Columna
“Voltear la hoja
https://view.publitas.com/p222-4948/edicion-16-noviembre-2016-hermosillo/page/12-13
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Por Sylvia Teresa
Manríquez
A mí no me importó
En seguida se
llevaron a unos obreros
pero a mí no me importó
porque yo tampoco era.
pero a mí no me importó
porque yo tampoco era.
Después detuvieron a
los sindicalistas
pero a mí no me importó
porque yo no soy sindicalista.
pero a mí no me importó
porque yo no soy sindicalista.
Luego apresaron a
unos curas
pero como yo no soy religioso
tampoco me importó.
pero como yo no soy religioso
tampoco me importó.
Ahora me llevan a
mí
pero ya es tarde.
pero ya es tarde.
Bertold Bretch (Ahora
me llevan a mí)
Vi en
televisión un reportaje sobre los migrantes haitianos y su largo camino por
México para llegar a los Estados Unidos; 240 dólares al mes no les alcanzan
para sobrevivir en su país; sin embargo, pagan 200 dólares a un “coyoto”, como
le llaman ellos al “coyote”, la persona que ofrece pasarlos ilegalmente al país
del norte, sin saber si llegarán o los dejará abandonados en medio de la nada.
Me siento tan lejana a esa realidad, no es la mía, digo.
Oigo
las declaraciones de algunos líderes calificando como ciudadanos de segunda o
tercera clase a compatriotas que viven en los Estados Unidos y como me siento
lejana, no hago caso solo oigo porque no soy yo, me digo.
Me
despierto cada día con noticias que muestran a las mujeres tratadas como
objetos de úsese y tírese, aunque me doy cuenta de esa terrible realidad,
pienso que no es la mía, no es a mí a quien sucede, me digo.
Notas
locales nos informan que Sonora ocupa el segundo lugar en incidencia de
alcoholismo en adolescentes y seguimos viendo para otro lado porque es problema
de ellos, no nuestro, decimos.
Seguimos
haciendo como que no vemos, no oímos y somos tolerantes ante lo que requiere
nuestra acción.
Pero la
tolerancia sí es asunto nuestro, porque no se vale ejercer el odio, desatar campañas que atentan contra la
integridad de comunidades completas.
Hagamos
un brevísimo ejercicio. Si le preguntan qué opina de la comunidad LGBTI
(Lésbico, Gay, Bi, Trans e Intersexual) sin que
usted forme parte de ésta ¿Qué responderá?
Y si le
preguntan por una religión distinta a la suya, una etnia, o gente de distinto
color ¿Hablará de tolerancia?
En el
Diccionario de la Real Academia Española dice que la Tolerancia es el respeto a
las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o
contrarias a las propias.
Pregunto
dónde está este respeto si seguimos señalando, acusando, discriminando y
violentando abiertamente a los “otros”, a quienes son distintos.
El 16
de noviembre se conmemora el Día Internacional para la Tolerancia, una fecha
que a mí me preocupa porque la existencia de este día dedicado a resaltar la
importancia de un valor constantemente en debate, indica que estamos fallando,
que como seres humanos aun tenemos mucho que aprender para convivir en armonía
con quienes no son, ni piensan, ni actúan como nosotros.
Somos
intolerantes cuando nos desesperan las y los ancianos que caminan lento, las
personas con algún tipo de discapacidad, quienes tienen que vivir en la calle y
pedirnos ayuda, quienes vienen de otra ciudad o tiene color de piel distinto al
nuestro.
Esto
nos produce miedo, coraje y hasta prepotencia, porque se asume que Tolerancia
es sinónimo de consentimiento, permiso o aprobación de algo que nos asusta e
incomoda.
Creo
que no hay tolerancia cuando ignoramos a quienes tuvieron que venirse de migrantes,
o en las actitudes racistas que hemos normalizado en nuestra vida.
Y que
decir de la tolerancia pasiva, esa que se da cuando decidimos que mientras no
nos afecte todo puede seguir como está.
La
Organización de las Naciones Unidas nos propone la “Tolerancia activa” la que
nos invita a hacer un esfuerzo para comprender a los demás, hacer a un lado
miedos, prejuicios y resentimientos.
Urge el
cambio radical en la manera de pensar y sentir.
Cuando
veo los resultados bárbaros de guerras que acaban con familias completas tengo
la sensación de que aceptarnos y respetarnos es una utopía. Luchar contra la
intolerancia es difícil pero no imposible.
Nos
toca demostrar que la tolerancia activa es posible, esa tolerancia que nos
invita ser solidarios y convivir con respeto y justicia, para que cuando vengan
por nosotros no sea demasiado tarde.
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