miércoles, 2 de mayo de 2012

El reto del periodista: Impedir la parálisis del pensamiento

Por Carlos Sánchez / Dossier Politico

Dia de publicación: 2012-05-02  


Guadalajara.- Cincuentaisiete años de periodismo se congregan en la humanidad de Javier Darío Restrepo. Oriundo de Colombia, investigador, docente, Maestro integrante de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), asiste a Guadalajara para ofrecer una charla (convertida en taller ante reporteros), sobre tratamiento ético de la información en situación de violencia. Organizan UNESCO y Universidad de Guadalajara.

En la Casa Cortázar, Javier Darío Restrepo destapa su memoria como se descorcha una botella, emerge la energía convertida en información y es entonces que los asistentes al taller se empapan de conocimiento.

El periodista construye con agilidad el contenido de su exposición:

“Hablar de violencia es habar de silencio. Hay una expresión de Hanna Arend, que dice, ‘La violencia es muda, la guerra es muda, la fuerza tiende a enmudecer’, y desde luego el silencio no es únicamente la ausencia de las palabras, es la ausencia de actitudes, de actividades, es la pasividad total y la guerra tiende a imponer la pasividad por la fuerza.

“En una situación así el periodismo se encuentra interpelado, gravemente, porque lo nuestro es lo contrario del silencio, es la palabra, y trabajamos con la palabra, lo cual nos está indicando que si somos trabajadores de la palabra somos trabajadores del espíritu, porque la palabra es un producto del espíritu, por tanto ya comienza a aparecer una sugerencia, una sugestión en el enunciado mismo del tema, si lo nuestro es un producto del espíritu, la respuesta que se le puede dar a la violencia, es potenciar las calidades y cualidades del espíritu que hay en el ser humano.

“Cuando nosotros damos una información estamos estimulando el espíritu de las personas, porque las estamos invitando a conocer, y a hacer un conocimiento que de por sí es un conocimiento complejo, los hechos, la historia, puesto que son el punto de convergencia de muchos factores, los hechos tienen qué ser conocidos a partir del espíritu del ser humano. Cuando hay ese para conocimiento, conocimiento incompleto que es el resultado de la simple curiosidad, o el morbo, allí el espíritu está actuando con los preámbulos de la  actividad del conocimiento que es esa curiosidad que se satisface con el solo ejercicio de los sentidos que es el drama que tenemos cuando trabajamos en televisión. La televisión nos condena a hacer un producto que es visto y oído, cuando se trabaja en televisión la forma de redactar son las imágenes, estímulo de la vista, y eso se adorna o hace más profundo con sonidos, o utilizas el sonido ambiente, o la voz humana, o la música, que son los agregados para la imagen de televisión, pero uno ocupado en eso, de buscar las imágenes, voces y sonidos, de pronto se olvida de que la tarea del periodista no solamente se detiene en el estímulo de los sentidos, sino que tiene que ir más allá: a estimular la inteligencia. 

“La mayoría de los productos de televisión y de cine, tienen esa gran limitación: sólo están respondiendo a la vista y el oído, pero parecen despreocuparse completamente de lo principal del ser humano, que es, la inteligencia, y no son estímulos de la inteligencia. Traigo a cuenta eso porque vuelve la pregunta: ¿En tiempo de violencia yo soy periodista únicamente para alimentar la vista y el oído de la gente, o tengo además la capacidad e inquietud de estimular la inteligencia de la gente frente al fenómeno violento? Por su propia naturaleza del fenómeno violento, excita los sentidos, y tiende a paralizar el entendimiento, aparece el asombro, aparece el miedo, aparecen esas reacciones primarias que son reacciones donde los sentidos son los que mandan y se paraliza el entendimiento, y ahí aparece el gran reto para uno como periodista: impedir la parálisis del pensamiento, y más bien excitar el pensamiento puesto que se sabe que frente a la violencia es el pensamiento quien da los factores de humanización cuando todo tiende a deshumanizarse”. 

Después la continuación de la memoria como un libro que se escribe de manera oral, al aire, a la libertad. Después las consignas del ejercicio del periodismo y su ética. El aprendizaje de los reporteros en poco más de dos hora de oratoria y conversación con Javier Darío Restrepo.

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