenio.com
04/04/2016
Lo ves y no lo crees. Dos amigos, con naturalidad ponen en la
mesa el coctel de pastillas que deben tomar cada desayuno y cena para contener
el VIH en su cuerpo e impedir que el sida se manifieste en alguna de las
enfermedades que podrían acabar con sus vidas. Lo ves y te estremeces porque
recuerdas la década de los 80, la más cruel al llevar a la tumba a tanta gente
porque no existían medicamentos eficaces. Lo ves y recuerdas la lista de amigos
que ya no están en tu vida, homosexuales —y una heterosexual—. ¡Qué década la
de los 80!
Hay alrededor de 37 millones de personas infectadas con el
virus, hasta 2014 (OMS). Un dato que no dice nada si no conoces a las personas
que lo padecen todos los días, que no tienen seguro social para los
medicamentos —muy caros hasta la fecha, entre siete y 10 mil pesos mensuales
para toda la vida—. Que no tienen apoyo social y psicológico porque tener un
padecimiento así implica jugar todos los días con los estados de ánimo. Que a
nadie le hace gracia tener un amigo o hermano o pareja con esas
características, por estigma, prejuicio o, en el caso de que sea gay, simple
homofobia.
Se les dice seropositivos a los que tienen el VIH —un virus que
infecta las células del sistema inmunitario del cuerpo y deja indefensas a las
personas para contraer cualquier tipo de infección o enfermedad, que puede
conducirlos a la muerte—. Si la década de los 80 fue la muerte de muchos
seropositivos, desde los 90 ha cambiado el panorama para los que lograron que
la ciencia avanzara y se lograran mejores resultados, aunque la vacuna aun no
existe. O sí, pero la industria químico farmacéutica hace negocios, no salud...
Observas a tus amigos tomando el coctel de antirretrovíricos.
Tienen más de 30 años sobreviviendo al virus. Están sanos. Lograron traspasar
la década de los 80. No es como tener diabetes o ser hipertenso porque ellos
tienen una carga social porque el sida sigue siendo aun un tema donde el
prejuicio y la condena de la Iglesia castiga al sexo, causa principal que
provoca la infección por VIH. Pero por fortuna la enfermedad provocó campañas
de salud para el uso del condón y hoy los jóvenes pueden coger y, además, no
embarazar a nadie que no desee tener un hijo. El condón es el instrumento
número uno contra el VIH y todo tipo de enfermedades de trasmisión sexual.
¡Perdió la Iglesia!
Agradeces la amistad de tus amigos. Respiras.
¡Adiós a los 80!
braulio.peralta@milenio.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario