Dia de publicación: 2012-05-02
Guadalajara.- Cincuentaisiete años de
periodismo se congregan en la humanidad de Javier Darío Restrepo.
Oriundo de Colombia, investigador, docente, Maestro integrante de la
Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), asiste a Guadalajara
para ofrecer una charla (convertida en taller ante reporteros), sobre
tratamiento ético de la información en situación de violencia. Organizan
UNESCO y Universidad de Guadalajara.
En la
Casa Cortázar, Javier Darío Restrepo destapa su memoria como se
descorcha una botella, emerge la energía convertida en información y es
entonces que los asistentes al taller se empapan de conocimiento.
El periodista construye con agilidad el contenido de su exposición:
“Hablar
de violencia es habar de silencio. Hay una expresión de Hanna Arend,
que dice, ‘La violencia es muda, la guerra es muda, la fuerza tiende a
enmudecer’, y desde luego el silencio no es únicamente la ausencia de
las palabras, es la ausencia de actitudes, de actividades, es la
pasividad total y la guerra tiende a imponer la pasividad por la fuerza.
“En
una situación así el periodismo se encuentra interpelado, gravemente,
porque lo nuestro es lo contrario del silencio, es la palabra, y
trabajamos con la palabra, lo cual nos está indicando que si somos
trabajadores de la palabra somos trabajadores del espíritu, porque la
palabra es un producto del espíritu, por tanto ya comienza a aparecer
una sugerencia, una sugestión en el enunciado mismo del tema, si lo
nuestro es un producto del espíritu, la respuesta que se le puede dar a
la violencia, es potenciar las calidades y cualidades del espíritu que
hay en el ser humano.
“Cuando nosotros damos
una información estamos estimulando el espíritu de las personas, porque
las estamos invitando a conocer, y a hacer un conocimiento que de por sí
es un conocimiento complejo, los hechos, la historia, puesto que son el
punto de convergencia de muchos factores, los hechos tienen qué ser
conocidos a partir del espíritu del ser humano. Cuando hay ese para
conocimiento, conocimiento incompleto que es el resultado de la simple
curiosidad, o el morbo, allí el espíritu está actuando con los
preámbulos de la actividad del conocimiento que es esa curiosidad que
se satisface con el solo ejercicio de los sentidos que es el drama que
tenemos cuando trabajamos en televisión. La televisión nos condena a
hacer un producto que es visto y oído, cuando se trabaja en televisión
la forma de redactar son las imágenes, estímulo de la vista, y eso se
adorna o hace más profundo con sonidos, o utilizas el sonido ambiente, o
la voz humana, o la música, que son los agregados para la imagen de
televisión, pero uno ocupado en eso, de buscar las imágenes, voces y
sonidos, de pronto se olvida de que la tarea del periodista no solamente
se detiene en el estímulo de los sentidos, sino que tiene que ir más
allá: a estimular la inteligencia.
“La mayoría
de los productos de televisión y de cine, tienen esa gran limitación:
sólo están respondiendo a la vista y el oído, pero parecen
despreocuparse completamente de lo principal del ser humano, que es, la
inteligencia, y no son estímulos de la inteligencia. Traigo a cuenta eso
porque vuelve la pregunta: ¿En tiempo de violencia yo soy periodista
únicamente para alimentar la vista y el oído de la gente, o tengo además
la capacidad e inquietud de estimular la inteligencia de la gente
frente al fenómeno violento? Por su propia naturaleza del fenómeno
violento, excita los sentidos, y tiende a paralizar el entendimiento,
aparece el asombro, aparece el miedo, aparecen esas reacciones primarias
que son reacciones donde los sentidos son los que mandan y se paraliza
el entendimiento, y ahí aparece el gran reto para uno como periodista:
impedir la parálisis del pensamiento, y más bien excitar el pensamiento
puesto que se sabe que frente a la violencia es el pensamiento quien da
los factores de humanización cuando todo tiende a deshumanizarse”.
Después
la continuación de la memoria como un libro que se escribe de manera
oral, al aire, a la libertad. Después las consignas del ejercicio del
periodismo y su ética. El aprendizaje de los reporteros en poco más de
dos hora de oratoria y conversación con Javier Darío Restrepo.
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